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Debatiendo (una vez más) sobre pobreza

Parafraseando a Krugman, CFK expuso una “idea zombie”

12 junio de 2015

(Columna de Matías Carugati, economista jefe de Management & Fit)

Tras recibir una distinción de la FAO por el combate a la desnutrición en los últimos veinticinco años, la Presidenta remarcó que Argentina es uno de los países más igualitarios del mundo, ya que sólo 5% de la población se encuentra por debajo de la línea de pobreza. No tuvo problema en mencionar una cifra antigua referida a un tema que la mayoría de los funcionarios prefiere evitar.

Parafraseando a Paul Krugman, lo que expuso CFK ante el auditorio es una “idea zombie”. Un “concepto que debería haber muerto bajo el peso de la evidencia, pero se resiste a morir”. Desde que comenzó la manipulación del IPC, el valor de la canasta de consumo que define si una persona es considerada pobre o no se mantiene artificialmente bajo. El 5% referido por la Presidenta, entonces, es una ficción. Estimaciones alternativas reflejan una tasa de pobreza entre tres y seis veces superior a la reportada por el Indec. Puntualmente, siguiendo la metodología oficial pero con otra canasta de precios, estimamos que casi 21% de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza a fines de 2014.

El desliz oficial resulta oportuno para destacar algunos puntos sobre el tema. Cabe reconocer que, tal como sostienen desde el Gobierno, la metodología de cálculo de la línea de pobreza no es perfecta, aún en ausencia de distorsiones en el valor de la canasta de consumo y de ingresos personales. Existen enfoques alternativos, cada cual con sus fortalezas y debilidades. Sin embargo, a nuestro entender, el concepto de línea de pobreza tiene dos cuestiones importantes: periodicidad y comparabilidad.

Precisamente, podemos analizar la evolución en la cantidad de pobres con el peso del tiempo. He aquí uno de los puntos fuertes del discurso kirchnerista: desde 2003 a la fecha, la incidencia de la pobreza descendió notablemente, pasando de 50% al mencionado 21%. Sin embargo, existe una distinción no trivial. Bajo el mandato de Néstor Kirchner, la pobreza cayó (en promedio) 5,5 puntos porcentuales por año, mientras que este ritmo se redujo a 2,6 puntos porcentuales en la primera gestión de Cristina. La diferencia de comportamiento se debe a que el crecimiento perdió potencia, las mejoras laborales chocaron contra barreras estructurales y la inflación aumentó. Esta desmejora sucedió a pesar del incremento en la cobertura previsional y la implementación de la AUH. El tercer período de Gobierno kirchnerista mostraba con claridad que las mejoras en materia social se estaban frenando (1 punto de reducción de la pobreza por año), cuando la devaluación del 2014 trastocó la economía por completo. El nivel de actividad entró en recesión, aumentó el desempleo y la inflación se disparó. No casualmente, la pobreza se incrementó casi 4 puntos, alcanzando el mismo nivel de mediados de los '90.

La otra cuestión importante del concepto de línea de pobreza es la comparabilidad geográfica. No tanto respecto a Europa o a países desarrollados, cuya situación actual en este frente estaría más ligada a que aún no pueden sobreponerse al impacto de la crisis financiera. Además, las estimaciones de la OCDE se hacen con una metodología distinta, que compara los ingresos de una persona contra el promedio del país. Compararnos con Alemania sería, en varios aspectos, una comparación de peras y manzanas.

Dicho lo anterior, el país se mantiene entre los de menor índice de pobreza a nivel regional. Según estimaciones de la Cepal para 2014, 28% de la población de América Latina y el Caribe se encuentra bajo la línea de pobreza. En este marco, Argentina figura en una mejor situación que la mayoría de los países caribeños: México (37%), Ecuador (34%), Venezuela (32%), Colombia (31%), o Perú (24%), pero detrás de Brasil (18%), Chile (8%) y Uruguay (6%). A pesar de las turbulencias económicas en las últimas décadas, el combate a la pobreza ha sido efectivo a nivel regional, donde la incidencia de este problema se redujo a niveles históricos. En contraste, Argentina no ha modificado sensiblemente su situación respecto a décadas pasadas.

A futuro, estabilizar la economía, es decir, lograr un crecimiento sustentable y una inflación baja y estable, será un prerrequisito para reducir la pobreza. Sin embargo, combatir eficazmente este flagelo excede a la macro. A diferencia de otras épocas, tener empleo hoy no es garantía de un buen vivir. Del total de personas pobres en edad laboral, poco más de la mitad trabajan. El problema es que los ingresos laborales no alcanzan a cubrir las necesidades básicas, debido a que se trata de puestos de trabajo precarios, en muchos casos informales y de baja productividad. Y cuando hablamos de productividad estamos hablando de educación, salud y todo lo que conduce a una fuerza laboral flexible y capacitada. Esta es la clave del futuro, aunque lamentablemente el tema parece (por ahora) estar fuera de la agenda oficial y electoral.

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