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Veranito cambiario y crudo invierno en la actividad

Postales de los efectos de un plan de estabilización (pero no de recuperación)

16 noviembre de 2018

Por Leandro Gabin 

En el mundo económico se debate, por estas horas, cuánto aguantará una tasa de interés por las nubes. Si bien el BCRA viene bajando lo que paga para renovar Leliq (10 puntos desde el máximo) en un contexto de dólar a la baja (un verdadero veranito cambiario), tampoco puede hacer mucho más hasta que negocie con el FMI el programa monetario del 2019.

En el Memorándum de Entendimiento, la entidad se comprometía a mantener hasta diciembre (¿inicios o finales?) las tasas con un piso de 60%. Con lo cual, a lo sumo que se vaya a incumplir con esa promesa, el BCRA está hasta a 3 puntos de su límite. Pero el hecho de que baje más o menos las tasas no hará que el golpe a la economía sea menor.

Los economistas vaticinan un duro 2019. “Así son los programas del FMI, con (Christine) Lagarde o Anne Krueger. Lo que firmó la Argentina es la página 2 y 3 del manual del FMI”, dice uno de los consultores más respetados en el mundo empresario. Según cree, el próximo año será “mejor que el anterior (por el 2018) pero peor que el mejor de este Gobierno”. Así, la incógnita electoral se acrecienta porque nadie sabe (sociólogos incluso) que hará la sociedad. Si finalmente le dan otra oportunidad a Mauricio Macri o se decide pegar un portazo e ir por un (aún desconocido) nuevo candidato (que no sea Cristina).

Lo económico será clave. Todavía los datos que aparecen de la macro no son buenos. La inflación del mes pasado fue de 5,4% pero otra vez el rubro “alimentos y bebidas” estuvo por encima del índice, creciendo 5,9%. Creen en pasillos oficiales que noviembre viene mucho menos caldeado: se habla de 2,7%, que es lo que está tomando PriceStats. Sea como fuere, en 12 meses el IPC subió 45,9% mientras que en los primeros 10 meses de 2018 acumula 39,5%. Años luz de las pautas del 15% de enero.

En lo que hace al nivel de actividad, también golpeado por la inflación, la suba del dólar, y el deterioro salarial, las cosas están difíciles. “No se funden más empresas porque todavía tienen para liquidar stock, pero nadie compra nada y muchos tienen ganas de entregar la llave. Además los obligás a pagar un bono cuando tenés la cadena de pagos todavía complicada”, remarcan en ámbitos privados, claramente en contra de las últimas medidas del Gobierno que algunos prometen “judicializar”.

Pero yendo a los números, por ejemplo, se conoció lo que publicó la Unión Industrial Argentina (UIA). Dicen que la actividad industrial en septiembre presentó una contracción interanual de 7,7%, y de 3,8% con respecto al mes anterior (desestacionalizado). En los primeros nueve meses del año la actividad manufacturera acumuló una caída interanual de 1,6%.

“Por ahora, el apretón monetario dado por las altas tasas nominales y la licuación en el poder adquisitivo de los perceptores de ingresos fijos mantiene acotada la demanda de divisas por la cuenta corriente y la dolarización de portafolio, en un contexto de crecimiento de los depósitos en pesos y caída nominal en parte de las líneas de crédito”, esgrimen los economistas de Eco Go (los ex Bein & Asociados).

En su último informe afirman que en el caso de las empresas, el stock de préstamos (descuento de documentos comerciales y adelantos en cuenta corriente) acumula en promedio un recorte de $ 25.000 millones (-5,5%) desde principios de octubre, cuando entró en vigencia el programa monetario, luego de exhibir un estancamiento desde agosto.

“En este sentido, el aumento en el costo de oportunidad y el recorte de líneas de crédito llevó a muchas empresas a desarmar inventarios (impactando sobre la demanda de divisas para importaciones) o directamente a vender divisas en el mercado  de cambios, presionando a la baja la cotización del dólar”, agregan.

En lo referente al poder adquisitivo, Eco Go dice que “noviembre probablemente represente el punto más bajo” para los perceptores de ingresos mensuales (asalariados, jubilados y beneficiarios de programas sociales).

Sucede que si bien el salario real ni las prestaciones sociales ajustadas por inflación van a retornar a los niveles de 2017 luego del fuerte ajuste de 2018, sí van a exhibir un rebote en los próximos meses de la mano de la reapertura de paritarias en algunos sectores, la desaceleración luego de los picos inflacionarios de septiembre y octubre, medidas compensatorias como los bonos de fin de año y las subas de diciembre y marzo previstas por la ley de movilidad previsional, que comienza a captar los meses de mayor inflación.

En este último caso, el poder adquisitivo de las prestaciones sociales, que hoy se ubican 23,4% por debajo de noviembre de 2015, pueden crecer 12,7% a marzo del año que viene (incorporando los aumentos nominales que ya se conocen para diciembre y marzo).

¿Y qué esperar en el corto plazo? “Es un programa muy duro el del FMI. En lo monetario y en lo fiscal. A ningún economista argentino se le hubiera ocurrido este programa. Pero ya está. Todo esto es para llegar a diciembre del 2019. Acá tenemos dos años de contracción económica como mínimo. Este es un programa de estabilización, pero no de recuperación”, les dijo un reconocido economista a los empresarios que pagaron un alto cachet para escucharlo. A mantener los paraguas a mano.

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