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¿Está exagerada la ola de pesimismo?

El nivel de actividad está cerca de tocar un piso y pegar la vuelta

22 noviembre de 2018

Por Guido Lorenzo

Cómo ya se sabe, desde 2010 nuestra economía entró en una especie de serrucho en términos de actividad: en los años pares cae la actividad y en los impares crece o recupera la perdido.

El 2018 aparentaba ser un año “impar”, y todas las notas y perspectivas que había acerca de la evolución del desempeño de la actividad eran positivas. Incluso el arrastre estadístico daba crecimiento. Nadie descontaba que el creciente déficit de Cuenta Corriente para sostener el nivel de actividad no iba a poder ser financiado y el país iba a sufrir un sudden stop. Las expectativas respecto a la actividad estaban muy ancladas respecto a lo sucedido en el 2017, un año de crecimiento del PIB.

Parados después de la tormenta, para 2019 se da una situación de coexistencia de dos estados de ánimos. Por un lado, los datos de actividad no dejan de ser malos (ISAC, EMI, EMAE y Confianza del Consumidor, entre otros) y, por otro lado, se reciben buenas noticias, entre ellas, la renegociación del acuerdo con el FMI, la estabilización del tipo de cambio y la corrección de los desequilibrios externo y fiscal.

Las expectativas tienden a tener un grado de pegajosidad y sobrerreacción. De esta manera parecen estar actuando los participantes del REM y otras encuestas e incluso organismos que muestran una caída de la actividad similar a la de este año o levemente inferior. Contemplando el arrastre estadístico, un crecimiento nulo o marginal. Pero las mismas se van a ir corrigiendo a medida que la recesión vaya mostrando que la actividad va tocando un piso hacia fines de año.

¿Por qué podría recuperarse la actividad? Esa sería la pregunta. La primera de las causas es que básicamente el plan para 2019 es incrementar las exportaciones. De eso se desprende que se corrige casi el 50% del déficit primario y también es el componente de la demanda más dinámico, con un crecimiento proyectado de 21% real en el Presupuesto. Esta premisa no es de difícil cumplimiento una vez que uno mira los datos de comercio internacional en el año de la sequía. Las exportaciones crecieron 3,5% en el primer trimestre, cayendo 4,3% en volumen cuando el efecto de la sequía en productos primarios fue de 12% y 18,5%, respectivamente. Si es un año de una cosecha normal, sin llegar al récord de 130 o 140 millones de toneladas de granos, se podría llegar a un ritmo de US$ 6.000 millones mensuales promedio de exportaciones.

La estabilidad cambiaria sumada a la retroalimentación de mayores posibilidades que no regrese un Gobierno completamente antagónico al actual irán trayendo certidumbre y eso ayudará al consumo y la inversión privada, que verán oportunidades. El gran desafío en ese contexto pasará no tanto por lograr que la actividad no se desplome porque, una vez tocado el piso de septiembre, difícilmente vengan peores números de actividad. El gran desafío, en verdad, es que Argentina durante 2019 pueda retomar el acceso a los mercados de deuda a tasas razonables, es decir, que baje el riesgo país. Eso determinará en buena parte lo que suceda en adelante, mirando hacia 2020, y que puede impactar en las decisiones de agentes en 2019.

Actualmente la baja de la tasa de los Treasuries elevó el riesgo país, pero a medida que haya margen para la recuperación del precio de los activos domésticos se podrá comprimir el spread de los bonos locales versus los estadounidenses. Todo esto depende de la buena pericia del Gobierno en implementar el plan acordado con el FMI, algo que no está exento de riesgos dados los errores no forzados que ya vimos que se han cometido, pero de los que seguramente los funcionarios tomaron nota.

No veo probable que la actividad sufra y siga cayendo por sobre un año donde se hizo el ajuste de precios relativos más grande que la economía debía hacer. La mayor participación de sectores transables en la economía sumará optimismo y eso redundará en una actitud menos cautelosa y más activa en los mercados domésticos. La política monetaria así planteada es contractiva, pero con los ajustes estacionales y utilizando la liquidez de los encajes no remunerados podrá acompañar ese crecimiento sin que haya problemas de liquidez.

La economía ya chocó, pero no por eso va a volver a hacerlo en 2019 porque, ante ese choque, ha demostrado tener apoyo de prestamistas de última instancia y mientras ese apoyo exista, difícilmente se pueda caer más bajo.

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