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El sector textil se deshilacha

Es uno de los principales perdedores de la crisis actual y de las medidas económicas del Gobierno

26 octubre de 2018

Por Juan Strasnoy Peyre

El sector textil es uno de los principales perdedores de la crisis actual y de las medidas económicas del Gobierno. Caída del consumo, pérdida de poder adquisitivo, tasas por las nubes, apertura importadora. Un cóctel difícil de digerir para una rama dominada por las pymes y abocada al mercado interno.

Ayer se confirmó que Tipoití, la principal textil correntina y una de las cinco más importantes del país por facturación, paralizará su producción en diciembre y suspenderá a sus 800 trabajadores, quienes cobrarán el 70% de su salario. A través del programa Repro de la Secretaría de Trabajo, percibirán $4.000 mensuales hasta fin de año. Tapada de deudas, la firma fundada en 1949 entró en cesación de pagos y convocó a sus acreedores para evaluar la situación. El futuro cercano es una incógnita.

“No sé si Tipoití llegará a festejar los 70 años”, lanzó el secretario general del sindicato textil de Corrientes, Raúl Esquivel. No es un caso aislado. La brasileña Alpargatas continúa su plan de ajuste: en las últimas semanas cerró dos plantas textiles y de calzado en La Pampa y Catamarca, que implicaron 300 despidos. Y anunció que recortará 650 puestos de trabajo entre distintas plantas del país. Mafissa, la segunda mayor textil de Argentina, ya apagó sus máquinas, despidió a 400 trabajadores y se convirtió en importadora.

Los datos oficiales lo reflejan. En agosto, en un marco de retroceso generalizado de la actividad económica (1,6% interanual) y de la industria en particular (5,6%), la textil fue la rama que sufrió el mayor desplome, 16,6%. Y fue la que utilizó un menor porcentaje de su capacidad instalada en ese mes: 53,4%, casi 10 puntos menos que el nivel general.

Tormenta perfecta

Gustavo Ludmer, economista y especialista en el sector, considera que las características de la crisis económica generaron una “tormenta perfecta” para esta rama de la actividad. “Hay una caída en las ventas de productos por el menor poder adquisitivo. Las importaciones este año van a tener su récord tanto en dólares como en cantidades (crecieron más de 100% en tres años). Ahora se van a desacelerar un poco, pero hasta agosto hubo un alza del 30% pese a la suba del dólar. Después hay una fuerte presión por el lado de los costos: esta cadena tiene plazos muy largos y en eso le afecta mucho la tasa de interés; también les pega la suba de la electricidad; y lo mismo con los costos logísticos. Todo esto achica mucho el margen de rentabilidad y muchas empresas que estaban en la línea de flotación hoy quedaron por abajo y terminan en convocatoria de acreedores y despidiendo gente”, explicó en diálogo con este diario.

El economista Mariano Kestelboim coincidió en que “todas las variables macro le están jugando en contra al sector” y destacó particularmente la contracción del consumo. “En un contexto de muy marcado deterioro del poder adquisitivo, en el que los bienes y servicios indispensables aumentan mucho más que la inflación general, algunos de los primeros rubros que los consumidores resignan son indumentaria, calzado y marroquinería. Y las empresas, que orientan mayormente sus productos al mercado interno, no tienen una capacidad exportable porque el sector está mundialmente dominado por economías que tienen salarios muchísimo más bajos”. Y amplió: “No hay una sola variable que puedas destacar como positiva. Ni siquiera la devaluación porque el sector tiene muchos insumos dolarizados y otros costos aumentan en línea con el dólar”.

Radiografía

La cadena de valor va desde la producción de algodón hasta la comercialización en las tiendas de los shoppings o en las ferias de venta informal. En el medio están los eslabones industriales textil (la producción de hilos y telas) y de confección de indumentaria. El primero está muy diversificado en términos regionales, con fábricas en Cuyo, el Litoral, Chaco y Catamarca, entre otros puntos. No pasa lo mismo con el eslabón de fabricación de ropa, que está muy concentrado en la CABA, el GBA y algunos polos de confección del interior, como Pergamino-Arrecifes y Rosario.

Para Ludmer, todos los eslabones sienten con fuerza el impacto de la crisis. También explicó que la situación en el calzado, una rama complementaria, es similar ya que se ve afectado por los mismos factores. Y más aun el sector informal. “La crisis pega en particular en los sectores de menores ingresos y ellos son los que se abastecen de ropa a través de los canales informales que están concentrados ferias como La Salada”, planteó.

Los eslabones industriales textil, de la confección y del calzado empleaban en conjunto a 137.000 trabajadores registrados en el 1º T, 14,3% menos que en el 4º T de 2015 (una caída que no refleja la sangría que se vivió en el 2º y 3º trimestre). A eso hay que sumarle unos 100.000 trabajadores no registrados y otros tantos del segmento de comercialización. De acuerdo con la Fundación ProTejer, el sector llegó a emplear a 500.000 de personas en forma directa en toda la cadena. Esa cantidad de puestos de trabajo es la que está en peligro por la actual crisis, según advirtieron en junio las cámaras empresarias textiles, del calzado y marroquinería.

“Argentina durante varios años dilapidó dinero en importaciones superfluas y viajes a Miami, y ahora con estas tasas se va cortando la cadena de pagos. Las consecuencias son difíciles de prever porque depende de los distintos tipos de empresas y cómo se prepararon para una crisis como esta. No agarra a todos por igual pero afecta a todos”, le contó a El Economista Teddy Karagozian, CEO de TN&Platex, la mayor productora de hilados del país. Su empresa es un caso particular: mientras realiza suspensiones en sus plantas de Tucumán, esta semana giró $100 millones en el marco de su plan de inversiones de US$ 6 millones durante 2018. “Nosotros todo el ajuste lo hicimos en 2016 y 2017 y, por eso, esta crisis nos encuentra bien parados. Confiamos en que la demanda a nuestra empresa pronto va a crecer, la demanda en general no lo sé”.

Futuro gris

Kestelboim no es optimista. Sostuvo que la crisis sectorial “se agravará con el correr de los meses. Creo que el colchón que tuvieron las empresas ya lo están terminando de agotar; resistieron mucho pero llega un momento en que ya no pueden más y ahora se van a venir cierres de forma mucho más masiva”. En la misma línea, Ludmer agregó: “Estos niveles de tasa de interés ponen en serio riesgo la salud de la cadena de pagos. Con una tasa de 100%, para que una pyme pueda llegar a descontar un cheque, el costo financiero del producto es muy alto”.

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