El déficit comercial de Estados Unidos alcanzó los US$ 50.000 millones en julio, 9,5% superior al de junio. Las exportaciones se contrajeron 1%, mientras que las importaciones crecieron 0,9% como consecuencia de una mayor demanda interna estimulada por la rebaja de impuestos. A su vez, las ventas al exterior tuvieron que enfrentar la pérdida de dinamismo de algunas economías y los aranceles que estableció China para la soja estadounidense.
El achicamiento del desequilibrio comercial en el segundo trimestre del año ayudó a que el PIB subiera 4,1%, pero como la tendencia apunta a que el déficit vuelva a crecer, no contribuirá a una mayor expansión de la economía en este tercer cuarto del año.
Donald Trump tiene entre sus objetivos reducir el déficit que atribuye a prácticas desleales de otros países y a acuerdos comerciales perjudiciales para Estados Unidos. Pero ese desequilibrio obedece a factores estructurales que llevan a que el país consuma más de lo que se produce con relación al resto del mundo. Por está presente desde hace décadas con gobiernos de distinto signo, con dólar atrasado y adelantado y tanto durante las recesiones como en las expansiones.
A su vez, el dólar se fortaleció casi 8% contra una canasta de monedas desde mediados de abril y eso les resta competitividad a las exportaciones y abarata el precio de las importaciones para el consumidor estadounidense. En ese contexto no sorprende que el déficit comercial hay subido 7% en los primeros siete meses de 2018 con relación al mismo período del año anterior