El Banco Central de Turquía subió la tasa de interés como esperaban y deseaban los mercados. Con el argumento de controlar la inflación que trepó hasta el 18% anual en agosto, la tasa pasó de 17,75% 24% y fue interpretado como un gesto de independencia porque el presidente Erdogan se manifestó reiteradamente contrario a un endurecimiento de la política monetaria.
La respuesta de la lira a la decisión fue inmediata y recuperó posiciones frente al dólar contra el que se devaluó 40% durante este año. Turquía registra un desequilibrio en su cuenta corriente de casi 5% del PIB, similar al de Argentina. Por ese motivo, ambos países son considerados los de peor desempeño entre los emergentes.
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Sin nombrarlos, pero refiriéndose sin duda a ellos, Mario Draghi sostuvo que no todos los países emergentes enfrentaban problemas de la misma magnitud y que los más afectados eran aquellos que no tenían sus fundamentos en orden y presentaban elevado déficits de cuenta corriente, alta inflación y desequilibrios fiscales.
Por el contrario, el Banco de Inglaterra y el propio Banco Central Europeo mantuvieron sin cambios las tasas de interés.
A su vez, la inflación en Estados Unidos en agosto fue menor a la esperada por los analistas y se ubicó en 2,7%, y en 2,2% la núcleo, pero eso no alterará la decisión de la Reserva Federal de subir las tasas en su próxima reunión prevista para la última semana de septiembre.