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Siguen las malas noticias en materia de actividad

03 agosto de 2018

Por Matías Carugati Economista Jefe M&F Consultora y  Florencia Hernández Economista M&F Consultora

Siguen las malas noticias en materia de actividad. Después de registrar una abrupta caída en la actividad en mayo (-5,8%), la industria manufacturera y la construcción anticipan un mal cierre de trimestre. Detrás de los números de junio están los efectos de la sequía, la depreciación y los problemas laborales en Brasil. Las consecuencias del shock cambiario empezaron a sentirse en la economía real y el panorama hacia delante se vuelve más pesimista. Los analistas ven un futuro distinto a la visión del gobierno, con discrepancias respecto a la extensión y profundidad del bajón económico. Hacia delante, las claves serán por la estabilidad del mercado cambiario, la recomposición de la confianza, la dinámica de las exportaciones y el golpe al bolsillo de los hogares de la aceleración inflacionaria.

La industria profundizó su caída. Durante junio, la producción sectorial se contrajo 8,1% anual, acelerando la caída desde el -1,2% de mayo. La baja fue prácticamente generalizada entre los bloques (11 de los 12 bloques registraron variaciones negativas). La sequía continuó golpeando a la molienda de cereales y oleaginosas (-10,7% anual), arrastrando a todo el bloque de Alimentos y Bebidas (-5,4% anual). El normal funcionamiento del bloque automotriz (-11,8% anual) se vio afectado por problemas sindicales, tanto en Brasil como a nivel local (paros de la CGT y Aduana). En efecto, las terminales automotrices produjeron menos que un año atrás. Esta situación repercutió sobre la metalmecánica (-10,9% anual). El reporte del Indec también deja una preocupación (lógica) a futuro: 87% de las empresas relevadas estima que su demanda interna se mantendrá igual o caerá, mientras que un 67% no prevé cambios o caída en sus exportaciones. Asimismo, 48% de las firmas proyectan un aumento en sus necesidades de crédito, lo cual puede ser problemático dadas las elevadas tasas de interés.

Otro motor de la actividad se queda sin fuerzas. La construcción tocó un techo a comienzos de año y, desde entonces, empezó a contraerse a un ritmo cada vez más acelerado. Los datos del ISAC de junio mostraron la primera caída (-0,1% anual) en 16 meses y, si bien logró cerrar el semestre con cifras positivas (+10,9% acumulado), el panorama futuro será distinto. Los despachos de cemento para el consumo interno (-3,5% anual), y los permisos para la construcción (-17% anual) acompañaron las caídas de junio y, junto con la desaceleración de los créditos hipotecarios encienden luces rojas en el sector, sobre todo considerando que aún no se sintieron los ajustes más fuertes sobre la obra pública. Todo parece indicar que la dinámica de la construcción ya no marchará al mismo ritmo que lo hizo hacia principio de año. La necesidad de recortar gastos acota el margen de acción del Gobierno para reactivar la obra pública, mientras que el encarecimiento del crédito y el aumento en el costo por metro cuadrado, golpearán al sector inmobiliario. La apuesta del Gobierno apunta a los proyectos PPP, que comenzarán a funcionar en octubre y serán clave para mitigar la caída del sector.

Se espera un panorama más sombrío. Los shocks que sufrió la economía local y las respuestas de política comienzan a notarse con claridad, deteriorando las perspectivas a corto plazo. El acuerdo con el FMI prácticamente impide cualquier tipo de impulso fiscal (hay un pequeño margen en materia social), mientras que el combate contra la inflación fuerza al BCRA a ser muy prudente al momento de relajar su política monetaria, con el riesgo de desatar nuevas tensiones cambiarias. En otras palabras, el Gobierno tiene un margen muy acotado para amortiguar el golpe vía políticas contracíclicas. La recuperación, entonces, tendrá que esperar a que el sector privado asimile el cimbronazo. El problema (para el Gobierno y, en cierto modo, para la economía en general) es que esta espera se estire hasta bien entrado el 2019.

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