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“Cumplir la meta fiscal de 2019 está atado a un costo político muy alto”

El Economista dialogó con Oscar Cetrángolo (Investigador del IIEP-Baires)

30 agosto de 2018

Entrevista Oscar Cetrángolo Investigador del IIEP-Baires Por Juan Manuel Antonietta 

El Economista dialogó con Oscar Cetrángolo (Investigador del IIEP-Baires), experto en temas fiscales, sobre las posibilidades de cumplir la meta fiscal de 2019 y el cumplimiento del Programa Financiero.

Mauricio Macri anunció ayer que el FMI adelantaría todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento del Programa Financiero de 2019. ¿Alcanza para tranquilizar al mercado?

Es un paso importante, suponiendo que la intranquilidad de los mercados depende de la incertidumbre sobre el Programa Financiero, algo que tiene bastante de verdad. El Gobierno pensó que con el solo anuncio del acuerdo original con el FMI se iba a calmar el mercado y eso no pasó. Quedó claro que el programa financiero dista de estar cerrado en 2019. El Gobierno necesita dos cosas: cumplir con el FMI con la meta de déficit fiscal primario para que sigan los desembolsos y dar confianza para poder ir al mercado. Desde Cambiemos suponen que con este anuncio lo resolverán, pero no parece ser tan fácil.

Los mercados ayer no se tranquilizaron...

El problema es la secuencia de anuncios. El Gobierno se apuró mucho a sellar el acuerdo con el FMI sin haberlo negociado. Al leerlo, en la letra chica y en las cuestiones técnicas, se observa que es mucho más duro de lo que uno se imaginaba y las posibilidades de cumplir con las metas de déficit fiscal, las más importantes, eran bajas. El Gobierno va reacomodando su programa fiscal a medida que pasan los días. Cuando uno diariamente uno abre el diario y se entera de que el Gobierno define una política de ajuste adicional. Si bien para algunos eso puede querer decir que hay voluntad política de cumplir, para los que seguimos las cuentas lo que significa es que las metas no están aseguradas. Se necesitan medidas muy extremas y difíciles de negociar políticamente para cumplirlas. Si yo abro el diario y veo que el Gobierno quiere sacarle 2 puntos del IVA a las provincias y si se necesita eso para cumplir, estamos muy lejos.

En cuanto a la meta fiscal de 2018 ya hay consenso en que se cumplirá, pero la meta fiscal de 2019 de 1,3% parece muy complicada...

La meta de 2019 es difícil mirando los números. Es muy ambiciosa. Los costos políticos de hacer las medidas involucradas para cumplir esa meta son muy altos. Cuando uno mira la estructura del gasto público, hay rubros que son totalmente rígidos, y que incluso van a subir, como pensiones, que representan la mayor parte del gasto. Los ajustes tienen que ser hechos necesariamente sobre aquello en lo que es posible ajustar, lo que implica sobre esas áreas ajustes muy fuertes que van a generar un costo político muy elevado en un año electoral. Y, como si esto fuera poco, el Gobierno persiste con su idea de bajar impuestos. Este ajuste fiscal con supply side no tiene mucho sentido. El Gobierno piensa que la reducción de impuestos va a generar mejoras en el nivel de actividad, pero no creo que eso suceda. En momentos como el actual, lo último que debería hacer un Gobierno es ceder impuestos. No bajar la carga tributaria hace a un reparto más equitativo de la situación, y todos los sectores que venían pagando impuestos deben seguir pagándolos. En el medio de eso hay un duro conflicto político, hay sectores que están muy enardecidos, denuncias cruzadas, va a ser difícil seguir adelante con el sendero hasta ahora propuesto. Es necesario retoques, sobre todo en la política impositiva.

¿Es posible cumplir la meta fiscal de 2019 con un ajuste de los gastos del Estado al ritmo de la inflación de 2018 y una recaudación que crecerá al ritmo de la suba de precios de 2019?

A lo mejor se acelera la inflación, hasta ahora no viene acertando el Gobierno en sus proyecciones. Ahí hubo otra negociación poco afortunada del Gobierno. Si la inflación iba a ser creciente deberían haber cerrado negociaciones paritarias antes y hoy tendrían más margen para la renegociación. Ahora está corriendo atrás de la negociación. El caso de los docentes es muy triste, los chicos pierden clases, debería haberse resuelto de otra manera ese conflicto y esto tiene un costo político muy grande. El cumplimiento de la meta está atado a un costo político muy alto que el Gobierno debe estar dispuesto a pagar para que se cumpla. Me cuesta creer que se acepte eso. El programa fiscal debería reformularse.

En las últimas semanas trascendidos periodísticos anunciaban que el Gobierno ajustaría las prestaciones sociales. ¿Hay espacio para hacerlo?

El gasto social en Argentina es mayoritariamente pago de pensiones y hay poco margen para rediscutir. Ya se rediscutió con la nueva fórmula en diciembre de 2017 y eso tuvo un costo político muy alto. Cambiemos ganó algo de espacio fiscal obviando un período en el ajuste y no creo que se pueda ganar más que eso. En el resto de las prestaciones sociales, lo más significativo es la AUH y, en coyunturas como las actuales, deberían ser incrementadas. De hecho, el acuerdo con el FMI da cuenta de eso. Ese desvío de meta de 0,2% está pensado para dicho programa. No obstante, es muy poco para permitir una mejora de la situación social, las asignaciones hoy sacan a muy poca gente de la pobreza o la indigencia porque los montos son bajos. El programa tiene mucha cobertura, pero en términos de la canasta alimentaria o básica no es sustantivo. En otras asistencias se podría trabajar haciéndolas más eficientes en términos de evitar superposición, pero esas cosas se vienen hablando hace décadas y se avanza muy poco. No resulta atractivo ajustar esta cuenta de forma general como se ha dicho, hay que ver de qué programa están hablando y qué cosas puntuales quiere hacer el Ejecutivo.

¿Puede haber riesgo de “overkill”, que la desaceleración de la actividad perjudique a la recaudación y se entre en un círculo vicioso negativo?

Sí, siempre que hay recesión, la recaudación cae más que proporcionalmente. Cuando la economía entra en un proceso recesivo, la administración tributaria deja de ser estricta. No porque se haga menos eficiente sino porque el que está a cargo de la recaudación sabe que hay empresas que se mantienen sin cerrar con el no pago de impuestos. Si la Administración se vuelve muy dura lo que va a lograr es mayores problemas sociales y cierre de empresas. La política es contracíclica. Cuando la economía levanta, se pone más dura y cuando cae, más flexible. Si la economía crece la recaudación sube más que proporcionalmente y cuando cae es al revés. La recaudación no se mantendrá en medio de una recesión.

Y eso complicará aún más el cumplimiento de la meta...

Sí, y además las medidas de reducción de impuestos son muy duras. El Mínimo No Imponible que avanza sobre las contribuciones patronales, la caída de alícuotas de Ganancias y la reducción o el pago a cuentas creciente del Impuesto al Cheque con Ganancias son medidas muy duras. Se habla mucho de retenciones, pero se arregla poco solo frenando la reducción de ese tributo, el problema son las rebajas impositivas en su conjunto.

Si le podría dar un consejo al Gobierno ¿cuál sería?

El Gobierno necesita un buen diagnóstico y un plan más meditado, ser más humilde, escuchar más y buscar consensos con medidas que son necesariamente de emergencia en la actual coyuntura.

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