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“Cambiemos deberá rediscutir su distribución interna de poder”

El Economista dialogó con el sociólogo y consultor político Gonzalo Arias

02 agosto de 2018

Entrevista a Gonzalo Arias Sociólogo y consultor político Por Néstor Leone

“No creo que hoy el oficialismo esté pensando en una alternativa que no contemple la reelección de Mauricio Macri”, sostiene Gonzalo Arias, sociólogo, consultor, docente y autor del libro “Gustar, ganar y gobernar”. Además, considera muy probable un escenario de polarización. “Cristina parece estar siguiendo al pie de la letra aquella vieja máxima de la política que recomienda no interrumpir a tu enemigo mientras se está equivocando”, señala en entrevista con El Economista.

El Gobierno intenta retomar la iniciativa, pero una realidad más compleja parece impedírselo. ¿En qué estado está hoy?

El Gobierno ha tenido muchas dificultades para lograr estabilizar el escenario económico tras la corrida cambiaria de abril. Y, si bien hoy parece haber salido del ojo de la tormenta, seguramente este esfuerzo no estará exento de costos políticos y sociales. Macri se encuentra entre Escila y Caribdis, esos dos monstruos que en la mitología griega acechaban a los navegantes en ambos extremos de un estrecho canal: los mercados y el electorado. Si no cumple con las metas acordadas con el FMI corre el riesgo de volver a aguas turbulentas y naufragar; pero si cumple con el ajuste comprometido se expone a pagar un alto costo político en las urnas. En este marco, seguramente el Gobierno procurará llevar el terreno de la contienda al debate político y no a la economía. Y, para conseguirlo, hoy la apuesta más segura pareciera ser la de recrear la polarización con el kirchnerismo.

Si el peronismo no K pretende ser competitivo tendrá que incorporar otros sectores que amplíen su base electoral

Cambiemos está atravesado por denuncias de irregularidades en el financiamiento de la campaña. ¿Cuánto afecta esto a sus chances? ¿Cuánto golpea a la gobernadora María Eugenia Vidal?

Cambiemos no es el primer gobierno ni partido en ser investigado por irregularidades en el financiamiento de su campaña. Es innegable que la transparencia en el financiamiento de la política sigue siendo una de las deudas pendientes del sistema político. Aunque, desde ya, ello no exime a Cambiemos. Hasta el momento, no parece ser un tema que afecte específicamente a la gobernadora. Al menos, no se ve aún un impacto significativo en su imagen, que sigue siendo la más alta en el oficialismo. Sin embargo, habría que medir su impacto en la marca Cambiemos, que se presentó ante la sociedad como “una forma distinta de hacer política”. Eventualmente podría poner bajo la lupa de un sector de la opinión pública que lo acompañó con su voto la idea de “cambio” que enarboló el oficialismo, y profundizar el pesimismo y descontento.

¿Hay plan B con Vidal?

No creo que hoy el oficialismo esté pensando en una alternativa que no contemple la reelección de Macri, cuyo liderazgo al interior del partido que él fundó no está en tela de juicio. El Presidente, aun tras este complicado tramo del año, superaría el 30% de intención de voto en un escenario caracterizado, además, por la fragmentación de la oposición. Por otra parte, la gestión de María Eugenia Vidal conserva altos niveles de aprobación (más del 45%) en una provincia que concentra el 38% de los electores del país. Algo similar ocurre con Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires.

Más allá de sus intervenciones parlamentarias, Cristina Kirchner sigue en silencio. ¿Puede esperarse un escenario de mayor polarización rumbo a 2019?

La polarización, como el tango, se baila de a dos. Macri puede sostener que, según lo que indican hoy la mayoría de las encuestas, ante un escenario polarizado, le ganaría a Cristina en un hipotético balotaje. Unidad Ciudadana, por su parte, sostiene que la diferencia porcentual en la primera vuelta es exigua y que en un escenario de balotaje, en un contexto de descontento generalizado, Cristina podría perforar su techo y ganar. La expresidenta parece estar siguiendo al pie de la letra aquella vieja máxima de la política que recomienda “no interrumpir a tu enemigo mientras se está equivocando”. Sin embargo, desde las filas del oficialismo se entusiasman con que más temprano que tarde, levante definitivamente el perfil.

En el peronismo no kirchnerista ya se inscribieron varios precandidatos a la pelea. ¿Qué espacio queda para ellos?

El peronismo no kirchnerista no logra aún erigir un candidato capaz de sintetizar el desafío de unificar las facciones internas al mismo tiempo que resultar electoralmente competitivo. Si bien todavía falta tiempo para la campaña, una candidatura competitiva no se construye de la noche a la mañana, y ello otorga evidentes ventajas a los protagonistas de la dinámica polarizadora que ya está instalada. Si el peronismo tiene el objetivo de ser competitivo tendrá por delante el desafío de incorporar otros sectores que amplíen su base electoral. La ecuación es simple: si Cristina, con Unidad Ciudadana, arrastra consigo a una facción del peronismo, el ala encabezada por los gobernadores y referentes no kirchneristas, deberá necesariamente apelar a sectores del radicalismo y a otros grupos políticos alejados tanto del kirchnerismo como del Gobierno.

Si bien hoy parece haber salido del centro de la tormenta, el Gobierno no estará exento de costos políticos y sociales

¿Cómo cree que jugarán los gobernadores?

Hasta ahora no parece existir articulación mayor entre ellos. Los gobernadores tendrán sin dudas un rol central en la campaña de 2019. Hay 19 distritos provinciales en donde sus gobernadores están en condiciones constitucionales de ser reelectos: 12 correspondientes al peronismo, 3 a Cambiemos y 4 a partidos provinciales. Y ello abre un interrogante fundamental en términos de su potencial influencia en la elección presidencial: ¿los mandatarios provinciales que buscarán la reelección privilegiarán el apoyo electoral local desdoblando las elecciones, o se expondrán a la posibilidad de que una elección simultánea nacionalice la contienda? En el caso de los gobernadores de Cambiemos, seguramente la apuesta pasará por potenciar el “efecto empuje” que los apoyos locales podrían transferir al Presidente. En el caso del peronismo, la situación no es tan clara, y ello podría sin dudas afectar las posibilidades de una candidatura competetiva por fuera del espacio kirchnerista.

¿Puede esperarse un desprendimiento de la alianza Cambiemos a través de Ricardo Alfonsín? ¿Qué impacto podría tener esto?

Está claro que si Macri quiere revitalizar el armado electoral de Cambiemos de cara a 2019 deberá rediscutir la distribución de poder y los roles al interior del espacio. Este es un viejo reclamo del radicalismo, que se ilusiona con haber recuperado cierto protagonismo político frente a las turbulencias de los últimos tiempos. Por otro lado, están los radicales que nunca se sintieron representados por la alianza Cambiemos y que busquen en una coyuntura como la actual disputar la “identidad radical” a sus correligionarios participando en otros armados electorales.

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