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La recesión “ayudaría” a contener los precios

Más allá de la presión inflacionaria, la baja del consumo dificulta el traslado de la suba de costos hacia los precios finales

10 julio de 2018

Una cosa no se sabe y es cuándo frenará la corrida cambiaria, pero algo que sí se sabe es que, con o sin corridas hacia adelante, a la inflación le falta mucho para comenzar a mostrar nuevas señales de desaceleración que la lleven a un ritmo normal para la historia reciente (cerca de 1,5%) y, menos aún, una desinflación hacia los niveles internacionales que prometen desde el Gobierno. La única fuerza que parece contener a los precios es la recesión que, por la vía del bajo consumo, aun no permitiría convalidar en los precios minoristas la totalidad de las remarcaciones que los comercios tienen en sus costos mayoristas por la devaluación.

Según Ecolatina, la inflación interanual de diciembre (la de las famosas metas) estará, cuando menos, en 30%. Eso, dice, en caso de que, en el segundo semestre, la corrida al dólar afloje. Si no afloja, estará en peligro el acuerdo con el FMI ya que se podría superar el 32% del techo de la meta señalada en la Carta de Intención.

¿Sigue?

Más allá de la calma de la semana pasada, según Economía & Regiones (E&R), “la corrida cambiaria no está dominada y entonces no se puede asegurar que es cosa del pasado y ya se terminó”. Un informe publicado durante el fin de semana afirmó: “¿Por qué hay y puede resurgir la corrida cambiaria? Porque no se arreglan los problemas de fondo que la originan. Una corrida son los agentes económicos huyendo del peso y refugiándose en el dólar. O sea, para parar de verdad la corrida hay que corregir o eliminar las razones que hacen que el público le escape al peso y se vaya al dólar. Todo lo demás, es parche circunstancial, es decir, actúa sobre las consecuencias y no las causas”.

Aun así, la diferencia entre que la corrida siga o pare sería como la famosa entre Guatemala y Guatepeor. Desde E&R lo grafican así: si la corrida llegó a su fin, aun así la economía entrará en recesión, con menos inversión, caída del consumo, destrucción de empleo informal y formal, aumento del desempleo y más pobreza e indigencia. Si, en cambio, la corrida sigue ese escenario sólo “será más intenso y peor”. Más inflación con todavía menos inversión y consumo. “En pocas palabras, más estanflación”, señaló el informe.

Inflación habrá igual

En ese mismo sentido, desde Ecolatina sostuvieron que incluso sin más devaluación “la inflación rondaría 13% en el segundo semestre y acumularía 30% en diciembre, por encima del centro de la meta (27%) acordada con el FMI y apenas por debajo de la cota máxima (32%)”. Y es que las presiones inflacionarias siguen: todavía no se registró todo el traslado a precios de la reciente depreciación cambiaria. “Más temprano que tarde tendrá lugar un reacomodamiento de precios relativos, la reapertura de paritarias y los reclamos de las empresas del sector energético por recomponer la suba de costos producidas por el salto del dólar, dan cuenta de que las tensiones inflacionarias persistirán incluso si perdura la tregua cambiaria”, dijeron desde Ecolatina.

Para el director de Focus Market, Damián Di Pace, algo que “ayuda” es la recesión, que dificulta el mark-up empresario. “Realizamos un cruce sobre 10 precios mayoristas versus minoristas y 8 trasladaron menos del 50% del aumento. La caída del consumo limita el traspaso del aumento de los costos de producción (incluyendo devaluación) a los precios minoristas”, dice.

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