Durante este año el salario real de los trabajadores registrados caería en promedio casi 3% interanual. Esa caída sería liderada por los empleados públicos registrados, que sufrirían una merma de 4,5% interanual, mientras que las reumuneraciones reales del sector privado formal cederían 1,5%. Por su parte, si bien no hay datos actualizados de los trabajadores no registrados, su merma (en la zona de 5%) sería incluso mayor por el acotado poder de negociación en contextos recesivos.
Según un informe publicado ayer por Ecolatina, a la aceleración inflacionaria que se está percibiendo desde principios de año se sumaría, hacia fin de año, un nuevo ciclo de correcciones tarifarias, en busca de achicar el déficit fiscal, en el marco del arreglo con el FMI, que no permitiría que el IPC baje de 2% en el último trimestre, redondeando una inflación cercana a 30%. A ese escenario se le suman unos salarios creciendo muy por debajo, con paritarias cercanas a 15% y la recomposición de 5% para los privados propuesta por el Gobierno.
Si 2017 fue un año de recuperación parcial de los salarios reales, todo parece encaminado a que 2018 sea, como lo fue 2016, un año de nueva caída. Es lo que suele ocurrir cuando hay fuertes devaluaciones. El mecanismo es conocido: la depreciación hace que los transables suban, entre ellos los alimentos y también los insumos importados de las diferentes industrias. Todo eso redunda en una inflación acelerada y un salario que corre desde atrás.
