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El mercado encontró un freno

Hacia adelante, todo dependerá de lo que Macri logre con los déficits gemelos

24 junio de 2018

Por Luis Varela

Con un gran apoyo externo (llegó la primera parte del préstamo del FMI y Morgan Stanley nos ascendió de mercado fronterizo a emergente), la primera semana con Luis Caputo en lugar de Federico Sturzenegger al mando del BCRA fue decisiva para frenar la suba del dólar.

Con el dinero de Washington, la mejor nota de MSCI y un mazazo sobre el mercado cambiario al aplicar una tasa de interés del 47% anual en las Lebac, el precio del dólar cambió de dirección: entre fines de abril y el viernes 15 de junio el billete había saltado de $ 20,50 hasta casi $ 29 mientras que la semana pasada se desplomó hasta $ 28,10 en el blue,  $ 27,76 en el oficial minorista y $ 27,01 en el mercado mayorista.

Como la mayor parte de los papeles argentinos están dolarizados, la baja en el precio del dólar implicó un fuerte descenso para los títulos públicos argentinos y también una baja, pero menor, para las acciones. Debido al préstamo del FMI y a la mejor nota del MSCI todos esperaban una euforia: y hubo una descompresión del estallido, pero el mercado todavía muestra muchas dudas.

La sensación que tienen los operadores es que el Gobierno de Mauricio Macri ganó tiempo. Y que la pelota ahora quedó en el campo de Cambiemos: si logra que la inflación no se coma en poco tiempo toda la suba del dólar y si, a la vez, va cumpliendo con lo pactado con el FMI (achicar el rojo fiscal, sobre todo), es posible que la crisis no termine en otro colapso como sucedió otras veces.

El escenario que ven los analistas tiene todavía detrás de si una gran incertidumbre. Los últimos datos que va entregando la economía lo dicen todo.

Argentina tiene en este momento el segundo peor rojo comercial en 20 años. La balanza entre importaciones y exportaciones generó en mayo una pérdida de US$ 1.285 millones y en enero-mayo fue de $ 4.704 millones.

La inflación y el retraso que tuvo el dólar hasta abril subieron tanto los precios de los productos argentinos que cualquier cosa se compraba afuera, las empresas no podían competir y, en consecuencia, la desocupación subió al 9,1% en el primer trimestre de 2018.

Con toda la crisis, el consumo se plantó. Las ventas mayoristas de las pymes cayeron 4,8% en mayo. El consumo en supermercados cayó 2,1%, aunque en los shoppings, donde se vende la mayoría de importados, creció 6%.

La gente se siente cada vez más insegura y en junio bajó 0,3% la confianza de los consumidores, acumulando una caída del 14,4% en los últimos 12 meses.

Como muchos productos están atados al dólar, la inflación pegó un salto: de rodar al 25% anual, ahora se empieza a calcular una velocidad del 30% anual.

Obviamente, el proceso de la crisis hace que la producción industrial caiga 3,3%, también bajó la demanda de electricidad, y de una expansión del PIB que venía creciendo al 2,7% anual, ahora estamos cada vez más cerca de 0%.

Por todo eso, mientras en el mundo la dirección del dólar estuvo más repartida, en Argentina mostró un gran cambio de orientación. En la semana el dólar siguió subiendo en Brasil (1,5% contra el real), en China (1% contra el yuan), en Chile (0,9% contra el peso chileno) y en Gran Bretaña (0,2% contra la libra).

Pero el billete verde, desde su cumbre de este siglo, retrocedió contra las monedas más duras: el dólar bajó 0,4% contra el euro, 0,7% contra el yen japonés y 1% contra el franco suizo. Y, con el FMI, MSCI y Lebac en el medio, el dólar bajó en la semana 3,8% en Argentina, con todo el mundo mirando el mercado con la boca abierta.

Este descenso del dólar impactó en los bonos. Con un firme descenso el viernes pasado, los títulos públicos redondearon la semana con una baja del 1,8%.

Se sabe, el mundo está sumergido en una fuerte pelea de Estados Unidos  contra todos, exigiendo que se pongan en línea todos los aranceles. Hasta mediados de la semana pasada había tensión con China y con Europa, pero en las últimas horas también se sumó la India a la pelea, y el ruido en el comercio mundial está subiendo, y nadie sabe cómo terminará esta pelea.

Esa situación, obviamente, empieza a afectar la inversión. Los tenedores de fondos van vendiendo lo más riesgoso y se acurrucan en lo que supuestamente es más seguro. Por eso la semana pasada subió el precio contado de los bonos de Estados Unidos (y su tasa larga bajo de 2,98 a 2,89% anual).

Mientras que la cotización del oro sube peldaño a peldaño y el valor de la onza de plata, que viene más retrasada, sube de manera más sólida.

Así, además de huir de las monedas y los bonos emergentes, los inversores de todas partes también abandonaron posiciones en las Bolsas. En el balance semanal, la Bolsa de Frankfurt cayó la friolera de 3,3%, el Dow Jones achicó 2%, las Bolsas de Tokio y Santiago de Chile bajaron 1,5%, el Nasdaq de Wall Street cedió 0,7%, Madrid 0,6%, México 0,4% y San Pablo 0,2%.

¿Cuál fue la única Bolsa del mundo que pudo subir la semana pasada? Con el dinero del FMI a cuestas y con la nota del MSCI, el índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires subió 0,2% en pesos y mejoró 2,3% medida en dólares, colocando al mercado argentino en una nueva posición. De caer indefinidamente pasamos a encontrar un freno. Ahora dependerá de lo que Macri logre con los déficits gemelos.

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