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El Gobierno aún no encontró luz al final del túnel y sigue el shock de desconfianza

El derrumbe de los activos nacionales sigue: ni el efecto MSCI, ni Caputo en el BCRA ni tampoco el salvavidas del FMI pueden cambiarle la cara a los operadores

29 junio de 2018

Por Leandro Gabin 

El derrumbe de los activos argentinos fue la constante de esta semana financiera. Ni el efecto MSCI, ni Luis Caputo en el BCRA ni tampoco el salvavidas del Fondo Monetario Internacional (FMI) pueden cambiarla la cara a los operadores.

El mundo claramente no ayuda y eso potencia el malhumor que ya existía con Argentina. Un reciente informe de Black-Rock, un fondo de inversión “amigo” del Gobierno y uno de los más grandes del mundo además, avisaba sugestivamente en su título lo que hay que esperar. “No entres en pánico, prepárate”. En ese trabajo se detallaba que las tensiones comerciales “están aquí para quedarse”.

“Incluso sin una guerra comercial estrictamente dicha, las crecientes fricciones podrían pesar sobre la confianza empresarial y el crecimiento. Los fundamentos económicos continúan siendo sólidos y apuntalan nuestro riesgo en el corto plazo, pero abogamos por aumentar la resiliencia en las carteras a medida que aumenta la incertidumbre”, dice el fondo neoyorquino que maneja activos por US$ 6,28 billones.

Con respecto a la marcha de la economía mundial, BlackRock observa sólidos fundamentos que aún apuntalan el crecimiento global en el corto plazo, pero reconocen que los riesgos geopolíticos, como las tensiones comerciales, están amplificando la macroincertidumbre.

El gigante financiero mantiene su postura de estar overweight en acciones y neutral en bonos. ¿Qué dice en cada caso?

Equity. Las reformas económicas, la mejora de los fundamentos corporativos y las valoraciones razonables respaldan las acciones emergentes. La expansión por encima de la tendencia en el mundo desarrollado es otro aspecto positivo. Los riesgos incluyen un fuerte aumento en el dólar estadounidense, las tensiones comerciales y las elecciones.

Renta fija. Los recientes movimientos de precios han mejorado las valuaciones de la deuda en moneda fuerte, aumentando el atractivo relativo tanto para los bonos en moneda local como para las empresas. El apoyo adicional para las valuaciones proviene de la desaceleración de la oferta y los sólidos fundamentos de los emergentes. Los temores comerciales o los riesgos geopolíticos que provocan un rápido endurecimiento de las condiciones financieras mundiales representan riesgos a la baja.

En el caso local, todo el mercado empieza a recalcular lo que será el crecimiento de este año. Algo que comienza a descontarse que será simbólico (en el mejor de los casos). Por eso llamó la atención que el flamante titular del BCRA alertara por la violencia de la desaceleración.

En su primer Comunicado de Política Monetaria, cuando mantuvo la tasa de referencia en 40%, fue más pesimista que muchos consultores privados. El banco estima que el PIB mostrará un crecimiento cercano al 1% en 2018, antes de retomar tasas superiores en 2019. Es la primera vez que una voz oficial le pone un número al impacto sobre la economía de la crisis financiera agudizada por la sequía.

Rodolfo Santángelo, el alter ego del ex Banco Nación y crítico del Gobierno, Carlos Melconian, dice que la recesión durará un año, lo que llama una recesión clásica. La única chance es que la cosecha ayude para que la economía crezca el año que viene. “Hay que rezar para que llueva”, dice. “Para los próximos nueve meses vos tenés caída de salario real, caída de actividad, etcétera. Se crecerá cero. Un punto lo explica la cosecha y el resto es producto del desmanejo”, ejemplificó.

“Las turbulencias cambiarias y financieras que se iniciaron a fines de diciembre, pero que generaron el nivel máximo de incertidumbre entre fines de mayo y junio están empezando a mostrar el impacto sobre el nivel de actividad”, señala Quinquela Asset Management. De esa manera, dicen, la economía se enfrenta a un típico problema de objetivos múltiples y escasez de herramientas. Se busca sostener un tipo de cambio competitivo, controlar la inflación y sostener el nivel de actividad. Para ello cuenta con pocas herramientas y margen de acción acotado en determinadas variables por el acuerdo con el FMI. “Todavía resta conocer más en profundidad el esquema de razonamiento de las autoridades del BCRA, pero el orden de prioridades parecería estar claro: estabilidad cambiaria, metas de inflación y por último nivel de actividad”, vaticinan.

Y de estabilidad cambiaria hablando, las tensiones con el dólar siguen a flor de piel. El jueves el billete saltó en el circuito mayorista y quedó en $ 28,12 mientras que el minorista quedó en $ 28,69 pero en algunos bancos se volvió a vender a $ 29. La oferta de Caputo en el mercado de US$ 150 millones, en lugar de los habituales US$ 100 millones, sirvió para poco y nada. Nadie liquida y eso desespera al Gobierno.

En la city porteña se volvieron a escuchar rumores de todo tipo con respecto a qué pasará con la sequía de dólares. Uno de ellos hablaba de un inminente plan del oficialismo para encarecer los viajes al exterior colocando un impuesto a la compra de pasajes. También podrían extenderlo al uso de las tarjetas. Pero inicialmente sería sólo a los vuelos ya que son parte importante del costo de un viaje. ¿Vuelve el dólar tarjeta de Cristina? La necesidad de reducir el déficit de cuenta corriente, ante la escasez de divisas, permite que esta clase de rumores puedan ser verosímiles.

Lo importante es que el nuevo titular del BCRA seguirá monitoreando lo que pase con el dólar. Caputo había manifestado en reuniones con economistas que la banda entre $27 y $28 estaba bien para el dólar mayorista en el corto plazo. Imaginaba una “estabilidad” que ayudaría a bajar el pass-through en los próximos meses. Por ahora, está dentro del rango imaginario del presidente del BCRA, pero las nulas liquidaciones hacen que el plan empiece a tambalear. ¿Saldrá a intervenir a pesar de las restricciones que impone el FMI?

“El organismo avalaría que Caputo interviniera más si el tipo de cambio se fuera de $30, pero abajo de eso no lo ven bien”, decía un banquero con llegada directa a despachos oficiales. Parte de la letra no escrita del acuerdo. El Gobierno no tiene respiro, pero Caputo les avisó que esta vez no pueden correr la crisis de atrás.

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