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El FMI y las 10 claves de la Carta de Intención que presentó Argentina

El Gobierno quiere un primer desembolso de US$ 15.000 M antes de fin de mes y usará la mitad “como apoyo presupuestario” y “el resto de los tramos serán tratados como precautorios”

Alejandro Radonjic 14 junio de 2018

Por Alejandro Radonjic

Casi como un mortal más que debe recurrir a un banco para solicitar una financiación, Argentina debió hacer lo mismo ante el FMI. En su Carta de Intención, difundida hoy, solicitó un monto concreto (los famosos US$ 50.000 millones), explicó los motivos detrás de la necesidad y, sobre todo, el uso que dará a esos fondos y los lineamientos generales del business-plan (es decir, los ejes rectores de la política económica). A continuación, las 10 claves del documento de 33 páginas.

Ajustaremos. El alma del plan es el ajuste fiscal, un camino que el Gobierno dice (y las cifras lo avalan) ya había comenzado, que deberá acelerarse y, sobre todo, en 2019, cuando el target (primario) baja de 2,7% del PIB a 1,3% del PIB. No será fácil y, peor aún, el ajuste podría ser aún mayor si flaquea la recaudación a causa del enfriamiento de la economía. “En el caso que la actividad económica crezca menos de lo esperado y la recaudación tributaria se viera afectada, identificamos una suma equivalente a 0,2% del PIB de medidas adicionales (especialmente en infraestructura) que podrían ser tomadas para cumplir con nuestras metas fiscales”, dice la misiva firmada por Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger. ¿Cuáles serán los puntales del gradualismo 2.0? Subsidios, salarios públicos, compras y bienes por parte del Gobierno, obra pública (“continuaremos ejecutando los proyectos de obra pública esenciales para dinamizar la competitividad de nuestro país, pero pospondremos aquellos que no lo sean”, dicen), transferencias a empresas públicas, eventuales cambios en las jubilaciones y transferencias discrecionales a las provincias.

El mundo. Según las autoridades, el contexto global (o climático) es casi el único responsable de la tensión cambiaria y el consecuente pedido de oxígeno financiero a Washington. A saber, la sequía y el superdólar. La única admisión es que “estos cambios inesperados interactuaron con las conocidas vulnerabilidades, intrínsecas a nuestro sendero de políticas”. Preocupante.

La comunicación. La difusión y la transparencia quizás sea uno de los mejores activos que tiene, y no son demasiados, el Gobierno. Los funcionarios dan la cara y explican, incluso con detalles y decimales. La Carta de Intención difundida hoy tenía abundantes datos y, en parte como compromiso con el FMI, las cuentas deberán estar siempre abiertas. Positivo.

Flotando? “Como parte de nuestro marco de metas de inflación estamos completamente comprometidos con un tipo de cambio flexible y determinado por el mercado. Nos 14 proponemos limitar las ventas de reservas internacionales a períodos en que haya una clara disfunción del mercado. Incluso en esos casos, planeamos absorber las presiones externas a través de un tipo de cambio flexible y ventas de divisas muy limitadas para acomodar las presiones del mercado cambiario”, dicen las autoridades en la misiva. Agrega: “En el caso improbable de que nuestra intervención en el mercado de divisas (tanto al contado como en futuros) esté por encima de lo que es consistente con ese sendero, iniciaremos conversaciones con el staff del FMI para analizar las condiciones en los mercados de divisas y nuestra política de respuesta”.

La equidad de género. “Las mujeres en Argentina ganan en promedio menos que los hombres en puestos similares, son más propensas a trabajar en la economía informal, son menos propensas a participar en el mercado laboral, y sufren de peores condiciones de trabajo. Abordar esta situación ha sido una preocupación desde el comienzo de nuestra administración, y continuará estando entre los objetivos de nuestro plan. Reforzaremos los pasos que ya hemos dado para nivelar las condiciones y proporcionar a las mujeres las oportunidades económicas y el apoyo a los cuales tienen derecho todos los ciudadanos argentinos”, sostienen. Los caminos a seguir son varios. “Trabajar para reformar el actual sistema tributario reduciendo los desincentivos para que las mujeres participen del mercado laboral; continuar implementando nuestros proyectos e iniciativas en acciones para promover igual paga y un sistema más equitativo de licencias de paternidad y maternidad (ambos en nuestra propuesta de Ley de Equidad de Género, enviado al Congreso en 2018); continuar construyendo infraestructura para el cuidado de niños y educación de la primera infancia; exigir a las empresas que cotizan en bolsa que publiquen anualmente datos sobre el equilibrio de género en su directorio y entre sus puestos gerenciales y continuar trabajando en nuestras iniciativas para luchar contra la violencia de género y violencia doméstica y proporcionar redes de apoyo para las víctimas de dicha violencia”, soslayan.

Las provincias. Por supuesto, el acuerdo tiene costos políticos y uno de los mayores (potencialmente) puede ser el pacto de gobernabilidad con las provincias, claves en 2016 y 2017. Aquellos que más preocupa son, por un lado, el freno en la obra pública y, por el otro, en las transferencias discrecionales. “Las transferencias discrecionales a las provincias asociadas a gastos que han sido asignados como responsabilidad de cada provincia por la Constitución se irán reduciendo ya que las provincias tomarán estas responsabilidades. Estas reducciones en las transferencias discrecionales están diseñadas para garantizar que la incidencia no recaiga sobre la asistencia social ni otro tipo de programas para el alivio de la pobreza que son ejecutados por las provincias”, argumentan. Algunos gobernadores, incluso del ala moderada, están empezando a tensar la cuerda?

No se toca. El gradualismo 2.0 no incluye el gasto social y, en rigor, en las reuniones de coordinación que se llevan adelante en el Palacio de Hacienda está casi todos los ministros?menos Carolina Stanley. “Las reformas fiscales implementadas en Argentina en el pasado fracasaron porque se prestó insuficiente atención tanto a la construcción del consenso social necesario para implementar las reformas, como a la protección de los más vulnerables de los efectos de las mismas. No repetiremos este error. Esto es particularmente apremiante dado el intolerable nivel de pobreza que hemos heredado de la administración anterior”, dicen. Añaden: “Durante la duración del programa, seguiremos mejorando la red de seguridad social en Argentina. Protegeremos el gasto social e introduciremos salvaguardas para el mismo focalizadas en programas automáticos de transferencias monetarias ya existentes, bien focalizados y capaces de alcanzar a la mayoría de la población pobre y vulnerable”.

Desenchufar. “Vamos a desenchufar la maquinita”, dijo Federico Sturzenegger, el jueves pasado, en el anuncio del acuerdo ante el CCK. Hoy, se dieron más precisiones. “La nueva Carta Orgánica suspenderá la financiación directa o indirecta del Banco Central al Tesoro y reducirá la exposición crediticia del BCRA al Gobierno de manera predecible y por etapas”, dice la carta. Ese proyecto se enviará al Congreso antes de marzo de 2019. Quizás el punto más valioso del acuerdo, que fue pedido por el FMI.

Desinflación (lenta). Las metas de inflación (relanzadas ?por tercera vez-) siguen en pie y son más realistas. Eso es positivo (la mayor inflación ya estaba descontada) porque ayudará a que la política monetaria modere exageradamente su sesgo contractivo y el Gobierno quede en groseros off-sides. “Si bien lamentamos volver a reajustar nuestras metas de acuerdo a un sendero más alto de inflación (?) creemos que es el momento adecuado para establecer nuestras metas de inflación para los próximos tres años, y nos comprometemos a hacer lo que sea necesario para cumplirlas”. ¿Cuáles son? “La meta será igual o inferior a las expectativas actuales del mercado para el final de 2018 (27%), y luego 17%, 13% y 9% para diciembre de cada uno de los siguientes 3 años”. Exigente, desde ya, pero menos que antes: en rigor, en 2018, subió ¡12 puntos! Era 15% hasta hace poco. ¿Alcanzará? Los privados están cada vez más cerca de 30%. ¿El instrumento? Uno débil (en Argentina, cuanto menos, como ya quedó demostrado): la tasa. “Calibraremos nuestra política monetaria de manera prospectiva para garantizar que la inflación converja a nuestras metas”. No bajará por el momento. “Estamos comprometidos a mantener nuestra actual política monetaria restrictiva hasta que veamos una señal tangible de que tanto la inflación realizada como las expectativas de inflación a fines de 2019 comienzan a bajar”.

“Esperamos”. ¿Cuál es la expectativa del Gobierno, su objetivo y los supuestos que la sustentan? Así lo explican: “Esperamos que el efecto combinado de nuestro programa económico y el apoyo del FMI permita reconstruir rápidamente la confianza en nuestro país, favoreciendo una reducción del costo de financiamiento y promoviendo el retorno de la entrada de capitales”, dicen. “Ambos factores, junto con un tipo de cambio real más depreciado, deberían facilitar un aumento en la inversión de capital y la creación de empleo”, agrega y dice que espera un crecimiento de 2% en 2019. Ante ese escenario, “las perspectivas de la balanza de pagos son buenas, ya que nuestro programa de políticas probablemente conduzca a una rápida reversión del reciente aumento del déficit en cuenta corriente y es probable que baje a 3,6% del PIB en 2020, una cifra que debería financiarse cómodamente con los flujos de inversión extranjera directa”. Por último, dicen: “Se esperan, además, entradas de inversiones de portafolio, que el BCRA tiene la intención de absorber a través de un aumento en el stock de reservas internacionales”. ¿Funcionará? Más vale que lo haga.

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