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Apuntes sobre la movilidad de ingresos en América Latina

En América Latina, los ingresos de los hogares fluctúan mucho más que en Europa: las políticas laborales y sociales son más débiles; buena parte de los empleos son informales y los mercados financieros están poco desarrollados

04 junio de 2018

Por Martín Trombetta Becario CONICET (UNGS) y profesor (UADE)

Desde la década del 70, algunos economistas se dedican a analizar la movilidad de ingresos, es decir, el tamaño y características de los movimientos de los ingresos de individuos u hogares a lo largo del tiempo. Al analizar la evolución temporal de los ingresos de una muestra determinada de hogares, se obtiene una idea de la “película” que caracteriza a la evolución en sus condiciones de vida, información ciertamente muy superior a la “fotografía” que pueda obtenerse midiendo los ingresos de hogares distintos cada año. Para captar información de este tipo se utiliza encuestas llamadas “longitudinales”, es decir, encuestas que siguen a un mismo conjunto de individuos a lo largo del tiempo.

Lamentablemente, llevar a cabo relevamientos de este tipo es muy costoso, razón por la cual solo países desarrollados los han implementado hasta ahora. Estados Unidos fue el pionero, con una encuesta realizada por la Universidad de Michigan que comenzó en 1968 y continúa en funcionamiento al día de hoy. Gran Bretaña y Suecia fueron algunos de los primeros en seguir esta línea y, más recientemente, la mayoría de los países europeos implementaron encuestas similares.

En América Latina no existen actualmente encuestas longitudinales. Sin embargo, las encuestas tradicionales por lo general utilizan esquemas muestrales rotativos, con el fin de economizar algunos gastos asociados al diseño muestral. Esto quiere decir que un mismo hogar es, efectivamente, relevado en más de una oportunidad. Por ejemplo, en Argentina, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) visita a cada hogar cuatro veces a lo largo de una ventana de dieciocho meses. Esto nos permite analizar algunos aspectos de la movilidad de ingresos, en particular, lo que llamamos movilidad de corto plazo.

Los ingresos de los hogares sufren importantes fluctuaciones en ventanas temporales cortas debido a muchas razones. Principalmente, entradas y salidas de miembros al mercado de trabajo, cambios en salarios reales (sea debido a modificaciones en el valor nominal del salario o a la inflación) y variaciones en los montos percibidos en concepto de transferencias públicas (por ejemplo, en la Asignación Universal por Hijo, el Plan Progresar u otras similares, además de las jubilaciones y pensiones). Lo fundamental aquí es que estas fluctuaciones pueden ser dañinas para el bienestar de los hogares ya que generan incertidumbre sobre las posibilidades de un hogar de mantener condiciones de vida estables.

Argentina presenta un nivel de movilidad similar al de Europa del Este y mayor al de los países de Europa Occidental

En los últimos años, algunos investigadores hemos hecho esfuerzos para contribuir a desarrollar esta literatura en América Latina. Los resultados presentados hasta el momento señalan numerosos aspectos interesantes, en particular, el hecho de que la movilidad de ingresos observada en nuestra región es considerablemente mayor a la registrada en países desarrollados.

Por ejemplo, en un paper reciente mostramos que Argentina presenta un nivel de movilidad similar al de países de Europa del Este (Polonia, Letonia y Lituania) y sensiblemente mayor al de los países de Europa Occidental. El resto de América Latina presenta valores incluso mayores. En otras palabras, el hogar promedio latinoamericano enfrenta cambios mucho más grandes en su ingreso a lo largo de un año que el hogar promedio europeo. Por ejemplo, en Argentina, el 25% de los hogares experimenta una caída de 20% o más en su ingreso real (es decir, ajustado por inflación) cada año. Este valor es incluso más alto en otros países de la región (40% en México, 32% en Paraguay, 31% en Perú).

Estos valores son especialmente preocupantes si se considera que corresponden al período 2003-2015, elestos países exhibieron una performance macroeconómica bastante favorable. La situación podría ser peor aún en contextos recesivos o de estancamiento. Esto es especialmente preocupante si se toman en cuenta ciertas características negativas de la región. En América Latina las políticas laborales y sociales son considerablemente más débiles que en Europa.

Por ejemplo, no existe un seguro de desempleo que permita a los hogares mantener sus condiciones de vida cuando un miembro pierde su empleo. Por otra parte, buena parte de los empleos son informales, lo que los vuelve mucho más inestables y por ende aumenta la exposición de quienes los ocupan a variaciones fuertes en sus remuneraciones.

En el país, el 25% de los hogares experimenta una caída de 20% o más en su ingreso real (ajustado por inflación) cada año

A su vez, los mercados financieros están poco desarrollados, de modo que no es sencillo para los hogares acceder a préstamos para financiar su consumo en tiempos de vacas flacas (de hecho en ocasiones ni siquiera es sencillo hallar alternativas de ahorro que aseguren retornos nominales superiores a la tasa de inflación). A todo esto debe sumarse la tradicional inestabilidad macroeconómica de la región, donde los cambios de régimen económico son frecuentes y, por lo general, bastante violentos, con sus correspondientes impactos sobre las condiciones de vida de los hogares.

La movilidad de ingresos es un campo amplio y dinámico en la investigación empírica actual. Muchos interrogantes quedan aún pendientes para ser abordados, en particular en lo referido a la movilidad intergeneracional (la relación entre ingresos de padres e ingresos de hijos). Al no contar con encuestas longitudinales, no es posible, por el momento, avanzar en ese sentido. Sin embargo, aún es mucho lo que podemos aprender de los cambios en ingresos observados en ventanas cortas de tiempo. Porque al final del día, el ingreso es como el mundo: eppur si muove.

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