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Macri vuelve a elegir a CFK como rival en el debate por tarifas

¿Señal de debilidad, cambio en la estrategia de comunicación y repolarización?

29 mayo de 2018

“Les pido a los senadores y gobernadores peronistas que sean responsables con el futuro de los argentinos y que no voten una ley inconstitucional. Les pido a los senadores que demuestren que existe un peronismo responsable que no se deja conducir por las locuras que impulsa Cristina Fernández de Kirchner”, dijo ayer el presidente, Mauricio Macri, en un discurso grabado en el que se refirió a la cuestión energética y al proyecto opositor que pretende frenar el incremento de tarifas. Con un revés más que probable en la Cámara Baja y el costo político de vetar una iniciativa sobre un tema que afecta transversalmente a la sociedad, el Presidente jugó sus fichas, aun cuando las negociaciones con la oposición moderada siga en pie.

De esta manera, Macri vuelve a elegir a la expresidenta como rival. Con la sociedad en general como posible interlocutor, pero también como gesto de dureza hacia los sectores con los que Cambiemos sigue intentando un acuerdo. El objetivo: generar alguna diferenciación mayor sobre este tema y, el objetivo de máxima, quebrar el frente opositor. “Tratar de loca a una mujer. Típico de machirulo”, fue la respuesta de Cristina a través de Twitter, guardándose para la discusión en el recinto de mañana la discusión de fondo.

“Es una estrategia para dividir al peronismo no kirchnerista. Su verdadera intención es que el proyecto fracase con una deserción de peronistas condescendientes. Si no sale, va a querer decir que los peronistas de Miguel Angel Pichetto y Diego Bossio son K”, sostiene Julio Burdman, politólogo y analista, consultado por El Economista.

Para Gonzalo Arias, sociólogo y autor del libro “Gustar, ganar y gobernar”, la declaración de Macri es un intento de situar el terreno de la disputa entre el Gobierno y la oposición en el campo de la política y no en el de la economía para recrear el escenario discursivo de campaña tanto en 2015 como en 2017. De ahí, dice, la apelación a conceptos como la grieta, la corrupción y otros significantes que configuran la ya conocida estrategia de polarización políticoelectoral. “Seguirá apostando a la presencia pública de CFK, aprovechando su imagen negativa y la funcionalidad que ha tenido hasta hoy, no sólo para abroquelar detrás del sello Cambiemos a votantes desencantados o enojados con su persona y/o gestión, sino para condenar a la oposición peronista a una casi segura oferta electoral fragmentada en varios espacios”, sostiene.

“Teniendo en cuenta que no hubo acuerdo y que va a vetar la ley, perdido por perdido, Macri trata de ganar esta discusión en el plano simbólico, a partir de la contraposición entre el peronismo que supuestamente no sabe conducirse a sí mismo y deja llevarse por las narices por Cristina y quienes le proponen una salida racional a la sociedad”, interpreta Carlos Fara, director de Fara & Asociados.

Resultados

Respecto a la pertinencia, el sentido de oportunidad o la efectividad de la confrontación renovada con Cristina, los analistas consultados por El Economista muestran sus dudas, con matices. “La eficacia de esta estrategia dependerá no sólo de si CFK se sube al ring que le propone el Gobierno, sino también de si mediáticamente es posible construir la imagen de Cristina como la principal figura de la oposición, algo que hasta ahora parece difícil”, sostiene Arias. Y agrega: “Paradójicamente, en una coyuntura económica difícil como la actual, si bien el silencio de CFK parece horadar aún más la imagen del Gobierno que se ve privado de recrear el escenario de polarización, también impide que la expresidenta intente capitalizar la situación a su favor”.

Para Fara, en tanto, “la sociedad tiene demasiado con la turbulencia económica, con la inflación, la posibilidad de un ajuste, el Fondo Monetario Internacional, como para que poner a Cristina en el medio particularmente de ahora algún resultado”. “No suma ni resta. En todo caso, puede ser solamente importante para el propio público, para que siga refiriéndose en términos nosotros versus Cristina, como el mal mayor”, agrega. “No veo demasiada eficacia en esa estrategia en lo que respecta al proyecto de tarifas. Pero a Macri siempre le dio réditos confrontar con el peronismo”, señala Burdman.

Destinatarios

En cuanto a la discusión que se desató ayer respecto de si la intervención del Presidente de apuntar contra Cristina tenía como destinatario a la oposición moderada, como gesto de presión, o si la opinión pública, en términos más generales era la interlocutora elegido, Burdman señala que hay algo de ambas cosas. Y advierte sobre diferencias en el peronismo: “Pichetto y los aliados de Sergio Massa van a retener la mayoría, comprometidos con hacer algo más de oposicionismo en esta etapa, mientras que el gobernador Juan Manuel Urtubey tiene una estrategia de posponer ese giro necesario del peronismo para ser competitivo”. Fara, en tanto, marca los límites de esta estrategia: “Si fuera la oposición moderada me sentiría un poco molesto con el hecho de que el Presidente sea el que me diga con quien me tengo que diferenciar o con quien no”.

“Creo que es un gesto que apunta a ambos frentes”, sostiene Airas. “Por un lado, a la política: un desafío a CFK, a la vez que un mensaje a la panorama oposición moderada, recordándoles que están subiéndose a una discusión que es liderada por la expresidenta; y por ende, que son en cierta forma funcionales a un proyecto que muchos de ellos ya dieron por fenecido. Y por otro lado, a la opinión pública con el objeto de que, como sucedió en los últimos dos procesos electorales, se abroquele contra CFK”.

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