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En abril, cayó el PIB y se empieza a hablar de una posible recesión

Ferreres vio caída de 1,8% contra marzo y el 2018 año cerraría con poca variación en el punta a punta

24 mayo de 2018

Por Mariano Cúparo Ortiz

Si ocurre, el dato se terminará de confirmar hacia fines de año pero va ganando verosimilitud: la economía podría estar comenzando a transitar un nuevo período recesivo. Con un segundo trimestre que ya se esperaba a la baja en materia de actividad, se suma un tercero que también se prevé como contractivo, por la devaluación de mayo, que tendrá su traslado a precios y pegará en un consumo, que ya mostró algún dolor en el EMAE de marzo. Ayer Orlando Ferreres publicó su índice de actividad de abril, que dio una caída desestacionalizada de 1,8% contra marzo.

¿Recesión?

La baja de la actividad en el segundo trimestre era esperada como efecto de la sequía. Algo de eso comenzó a verse en marzo: el agro dejó de aportar y por el contrario dio una merma de 5,5% interanual. Es esperable, por la importancia que suele cobrar el agro en el segundo trimestre por la cosecha gruesa, que ese efecto se acentúe en abril-mayo-junio. A eso se le sumarían, especialmente en junio, los primeros impactos de la devaluación de mayo.

En el tercer trimestre ya pegarán de lleno los efectos de la merma en el consumo generada por la devaluación y analistas como Melisa Sala, de LCG, lo van viendo en baja. Si ese escenario se confirma en los hechos, se tratará de una nueva recesión. Lo explicó el director socio de Consultora Ledesma, Gabriel Caamaño Gómez, consultado por El Economista: “Nosotros sabemos que el segundo cae y ahora estamos viendo que el tercero muy probablemente también. Entonces tal vez vayamos a tener un nuevo período recesivo. Breve pero recesivo al fin, porque si tenemos dos trimestres de caída seguidos, eso por definición es recesión. Sigo siendo optimista respecto al último trimestre. Va a dar positivo. El tema es cuanto. Lo más probable es que el total del año dé un crecimiento por debajo de 2% y en ese caso más de la mitad de la mejora va a ser explicada por el arrastre estadístico que dejó el 2017”. Así, la actividad tendría una variación de 1-2% en 2018. Si se acerca a 1% se explicará totalmente por una mera cuestión estadística, que es la diferencia entre el techo que dejó el último trimestre de 2017 y el promedio de ese mismo año. Es decir, que punta a punta no habría mejora. Y si queda en 1,5% se explicará en dos tercios por lo estadístico, con una leve mejora punta a punta. Para Caamaño, “el escenario más optimista es un crecimiento de 2%”.

Pisa el freno

Abril ya abrió al segundo semestre con unas perspectivas que confirman el panorama esperado: según el informe del Indice General de Actividad (IGA) de Orlando Ferreres, publicado ayer, la variación contra marzo libre de factores de estacionalidad fue una caída de 1,8% y una interanual desacelerando fuerte a 1%. “Vale destacar que este era un resultado esperable, puesto que en el segundo cuarto del año cobran relevancia los granos gruesos, en donde las proyecciones de producción muestran una baja de aproximadamente 35% en el caso de la soja, y de 8% para el maíz”, sostuvo el informe.

Y con el agro tironeando menos desde la demanda, también cabe esperar que otros sectores tengan menos derrame, como la industria, que ya viene golpeada. Ayer FIEL publicó su IPI de abril, que dio una caída desestacionalizada de 1,4% contra marzo. Según Ferreres, la caída del agro ya explicó un deterioro de 0,5% interanual del comercio mayorista.

Marzo dio una caída desestacionalizada contra febrero, según el EMAE del Indec publicado esta semana, justificada principalmente por la sequía (si bien pega más fuerte en el segundo trimestre, marzo ya suele ser un mes más fuerte y julio también).

Para Caamaño Gómez, además de ese factor, también comenzó a jugar una caída en el consumo que se explica por “la percepción de que el salario real se deterioró y de que eso va a seguir siendo así”. Y es que además de la merma en el agro, en marzo se vio una en las actividades de servicios comunitarios, sociales y personales (dio caída de 1,4%), que incluye por ejemplo consumos como el gimnasio, el cine y el servicio doméstico.

“Si creés que es una caída transitoria del salario, ahorrás menos y no querés cambiar tu nivel de consumo. En cambio, si creés que el deterioro llegó para quedarse cambiás tu nivel de consumo y ese tipo de gastos, el gimnasio, el spa, el cine, que son los más fáciles de cortar”, explicó Caamaño Gómez.

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