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“Las políticas mejoraron, pero los cambios reales tardan más de 1 o 2 años”

En un diálogo exclusivo con El Economista, Fiona Mackie (Regional Manager de América Latina para The Economist Intelligence Unit) analiza el presente y el futuro de las Macrinomics

13 marzo de 2018

Entrevista a Fiona Mackie The Economist Intelligence Unit

En un diálogo exclusivo con El Economista, Fiona Mackie (Regional Manager de América Latina para The Economist Intelligence Unit) analiza el presente y el futuro de las Macrinomics. Además, y solo unos días antes del gran encuentro que realizará The Economist en Buenos Aires (será el próximos jueves) y que tendrá varias presencias estelares, Mackie dice cuanto ha cambiado Argentina desde finales de 2015.

La última vez que hablamos, a finales de 2016, usted nos dijo que la economía crecería en 2017, como finalmente ocurrió, pero que había dudas sobre su capacidad para mantener ese crecimiento. ¿Qué esperan para 2018-2019?

El escenario de corto plazo se ha complicado por la sequía y su efecto en el agro. Por eso, recientemente revisamos a la baja nuestra proyección de crecimiento de 3,4% a 3%. Aun así, ese 3% es un desempeño bueno y debería ser bastante difundido sectorialmente y apoyado en un consumo todavía sólido. Además, la economía global está en un gran momento y eso es una muy buena noticia para Argentina. Sin embargo, la economía global ayudará menos hacia adelante, y particularmente desde 2020, cuando esperamos una recesión en EE.UU. Eso implica que el crecimiento deberá ser liderado por la demanda interna y eso significa que las restricciones para el crecimiento, como los desequilibrios macroeconómicos remanentes y las debilidades estructurales e institucionales, deberán ser atacadas. El Gobierno está avanzando en esa agenda y creemos que Argentina será capaz de crecer sobre bases más sólidas y sostenidas en los próximos años, aunque todavía persisten riesgos a la estabilización que, eventualmente, podrían afectar ese crecimiento.

La inflación se ha presentado como un hueso duro de roer. Mucho más que lo previsto inicialmente por el Gobierno. Esperaban mayores progresos en ese frente o sabían que iba a ser muy complicado?

Sabíamos que iba a ser difícil pero, aun así, esperábamos más progresos en ese frente. El obstáculo fueron las subas, mayores que las esperadas, en los precios regulados.  Si bien subir tarifas es crucial para reducir los subsidios y poner el déficit fiscal en caja, la implementación secuencial, si bien es más tolerable desde una perspectiva política, han elevado las expectativas de inflación, que hoy no están ancladas en el target del BCRA. Eso es un problema adicional porque los shocks, como la reciente depreciación del peso, tienen más impacto sobre los precios si la confianza en el inflation targeting es menor. Sin embargo, desde una perspectiva más amplia, reducir la inflación desde niveles superiores a 20% raramente es fácil y no sorprende que sea una tarea que tome su tiempo, incluso sus años. No creemos que se cumpla la meta en 2018, pero creemos que la desinflación seguirá, y se intensificará en el segundo semestre, y eso es lo que realmente importa en el mediano plazo. También es clave, y no sólo para la desinflación, sino para el costo del financiamiento soberano, que el Gobierno mantenga y cumpla sus targets fiscales. Ese es el verdadero examen del 2018, más que las metas del BCRA.

“¿Hemos cambiado?”  es el título de la conferencia que organizarán la semana que viene en Buenos Aires.  Le traslado esa pregunta. ¿Hemos cambiado o estamos en el proceso aún?

Las políticas han cambiado. Para mejor, obviamente. Pero los cambios reales y duraderos no se dan en uno o dos años. Reconstruir las instituciones y la confianza en el respeto de la ley puede tardar décadas. Por ahora, los inversores están buscando señales de que la mejora en las políticas sea durable y pueda sobrevivir un cambio de Gobierno. Por ahora, las señales son positivas y el Gobierno está apuntando a hacer reformas en las áreas correctas. Sin embargo, tiene una venta de oportunidad pequeña antes de las elecciones de 2019 para implementar más reformas y, además, tiene que lograr que esas reformas se implementen correctamente para que puedan elevar las perspectivas de crecimiento de largo plazo.

Una última sobre Brasil. ¿El 2018 marcará el regreso a una senda de crecimiento sostenido o todo depende de quién gane las presidenciales de octubre?

El 2018 será un año extraño para Brasil. Creemos que puede crecer a una tasa sólida de 2,8%. Los últimos datos muestran que suben los salarios, el empleo y el crédito privado. Sin embargo, es una recuperación débil considerando la severidad de la recesión y, además, los riesgos políticos son enormes. Vale sea que gane las elecciones de octubre deberá hacer ajustes fiscales importantes para poner las finanzas públicas en orden. Si no lo hace, las perspectivas podrían empeorar para 2019.  Por eso, estamos en un modo waitand-see con Brasil y eso, obviamente, impacta en Argentina. El Gobierno debe acelerar las reformas para amortiguar un eventual empeoramiento de las condiciones en Brasil.

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