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Critican el apuro oficial por firmar acuerdo con la UE

En soledad, el Gobierno quiere sellar el acuerdo ya, pero los expertos piden no apurarse con un tema tan sensible

21 marzo de 2018

Por Juan M. Antonietta 

“Somos optimistas y pensamos llegar a un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE) y la próxima reunión es en la primera semana de abril”, expresó Nicolás Dujovne, ayer por la tarde, en el marco de las reuniones del G20. El Gobierno no baja los brazos y continúa buscando impulsar un pacto comercial que lleva veinte años de negociaciones inconclusas.

El principal foco de negociación en estos momentos es la cuota de la carne vacuna y algunos productos agrícolas. Fuentes diplomáticas consultadas por El Economista señalaron que los cronogramas de desgravación y otros capítulos ya están negociados en base a modelos de acuerdos firmados por la UE. La reducción de aranceles sería paulatina y duraría diez años. Los analistas señalan que para Europa será un acuerdo más, y no harán ninguna excepción especial.

Socios que no cooperan

La posición del Gobierno de Cambiemos se encuentra en relativa soledad. Ni Brasil, sumido en pleno proceso electoral, ni otros países europeos se muestran tan ávidos como Argentina de ceder para avanzar con el acuerdo. El ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, señaló ayer que “la negociación con el Mercosur está bloqueada por diferentes razones” y agregó que, si bien esperan la decisión de los países sudamericanos, por el momento está frenada. La rígida posición francesa se basa no sólo en su celoso cuidado de los productores locales sino en un convencimiento de que “Argentina con tal de firmar algo, acepta cualquier acuerdo”, sostiene una fuente en off the record.

Pero el riesgo, según diversos analistas, es muy alto: someter la estrategia comercial a una necesidad de mostrar una victoria política en el frente externo puede tener efectos muy nocivos para la economía. Así lo ven, por ejemplo, los empresarios nucleados en la Unión Industrial Argentina (UIA), que se encuentran muy preocupados por la falta de transparencia en la negociación. Según pudo reconstruir El Economista, en una de las pocas charlas que se produjeron entre industriales y Gobierno, un funcionario dijo: “El acuerdo es desequilibrado, pero lo vamos a llevar adelante igual”.

Los motivos

El economista Carlos Leyba señaló que “la idea general del Gobierno es que el tiempo lo cura todo y que en diez años se podrá pegar un salto cualitativo que logre desarrollar lo que hasta ahora no logramos mejorar”.

Leyba opinó: “No se está haciendo ningún tipo de estudios sobre los impactos aguas arriba y aguas abajo del acuerdo y se está suponiendo ideológicamente que hay un hecho natural de beneficio de abrirse al comercio”.

Martín Alfie (Radar) dijo que el Gobierno está buscando firmar el acuerdo con la UE por una cuestión más bien reputacional. “El objetivo es 'volver al mundo' ya que todo indica que las ganancias comerciales no van a ser grandes”, explica el economista. “Una supuesta ganancia en materia de inversiones a cambio de las concesiones que está otorgando el Mercosur en otros capítulos pareciera ser un mal resultado”, opinó.

Desde una mirada contrapuesta, Marcelo Elizondo (DNI) señaló que “un acuerdo desigual en el corto plazo genera frustraciones, pero deja ganancias en el mediano y largo plazos”. Para el especialista en comercio exterior, un inversor puede observar el pacto comercial como un sello de calidad. Además, argumentó que “cualquier acuerdo generará fuertes incentivos a las empresas a aumentar la competitividad”.

Para Alfie, los determinantes sobre la Inversión Extranjera Directa (IED) en la región suelen ser otros, como el acceso a recursos naturales o aprovechamiento del mercado interno. “No creo que un acceso más fluido al mercado europeo sea un impulso considerable a la IED, al menos en Argentina”, explicó.

La letra chica

Los dos capítulos en los que cedería el Gobierno porque generan mayor preocupación son las compras públicas y los derechos de propiedad intelectual. Leyba señaló que “poner en igualdad de condiciones a una empresa europea con una nacional es imposible”, dado el gran diferencial de productividad que existe hoy en muchos rubros.

Alfie explica la importancia que tienen las compras públicas como herramientas para impulsar el desarrollo productivo. “Hoy hay una ventana de oportunidad en sectores de avanzada como equipamiento para energías renovables”, dijo y señala que “si las empresas europeas tienen el mismo tratamiento que las locales, como puede desprenderse de las negociaciones, la potencia de esta política se limitaría fuertemente”.

Los derechos de propiedad intelectual, por su parte, amenazan seriamente a la industria farmacéutica local, entre otras, históricamente protegida en Argentina por el no reconocimiento de patentes. El acceso a medicamentos podría encarecerse y aumentar los precios de los productos genéricos si el Viejo Continente lograra imponer sus condiciones.

En este marco, en el cual la UE no cede, llevar adelante una negociación sin un foco claro es peligroso para la industria nacional. El Gobierno parecería estar dejándose llevar por una cuestión más ideológica que práctica, coinciden los expertos. Cerrarse al mundo no es una opción, agregan, pero tampoco lo es un acuerdo que no tenga en cuenta las discusiones más importantes de las políticas comerciales.

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