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El crecimiento sigue, con algunas dudas

La economía se expandió en 2017 y las proyecciones apuntan a un buen 2018, aunque el optimismo cedió terreno

22 marzo de 2018

Por Matías Carugati Economista Jefe M&F Consultora

El PIB se expandió en 2017. La publicación de Cuentas Nacionales confirmó lo anticipado por el EMAE: la economía dejó atrás la recesión de 2016 y creció 2,9% en 2017. Se corrigió al alza el primer trimestre y a la baja el segundo y el tercero, con el cuarto marcando una leve aceleración. La inversión privada fue el componente más dinámico (+11% anual), con la inversión en maquinaria y la construcción como estandartes (+14% y +12%, respectivamente). El consumo privado realizó un buen aporte (+3,6%), mientras que el empuje del consumo público fue menor (+2%). Las exportaciones netas directamente tiraron hacia abajo el PIB. Aunque la mayoría de los sectores se expandieron, la variación no fue homogénea. Entre los sectores más dinámicos se encuentran la pesca (+14%), la construcción (+10%) y los servicios financieros (+5%). En el otro extremo, los de peor desempeño fueron minería (-3%) y electricidad, gas y agua (-1%).

Datos recientes confirman la continuidad del crecimiento. El Índice General de Actividad de Ferreres anotó una expansión de 4,5% anual en enero, mientras que el volumen de importaciones (ligado a la actividad en general) subió 26% en febrero. Ambos indicadores, además, mantienen el buen desempeño que se vio en registros anteriores. Si se analizan indicadores más específicos a cada componente, en general se observan datos alentadores, sobre todo en lo que refiere a la inversión. La situación del consumo varía según el segmento que se analice. Por otra parte, en lo que es un giro positivo, las exportaciones están comenzando a repuntar, aunque habrá que monitorear el impacto de la sequía (más abajo, algunos detalles al respecto).

La economía se expandió en 2017 y las proyecciones apuntan a un buen 2018, aunque el optimismo cedió terreno

Las proyecciones apuntan a un buen 2018, aunque el optimismo cedió terreno. Las expectativas de los analistas apuntan a un segundo año consecutivo de expansión, lo cual rompería con el ciclo de alzas y bajas alternadas que viene desde 2011. Específicamente, la proyección de consenso es de 2,7% anual, con un rango que va de 1,8% a 3,8%. De todos modos, las estimaciones de bancos y consultoras han ido corrigiéndose a la baja. En diciembre se esperaba un crecimiento de 3,2% para 2018, porcentaje que se recortó a 3% en enero y al mencionado 2,7% de febrero. Incluso desde el Gobierno empezaron a barajar (extraoficialmente) proyecciones de crecimiento más bajas que el 3,5% plasmado en la Ley de Presupuesto.

Las dudas surgen por el impacto de la sequía sobre el nivel de actividad. El estrés hídrico está afectando seriamente a las condiciones del suelo, complicando las perspectivas de cosecha de soja y maíz. Tanto la Bolsa de Cereales de Buenos Aires como la de Rosario redujeron sensiblemente sus proyecciones de cosecha. Ahora se espera una producción de 40-42 millones de toneladas de soja (-22/-23% en relación a la estimación inicial de cada entidad) y 32-34 millones de toneladas de maíz (-17/-20%). Aunque la magnitud del impacto sobre el PIB aún no puede precisarse con exactitud (depende del clima), sabemos por experiencias anteriores (2009 y 2012) que será algo temporario, limitado al segundo trimestre del año. De todas formas, cada décima de punto de crecimiento que se pierda afecta a todo el proceso de estabilización macro, empezando por el lado fiscal. Una expansión menor a la esperada obligará a redoblar esfuerzos si se pretende cumplir con la meta.

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