Por Mariano Espina
El último viernes en Parque Norte, el Gobierno retomó, sin eufemismos, la discusión electoral y relanzó la maquinaria oficial con varios objetivos claros. Los primeros movimientos comenzaron a verse el sábado, durante el primer timbreo del año que protagonizaron los dirigentes de Cambiemos, a excepción del presidente Mauricio Macri.
En la asamblea del PRO se debatieron los temas candentes que atraviesa la gestión en este 2018 y se hizo autocrítica por los motivos que causaron una caída en la imagen del Presidente. Pero rápidamente se focalizaron en algunas de las metas que traza el Gobierno para 2019: reelegir a los actuales mandatarios en la Nación, provincia de Buenos Aires, CABA y Jujuy; ganar en distritos clave (Córdoba y Santa Fe, por ejemplo); obtener gobernaciones de provincias màs chicas como Santa Cruz y retener Mendoza, lograr tener el mayor bloque en el Senado y avanzar en el Gran Buenos Aires.
Cambiemos ha demostrado, tanto en 2015 como en los últimos comicios, facilidad para vencer en el interior de la provincia de Buenos Aires. Administra más de cincuenta partidos en esa zona. Encuentra más dificultades para asentarse en el Conurbano de la provincia, en los veinticuatro municipios que se identifican como GBA. De esos distritos, Cambiemos logró imponerse (en 2017) en once, los siete que administra y otros cuatro opositores. En el Gobierno Nacional y también en el provincial, comienzan a alistar a los municipios accesibles para dar la batalla con posibilidades de ganar en los comicios de 2019. Hay algunos requisitos que se tienen en cuenta en el armado para designar recursos, candidatos e iniciativa. Por caso, una composición demográfica cercana al voto Cambiemos, datos que llegan a la mesa chica gracias al Big Data; gestión (opositora) vulnerable o con puntos flacos; candidato propio fuerte; buen resultado en los últimos comicios (victoria o derrota ajustada ) y composición sociodemográfica con fuerte presencia de clase media.
Avellaneda es uno de los partidos que en Cambiemos ven con posibilidades de alcanzar el año próximo. En octubre pasado cayeron por menos de cuatro puntos ante la boleta de Jorge Ferraresi (Unidad Ciudadana). Consideran que está compuesta por un electorado cercano al votante de Cambiemos y apostarán, otra vez, por Gladys González, actual senadora de Cambiemos que compartió fórmula con Esteban Bullrich.
En La Matanza, la ventaja de la lista de Verónica Magario fue por veinte puntos en 2017, pero en Cambiemos se mostraron satisfechos por los más de 230 mil sufragios obtenidos, un porcentaje importante sobre el total del padrón bonaerense. Reconocen que conquistar este bastión peronista es casi imposible, pero darán pelea con el actual ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro. Hurlingham, San Martín e Ituzaingó son otros de los municipios que figuran en esta lista. En los tres Cambiemos logró imponer su boleta en 2017 y trabaja para fortalecer a los candidatos locales.
La otra tarea será la de retener los siete distritos que en la actualidad administra. No imaginan, con razón, contratiempos en San Isidro y Vicente López. Tampoco en Tres de Febrero, Morón y San Miguel. Más complicado es el escenario en Quilmes (Martiniano Molina) y Lanús (Néstor Grindetti). Ganó por pocos puntos en ambos y las gestiones reciben críticas, por lo que María Eugenia Vidal deberá seguir de cerca estas administraciones, con la herramienta que recibió tras el Consenso Fiscal, al recuperar una porción de lo que reclamaba por el Fondo del Conurbano. Uno de los ingenieros de esta empresa será el intendente de Vicente López, Jorge Macri, que asumió el último viernes al frente de la escuela de gobiernos locales, para capacitar dirigentes y controlar administraciones.
