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Luz roja para la industria textil

Emplea a más de 400.000 personas y ya perdió más de 25.000 puestos de trabajo por la caída de la actividad ante la baja del consumo y la suba de las importaciones

07 febrero de 2018

Por Juan Manuel Antonietta 

La recuperación industrial de la que se enorgullece el Gobierno dista mucho de ser homogénea. Hay sectores que se están transformando en las estrellas de esta recuperación con ritmos de crecimiento muy altos y hay otros que se están estrellando. Uno de los sectores que más preocupa al  Gobierno es la industria textil, que la propia Secretaría de la Transformación Productiva señaló como el rojo más preocupante del 2017 (presentó una caída de 8,6% hasta noviembre).

Jorge Sorebilla, presidente de la Fundación ProTejer, en diálogo con El Economista dijo: “Aunque el Indec señaló una caída de 9% en el 2016, nuestros números nos marcan que en verdad la disminución fue de 20%. La actividad llegó a tocar un fondo de una utilización de 50% de la capacidad instalada y luego repuntó hasta un 60% donde se estabilizó en 2017” .

El sector textil emplea a más de 400.000 personas en toda la cadena de valor de los cuales según Sorebilla la caída generó una perdida de al menos 25.000 puestos de trabajo. Mariano Kestelboim, economista especializado en el sector, señaló: “Estamos lejos de un piso de caída del empleo. Las empresas están tratando de resistir y todavía no hubo cierres masivos. Hubo suspensiones y paradas técnicas. Si la situación sigue por este sendero, una muy buena parte se puede llegar a perder”.

La caída

Para Sorebilla la baja se debió al doble efecto negativo que generaron la caída del consumo y el aumento de importaciones. “La baja del poder adquisitivo por los aumentos de servicios e impuestos generó una merma del consumo que se  mantuvo durante el año 2017”, señaló Sorebilla y además resaltó el efecto nocivo del aumento del turismo ya que “los cuatro millones de turistas que viajaron al exterior compran ropa con una carga impositiva del 10% mientras que en Argentina en el precio de la indumentaria el 52% son impuestos”.

El sector tuvo el saldo más preocupante del 2017 (-8,6% hasta noviembre)

Kestelboim dijo: “ Se combinaron muchos factores que van en contra de la industria local. El consumo masivo cayó en 2016 alrededor de un 6% y en el 2017 disminuyó 1%. Los sectores que más sufren esta caída son los más sensible a reducir su consumo por parte de la población, en ellos se resalta la indumentaria. Los consumidores pueden retrasar estas compras. La industria se esta enfrentando a un endurecimiento del crédito, a un incremento del costo del crédito, una disminución de la escala de venta y al mismo tiempo crecieron las importaciones”.

Sorebilla aclaró que las restricciones actuales de importación de ropa presentan el problema de que no condicionan a las grandes tiendas que importan todo lo que quieren. “A pesar de lo que dice el Gobierno, está bastante liberalizado, si no aumentan aun más las importaciones es porque no hay consumo”, indicó. En 2017 las importaciones duplicaron a las que había en 2015, y fueron 50% superior a las de 2016.

La competitividad

Sorebilla señaló que la reforma tributaria no le otorga oxígeno al sector. “La reforma tiene el problema de que los aportes patronales, que para nuestra industria eran de 17%, nos lo incrementan en cinco años a 19,5%, con lo cual el alivio del mínimo no imponible se ve contrarrestado” marcó Sorebilla y agregó que “a las empresas del interior del país además se les quitó el beneficio del crédito fiscal del IVA que perjudica fuertemente la financiación de las empresas de nuestro sector”. Para Kestelboim la industria textil argentina es muy competitiva, el problema esta puertas afuera de las fábricas. “El Estado debería diferenciar a las empresas de mano de obra intensiva de las que no en cuanto a la carga de aportes patronales y contribuciones sociales. Esto podría incentivar el registro de los trabajadores y la ampliación de las capacidades productivas”.

Para el economista especializado en la rama, una empresa siderúrgica no debería contratar empleados con las mismas cargas que la industria textil que tiene un valor agregado mucho más alto en materia laboral, mientras que el otro es meramente capital intensivo.

Kestelboim marcó: “El sector de la confección esta particularmente disperso y atomizado. Hay que estimular muchísimo la fusión de empresas. La mayoría son muy pequeñas y los costos fijos muy altos produciendo una pérdida de competitividad por el bajo volumen de producción. Los problemas de escala deberían resolver con un poco de incentivo público a la concentración económica”

Las perspectivas

Martín Alfie de la consultora Radar sostiene que “en el sector textil, como en el conjunto del sector manufacturero, se necesita una agenda de competitividad sistemática que mejore las condiciones estructurales, y el rol del Estado es clave". Desde esta consultora, esperan una caída del 5% para el sector en 2018.

Sorebilla concluyó: “El piso no está claro, dependemos mucho de la evolución de las variables macroeconómicas, el tipo de cambio, la inflación. Si el tipo de cambio se atrasa se seguirá perdiendo competitividad con respecto a los productos extranjeros. Si no se atrasa, seguramente el consumo se va a ir recuperando. Sin embargo es importante que la posible recuperación del consumo abrace al sector productivo nacional y no se vuelque todo a productos importados. Tenemos que encontrar un equilibrio para lograr el pleno empleo”.

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