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La crisis venezolana

Argentina tiene que actuar vigorosamente y sumarse a las acciones orientadas a encontrar una salida democrática para Venezuela

Atilio Molteni 26 febrero de 2018

Por Atilio Molteni Embajador

Debido a su Gobierno autoritario, Venezuela quedó al borde del abismo e inmersa en una crisis política total. El desastre de su economía fue iniciado por Hugo Chávez y continuado, desde 2013, por Nicolás Maduro. En los '70 era uno de los países más ricos de América Latina y ejercía el liderazgo en la producción de petróleo.

Un gran porcentaje de sus ciudadanos, alrededor de tres millones, lo que equivale al 10% de su población, decidió dejar el país. Se trata de un drama humano comparable a la tragedia de los refugiados sirios, como lo demuestran los informes de Acnur. Además, existen miles de detenidos políticos y las manifestaciones de la oposición son reprimidas a sangre y fuego.

En febrero, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, desarrollada por sus tres universidades más importantes, estableció que 87% de los hogares están por debajo de la línea de pobreza, situación agravada por la inflación. El 80% de los hogares tienen inseguridad alimentaria y carecen de atención médica. En un contexto de empobrecimiento general, las barreras de acceso a la educación afectan a todo el espectro social y más de un millón de niños no acuden a la escuela. El 93% de los venezolanos considera que la violencia aumentó, alcanzando uno de los índices más altos del mundo. Otras encuestas señalan que 28% de los venezolanos evalúan que el problema mayor es la falta de comida, 13,4% el alto costo de vida y la inflación y 11,8% la crisis económica y la recesión.

La producción y exportación petrolera están declinando mientras la inflación llega a 2.000 % (dentro del ámbito de la hiperinflación mientras el FMI pronostica que aumentará mucho más). La desocupación es del 20%. La economía se ha contraído 40% desde el 2013 mientras que el incumplimiento de las obligaciones internacionales sólo se evita por la asistencia económica provista por Rusia y China.

Los llamados al diálogo de miembros de la comunidad internacional y la OEA fracasaron, y la victoria electoral de la coalición democrática (MUD) en las elecciones legislativas de diciembre de 2015, que le permitió el control del Parlamento, fue dejada de lado por las acciones ilegales del régimen. Mientras las elecciones presidenciales convocadas por Maduro tendrán lugar el 22 de abril, lo que permitiría extender por seis años su desastroso Gobierno, el 7 de febrero las conversaciones del Gobierno con la oposición fracasaron y fueron definitivamente suspendidas.

El problema consiste en determinar qué hacer cuando un régimen permanece en el poder por acciones dictatoriales y populistas, con un apoyo político escaso, condenando a la mayoría de la población a la penuria y el destierro, convirtiéndose en una amenaza a la seguridad de toda América Latina. Es obvio suponer que sin algún tipo de intervención de la comunidad internacional, semejante crisis no podrá ser resuelta pacíficamente.

Resulta significativo que, salvo para aludir a la construcción del muro en la frontera con México, a la renegociación del NAFTA, criticar la anterior apertura de su país hacia Cuba, la inmigración ilegal o las drogas, la situación de América Latina no haya figurado en la agenda original de Donald Trump. Recién el 1º de febrero, el discurso del Secretario de Estado, Rex Tillerson, se decidió enfatizar la importancia de los valores democráticos de la región y llamó a la acción contra los gobiernos de Venezuela y Cuba, al tiempo que criticaba la presencia china, considerando que lleva adelante un modelo de desarrollo estatal a semejanza del imperialismo del pasado, buscando que caiga en su órbita a un precio desconocido, y que subrayara el crecimiento de la presencia rusa en la región, que continua vendiendo armas y equipos a regímenes antidemocráticos. Días después, en el transcurso de su viaje a América Latina, que incluyó a la visita realizada a Argentina, declaró que Washington utilizará todas las herramientas económicas, políticas y diplomáticas contra el régimen de Venezuela y establecerá sanciones.

Es obvio que Argentina tiene que actuar vigorosamente y sumarse a las acciones orientadas a encontrar una salida democrática para Venezuela, no sólo en salvaguarda de los intereses de su pueblo sino también por su propia experiencia, ya que resulta imposible olvidar que fue el ejemplo que trató de imitar el Gobierno de Cristina Kirchner, cuando se inspiró en muchas de las acciones de Maduro a la hora de violar los mismos valores democráticos.

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