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BBVA alerta por la vulnerabilidad ante cambios externos

El tipo de cambio “flotante” permite amortiguar mejor los shocks externos, pero las necesidades de financiamiento hacen que el país sea más sensible al movimiento de capitales

07 febrero de 2018

Mientras que el mundo debate como seguirán los mercados después del cimbronazo de estos días, un informe del BBVA sobre  Argentina destaca lo que es temor del mercado con la frágil situación del país ante inesperados momentos de stress financiero. Si bien el tipo de cambio “flotante” permite amortiguar mejor los shocks externos negativos (el dólar por caso subió ocho centavos en el mayorista mientras que el minorista quedó a tiro de los $20), las necesidades de financiamiento del Gobierno, que son elevadas, hacen que el país sea más sensible al movimiento de capitales. Por eso, ante el “vuelo a la calidad” que se traduce en la huida de capitales hacia los bonos del Tesoro de EE.UU. que son considerados libre de riesgo, el costo de financiamiento para el país se elevó. El riesgo país bordeando los 400 puntos básicos es un fiel reflejo de la situación.

De todas maneras, el view del BBVA con Argentina es positivo, claro, hecha esta aclaración no menor. Que ellos mismos explican así: “Este esquema pone de relieve la vulnerabilidad de Argentina a un cambio de las condiciones internacionales, por lo cual es crucial que las reformas que lleva adelante el gobierno de Macri comiencen a rendir frutos en términos de mejora de la productividad de modo que el financiamiento de la cuenta corriente se canalice mayoritariamente vía inversión externa directa en lugar de a través de inversiones de cartera sujetas a 'sudden stops'”. La entidad española agrega que es probable que existan “importantes limitaciones políticas” para avanzar más rápidamente con una agenda de reformas por el lado de la oferta, pero destaca que el Gobierno continúa orientado al objetivo de “reinsertar a la Argentina en el mundo para ampliar el tamaño del mercado y generar economías de escala”.

Con respecto las previsiones sobre la economía, el BBVA dice que debido al aumento del optimismo sobre la recuperación de la economía mundial y una revisión al alza cercana a 0,5 punto porcentuales del crecimiento de Brasil y de 1 punto a partir de 2019 en China, implican una mejora relevante en la demanda externa. “En este contexto y teniendo en cuenta también que los datos más recientes confirman que la economía argentina continúa creciendo en torno al 0,9% trimestral, estimamos ahora un aumento del PIB de 3,3% en 2018 y 2019”, señalan.

Ante el “vuelo a la calidad” que se traduce en la huida de capitales hacia los bonos del Tesoro de EE.UU. que son considerados libre de riesgo, el costo de financiamiento para el país se elevó

Con respecto a la política de tasas, dice que un relajamiento de la política monetaria luego de la modificación de las metas, que el BCRA convalidó con la baja de 150 puntos la tasa política monetaria en enero, “provocó una revisión al alza de las expectativas de los analistas y una rápida depreciación del tipo de cambio”.

“Teniendo en cuenta el impacto que podría tener el desanclaje de las expectativas sobre las negociaciones salariales y las señales de un BCRA más 'dovish', modificamos nuestra previsión de aumento del IPC a 18,5% para 2018 y a 12,2% para 2019”, consignó BBVA.

Estiman que el BCRA continuará reduciendo muy gradualmente la tasa de política monetaria, especialmente en el primer cuatrimestre de 2018, dado que los datos de inflación no darán lugar al optimismo, hasta alcanzar  21% a fin de año. También lanzaron una crítica al gradualismo de Nicolás Dujovne con el tema del gasto. “Dado el lento ajuste fiscal y que las empresas continuarán financiando sus planes de expansión en el exterior, el déficit en cuenta corriente seguirá siendo elevado en los próximos años hasta 2020, promediando 5% del PIB”, dicen. El financiamiento de este déficit, acota BBVA, continuará siendo abundante, manteniendo la oferta excedente de dólares más allá de episodios puntuales de volatilidad, dando lugar a una depreciación del peso por debajo de la tasa de inflación, a la vez que la política monetaria, aunque más relajada, hará que las tasas de interés se mantengan por encima de la inflación esperada, reforzando el atractivo de las inversiones en pesos para no residentes.

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