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Argentina y el dólar: vidas paralelas

Las noticias del mundo son buenas, se crecerá a tasas altas y Brasil volverá a crecer, pero los cambios que podrían producirse en terreno financiero son menos favorables

09 febrero de 2018

La volatilidad de los mercados financieros globales impacta en Argentina y pone de manifiesto, una vez más, que es imposible analizar y proyectar escenarios de la economía nacional sin tener en cuenta lo que ocurre más allá de sus fronteras. El nivel de actividad económica, y el de algunos países en particular, es un dato clave. En ese sentido, las noticias son buenas porque el mundo crecerá a tasas altas, ninguna economía relevante sufrirá una recesión este año y Brasil volverá a crecer.

Pero algunos cambios que podrían producirse en las condiciones financieras son menos favorables para el país. En primer lugar aparece la suba de la tasa de los bonos del tesoro a diez años que significa menos capitales para los mercados emergentes y más caros.  A Argentina eso la afecta, aunque logró anticipar gran parte de sus necesidades de financiamiento ya que tomó deuda por US$ 9.000 millones. La suba de tasas, genera un mayor atractivo por los activos dolarizados y por suele ir asociado a otro dato que la revalorización del dólar contra el resto de las monedas. Un dólar  fuerte no es una buena noticia porque debilita el precio de las commodities, también produce una devaluación en las monedas de los socios comerciales de Argentina y suele estar asociado a tasa de interés altas que encarecen la deuda.

La evidencia histórica es contundente como muestra el gráfico. La trepada del dólar a medidos de la década del ´90 cuando Estados unidos le sacó una enorme ventaja económica a los demás países ricos, fue lapidaria para una Argentina con convertibilidad. El peso argentino acompañó la revalorización del dólar contra el resto de las monedas y las crisis financieras en el mundo se sucedieron. El desenlace en 2001 no podía haber sido otro.

A partir de 2002 se conforma el escenario ideal porque se desploma el dólar lo cual impulsa el precio de las commodities junto con un hecho relevante que fue la irrupción de la demanda de China en los mercados internacionales a partir de su incorporación a la Organización Mundial de Comercio en 2001. Y Argentina tenía un tipo de cambio muy competitivo luego de la fuerte devaluación de principios de 2002.

La economía de Argentina funciona mejor con un dólar débil en el mundo y teniendo un tipo de cambio competitivo

Fueron años de crecimiento para el país hasta la crisis de Lehman en 2018. En ese momento se precipitó una crisis global de la cual, como era obvio,  Argentina no pudo quedar al margen. Lo curioso fue que, pese a haberse originado todo en Estados Unidos, los inversores del resto del mundo se refugiaron en el dólar que trepó en esa época. A fines de 2009 el dólar empezó a bajar y Argentina, como buena parte del mundo, empezó a dejar atrás la recesión. La caída del dólar siguió y el escenario económico global fue favorable para Argentina en 2010 y 2011 lo cual coincidió con la reelección de Cristina Kirchner. A partir de 2012 la moneda estadounidense inicia un ciclo alcista, que combinado con el atraso cambiario de Argentina de esos años y el cepo, derivo en nulo crecimiento. Ese proceso llegó a su pico a fines de 2016 pero 2017 fue un año de retroceso del dólar. Y en este momento no hay coincidencia entre los analistas sobre cuál será su tendencia. Los que creen que subirá tienen como argumentos la suba de las tasas de interés en Estados Unidos y la atracción de capitales de todo el mundo que puede producir la rebaja de impuestos. Quienes piensan que bajará apuntan a que viene una etapa de mayor déficit fiscal lo cual conduce a una inflación mayor lo cual siempre se asocia a una moneda más débil.

Por otra parte, todo indica que el gobierno de Trump prefiere un dólar más débil para ganar competitividad para sus manufacturas y para que no se siga ensanchado el desequilibrio comercial. Y los inversores muchas veces evitan pelear contra los deseos cambiarios de los gobiernos.  Las opiniones están divididas pero lo que está claro es que la economía de Argentina funciona mejor con un dólar débil en el mundo y teniendo un tipo de cambio competitivo. La actual volatilidad financiera genera tensiones y puede subir la tasa de interés lo cual no ayuda al país y mientras la marcha del dólar en el mundo es una incógnita, la suba que tuvo localmente mejora la situación de muchos sectores productivos. Dólar relativamente débil afuera y relativamente fuerte adentro para ser la fórmula.

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