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Ni vencedores ni vencidos: secuelas de la guerra de tasas (y ahora, por la inflación)

Sturzenegger convenció, otra vez, a Mauricio Macri de que bajar rápido las tasas como había dejado trascender Jefatura de Gabinete el fin de semana pasado iba a disparar el dólar

12 enero de 2018

Por Leandro Gabin

La decisión de tasas, quizás la mediáticamente más crucial de los últimos tiempos, no tuvo la presencia física del número uno del BCRA. Federico Sturzenegger, como tantas otras veces, estaba en la reunión bimensual de Basilea, siguiendo online lo que se debatía en el Consejo de Política Monetaria. No es inusual que él u otro director que forma parte del Consejo de Política Monetaria no esté el día de la votación. Ha pasado y continuará sucediendo por la agenda híper cargada de la mesa chica. De hecho, se llegó a especular que vicepresidente segundo, Demian Reidel, tampoco iba a estar en Buenos Aires ese día. Después de todo, venía de festejar su cumpleaños (que era el lunes) a todo trapo en Punta del Este. Es conocido, este economista y físico, por ser un gran anfitrión. Reidel es el funcionario del BCRA más “salidor” y bon vivant del team Sturzenegger, quien supo ganarse la tapa de las revistas del corazón por su amorío con la mediática Barbie Simmons. Quienes lo conocen desde que tenía su fondo QFR Capital Management recuerdan las fiestas que daba en su departamento de Nueva York. Los traders argentinos en la Gran Manzana dan fe de eso.

Volviendo a lo relevante, o sea lo que tuvo que ver con el cónclave por las tasas, finalmente fueron cinco de seis los presentes para decidir qué hacer con el costo del dinero. Resultó una solución salomónica: para algunos, una concesión del BCRA para el “ala política” del Gobierno mientras que, para otros, resultó un gesto de independencia. En la realidad, no fue ni uno ni otro.

Sturzenegger convenció, otra vez, a Mauricio Macri de que bajar rápido las tasas como había dejado trascender Jefatura de Gabinete el fin de semana pasado -en una nota ante Clarín- iba a disparar el dólar. Algo que ocurrió en la práctica. El banquero central dispuso argumentos convincentes a Macri, con quien habla todos los días, acerca de la necesidad de frenar las expectativas alcistas del dólar que existían. “Si se dispara más no va a ser posible frenar los pedidos salariales. Te están asesorando mal. Hay que mostrar que el giro no es 180 grados porque si no va a ser muy complicado todo”, le habría dicho telefónicamente Sturzenegger al presidente, cuando el dólar estaba alcanzando niveles superiores a $19,40 en la city porteña por el cambio de metas. Ganó, otra vez, la postura gradualista (pero esta vez desde lo monetario).

Acto seguido, Reconquista 266 decidió bajar las tasas 75 puntos básicos, algo modesto que no contentó a nadie pero que tranquilizó al dólar. Para los ultra liberales, la entidad ya no tiene credibilidad porque no había argumentos económicos para bajar las tasas. Y tienen razón. Las expectativas de inflación para los primeros meses del 2018 hablan de una inflación acumulada de más del 4% en los primeros dos meses.

Ayer el Indec volvió a mostrar que el país está lejos aún de tener una tasa de inflación “normal”. El dato de diciembre marcó un 3,1% de alza, mayor a lo que venían estimando las consultoras (en torno a 2,7%). El año cerró en 24,8% y terminó siendo casi ocho puntos más que la banda más alta que había en las metas de inflación. El año pasado la tasa de inflación fue similar a la del 2015. En el ranking, y más allá de que el Gobierno proclama que hay desinflación, Argentina vive en otro mundo. Países como Brasil, Bolivia, Costa Rica, Chile o Perú tuvieron menos inflación en todo el 2017 que nuestro país tan solo en diciembre. Todo un dato. En la región, Colombia tuvo un aumento de precios del 4% en 2017 mientras que Uruguay tuvo 6,5%. El aumento de precios “a la Argentina” es algo insólito en el mundo. Para peor, esto deja un arrastre complejo para 2018, algo que profundizará la grieta en el Gobierno.

¿Será factible llegar a la meta del 15%? Muy poco probable. Tal como contó El Economista, ni siquiera en Hacienda avalaban ese número. Les importa el nivel de actividad y no tanto la inflación. Se podría decir que el Gobierno se “kirchnerizó” un poco. Quiere tolerar más inflación con tal de que el nivel de actividad repunte. “Es la prioridad, nos importa eso. Después el número de inflación será lo que tenga que ser. La meta es una tendencia decreciente de los precios y no un número que hay que buscar a rajatabla”, resumió una fuente de Hacienda. Para ese ministerio, curiosamente, no importa si la inflación termina siendo -como ya calcula el mercado- en torno a 19% en 2018, aunque sí importa en Reconquista 266.

En las últimas horas, la “línea” como se la llama a la mesa chica de Sturzenegger llamó a silencio a todo el mundo. No quieren filtraciones ni comentarios que puedan complicar la ya poco cómoda situación del banquero central que ahora se enfrenta a la encerrona de tener que seguir bajando las tasas sin estar convencido de ello.

¿Qué apuestan en el mercado? Mientras que algunos creen que el BCRA tendrá que recortar otra vez las tasas el 23 de enero, hay otros que piensan que pondrá pausa hasta abril cuando el panorama de las paritarias esté más maduro. El pésimo dato de la inflación de diciembre ahora le da más argumentos a Sturzenegger para suspender las concesiones a Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. La inflación núcleo de diciembre también se disparó a 1,7% (21,13% en todo el año pasado) cuando en noviembre era de 1,3%. Todo esto demuestra que los números no cierran por ningún lado.

Ya empezará a hablarse (algo que en las redes sociales los economistas ya comentan) que la meta del 15% para este año ya quedó vieja. A coro ven que la inflación estará más cerca del 20% que de la meta de Nicolás Dujovne. “Alcanzar la meta de 2018 va a ser casi imposible. Necesitas una núcleo abajo de 0,8% promedio mensual”, dice FyEConsult. Tanto esta consultora como Econviews, de Miguel Kiguel, creen que la inflación de este año será del 19% y con riesgos a que tengan que aumentar sus previsiones. ¿El Gobierno le echará también la culpa a Sturzenegger? El cambio en las metas, y ahora la política antiinflacionaria (intervenida por el “ala política”), no alcanza para cambiarle la cara al drama de la inflación.  “Es un riesgo a futuro seguir poniendo metas que no se puedan cumplir. Hay pérdida de credibilidad y te cuesta más orientar expectativas”, afirmó el economista del Estudio Alpha, Hernán del Villar.

Por lo pronto, lo que mirará el Ejecutivo es cómo seguirá la película en términos del nivel de actividad. Un altísimo funcionario de Jefatura de Gabinete decía que “no importa las personas, importa que estos cambios (por las metas) mejorarán la vida de los argentinos”. Cuando se le preguntó si estaba de acuerdo con la reducción módica de tasas, hubo silencio de radio. Tampoco esperaba que el número del Indec fuera tan desfavorable. El mejor escenario ahora para el “ala política” es que el BCRA se vuelque a bajar las tasas de las Lebac a pesar de que deje quieto la de pases (referencia). El “ajuste” podría venir desde ese instrumento y no tanto desde el corredor de los pases. Habrá que esperar.

Por lo pronto, el martes que viene hay un test (otro más) para el “team Sturzenegger”: vencen casi $ 400.000 millones en Lebac. En el mercado se especulaba con que Sturzenegger bajaría las tasas versus lo que está sucediendo en el mercado secundario. Esa sería la señal para Jefatura de Gabinete. Pero otros creen que ni siquiera hay margen para eso. Recuerdan que bajar las tasas de Lebac, instrumento que se utiliza para secar la plaza de pesos, sería un suicidio en estos meses. Y enfatizan que Sturzenegger, el verano pasado, ya se equivocó al bajar las tasas y permitir una mayor expansión monetaria que terminó impactando en los precios de la economía. Claro, ese verano no tenía las presiones políticas tan a flor de piel. Será, como sea que termine este dilema, para alquilar balcones. No hay salida fácil y todavía se escucha el eco de lo que algunos hombres del equipo económico decían en privado: “Con este nivel de tasas nos jugamos a caer en una recesión al menor resfrío”. El riesgo de una mayor inflación junto a un menor crecimiento es lo que se empezará a contemplar de ahora en adelante.

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