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La situación externa y el balance cambiario

La presión oferente del sector público mantuvo barato el tipo de cambio pero si el sector privado hubiese liderado las compras, su nivel hubiera sido más alto

30 enero de 2018

Por Pablo Mira

El Balance Cambiario (BC) es una estadística muy útil para entender la preocupación creciente por la situación del sector externo. El BC se distingue de la balanza de pagos (BP) en varios aspectos, pero el principal es que en la BP se registran operaciones que se devengan, sin que necesariamente los dólares “se muevan”, mientras que el BC refleja la compraventa efectiva de los billetes. Esto es muy importante para entender los movimientos del  tipo de cambio, que están afectados más por lo que sucede en el BC que por las operaciones de la BP. Otra ventaja del BC es que contamos con todos los datos de 2017, mucho antes que se publiquen en la BP. Veamos entonces qué nos dice esta estadística que sucedió el año pasado.

Empecemos por la balanza comercial de bienes, siempre medida en términos de billetes efectivamente comprados o vendidos. Lo primero que llama la atención es que esta balanza es positiva en (todos los valores son aproximados) US$ 4.000 millones. Hemos cobrado más dólares de los que pagamos, por lo que el balance es positivo. Sin embargo, los servicios registran un déficit de  US$ 10.000 millones, explicado enteramente por el turismo. Esto implica que la suma de bienes y servicios es negativa en US$ 6.000 millones. Para llegar a la cuenta corriente (el resultado externo) falta sumar a esto el pago de intereses del sector público y los dividendos remitidos al exterior de las empresas privadas, que suman en total US$ 11.000. Por lo tanto, en total el déficit de cuenta corriente del BC implicó una salida de billetes de  US$ 17.000 millones.

Pero aun falta la llamada cuenta financiera, que son los ingresos y egresos de dólares sin contrapartida de bienes o servicios. Allí se registran los dólares que entran al país (inversiones o préstamos privados) y restan los que salen (la tristemente famosa “fuga de capitales”). El gran protagonista fue el endeudamiento público, que significó un ingreso de dólares de US$ 27.000 millones, y el saldo de la cuenta financiera del BC fue de US$ 29.000 millones. La fuga de capitales, si bien existió, no fue determinante.

Si el sector privado hubiera liderado la compra de divisas con su demanda excedente, el dólar probablemente hubiese tenido un precio promedio mayor durante el año pasado

En suma, la cuenta corriente fue deficitaria en US$ 17.000 millones, pero entraron dólares por US$ 29.000 millones. Hay también ingresos por US$ 3.000 millones cuyo concepto no fue informado por los clientes (hoy ya no es obligatorio), lo que da como resultado un total de US$ 15.000 millones, que es lo que acumuló el BCRA como Reservas durante el año anterior. Simplificando, de 30 que nos prestaron de afuera, la mitad nos los guardamos, y el resto no lo tenemos más, básicamente porque nos lo gastamos en turismo y en los intereses de la deuda.

En cuanto a la evolución cambiaria, nótese que de alguna manera el sector público le transfirió los dólares al sector privado para pagar sus obligaciones en moneda extranjera. La forma más probable en que esto ocurrió en la práctica fue a través de la presión oferente del sector público, que mantuvo barato el tipo de cambio, lo que estimuló al sector privado a comprar más fuera del país. Si hubiera sido al revés y el sector privado hubiera liderado la compra de divisas con su demanda excedente, el dólar probablemente hubiese tenido un precio promedio mayor durante el año pasado.

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