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Crónica de un sobrecumplimento anunciado

El ritmo de ajuste fiscal factible en términos políticos no es lo suficientemente decidido como para permitir avances convincentes en ese frente

18 enero de 2018

Por Gabriel Caamaño Gómez Consultora Ledesma

El Gobierno de Mauricio Macri anunció con satisfacción el sobrecumplimiento de las metas fiscales 2017 (déficit primario) en relación al PIB y aun así la mayoría de los analistas seguimos preocupados por los números y la evolución del frente fiscal.

El Ministerio de Hacienda está conforme porque se cumplieron las metas que se fijara oportunamente. Los analistas estamos preocupados porque a pesar de todo el esfuerzo realizado por el lado del gasto primario, el gasto total y el resultado financiero siguen sin mejorar significativamente. En realidad, el segundo empeoró.

Dicho de otra manera, lamentablemente, estamos verificando una hipótesis poco auspiciosa: el ritmo de ajuste fiscal factible en términos políticos, porque dentro del gradualismo hay un tema de velocidades, no es lo suficientemente decidido como para permitir avances convincentes en este frente. La esperanza es que en 2018 se acelere.

Profundizando. Como veníamos anticipando, el SPNNF sobre cumplió la meta de déficit primario que se fijara a principios de año. En términos del PIB, lo cual estaba facilitado gracias a un mayor valor nominal del último (dada la mayor inflación) y, en mucho menor medida, en términos absolutos.

El Gobierno no debería vanagloriarse con las cifras: todavía falta mucho por avanzar en para que nos podamos relajar

Dada una meta de déficit primario 2017 de $ 409.461 millones para el SPNNF (4% PIB) fijada en la Ley de Presupuesto 2017 y revalidada en el proyecto de Presupuesto 2018, corrió un rojo primario de $ 404.142 millones durante dicho período (3,9% PIB). Ergo, el rojo primario se redujo versus 2016 (-4,3%), pero se incrementó versus 2015 (-3,8%).

Claro que en esa cuenta no hay que subestimar dos elementos sin los cuales el cumplimiento, no sólo la holgura, no habría sido tal.

Ingresos tributarios extraordinarios derivados del Régimen de Sinceramiento Fiscal (RSF) por $ 43.740 millones o 0,4% PIB.

Cambio metodológico mediante, reinclusión dentro de los ingresos primarios de las rentas de la propiedad obtenidas por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Sistema Previsional Argentino (SIPA) extra SPNNF (más de 0,2% del PIB).

Para dar una idea más precisa. Si no se contabilizan esos dos elementos dentro de los ingresos tributarios, el resultado primario “ajustado” de 2017 fue deficitario en $ 470.722 millones (4,7% PIB). Ergo, habríamos superado la meta original en medio punto del PIB.

Sin embargo, aun contando los recursos extraordinarios del RSF no bastó para que el frente fiscal mostrara mejoras en los números finales. Esto es, el resultado financiero, lejos de mejorar, empeoró. Básicamente, porque buena parte de los esfuerzos logrados por el lado de la reducción del gasto y el déficit primario, fueron compensados por el incremento de los intereses.

Los analistas estamos preocupados porque a pesar de todo el esfuerzo realizado por el lado del gasto primario, el gasto total y el resultado financiero siguen sin mejorar significativamente

En particular, durante 2017 los intereses netos de la deuda pública sumaron $ 224.907 millones (2,2% PIB), superando en más de 70% a la erogación registrada por el mismo concepto durante 2016.

En consecuencia, el resultado financiero fue negativo en 6,1% del PIB frente al 5,8% de 2016 y el 5,2% de 2015. Es decir, estamos casi un punto del PIB arriba del rojo financiero heredado.

En particular, el gasto total (primario + financiero) del SPNNF se ubicaría en torno a 25,6% del PIB en 2017. Frente a los 25,7% correspondientes a 2015 y el 26,1% de 2016.

https://twitter.com/EcoLedesma/status/953701265443360768

Aún más, el déficit primario 2017 sin RSF y sin rentas del FGS se ubicaría en $ 478.722 millones (4,7% PIB) y el financiero, en 6,8% del PIB.

Es decir, el esfuerzo de ajuste realizado principalmente por el lado de los subsidios económicos (electricidad, sobre todo) durante los últimos dos años sería compensado por el incremento de las prestaciones sociales, primero, reduciendo el impacto de dichos avances sobre el nivel de gasto y el resultado primario, y por el incremento de los intereses, segundo, compensado la mayor parte del efecto sobre el gasto total y todo el impacto positivo que podría haber supuesto sobre el resultado financiero. Y limitando, consecuentemente, el ritmo de avances en otras áreas clave: reforma tributaria.

Estamos verificando una hipótesis poco auspiciosa: el ritmo de ajuste fiscal factible en términos políticos, porque dentro del gradualismo hay un tema de velocidades, no es lo suficientemente decidido como para permitir avances convincentes en este frente

Sintetizando. La meta fiscal 2017 se cumple, sin sobresaltos, gracias al último tramo de los ingresos extraordinarios asociados al RSF y el cambio metodología que volvió a incluir en los ingresos parte de las rentas obtenidas por el FGS (deuda no registrada). Sin embargo, también es cierto que esa meta se quedó muy corta en términos de propiciar una mejora del rojo financiero.

La buena noticia de cara a 2018 es que la correspondiente meta de déficit primario es, en principio, más osada pues busca reducir el déficit primario en un punto del PIB. Cuenta a su favor con la nueva fórmula de movilidad jubilatoria. En contra, ya no habrá ingresos por RSF y, además, los recursos tributarios cedidos en ocasión del pacto fiscal con las provincias. Ergo, es alcanzable, pero tampoco un mero trámite.

Sin embargo, la reducción proyectada para 2018 del déficit financiero siguen siendo poco satisfactoria. El mismo cerraría en 5,5% PIB. Es decir, todavía estaríamos significativamente por encima de los niveles previos a 2016.

Por eso mismo, el Poder Ejecutivo Nacional no debería vanagloriarse con las cifras del resultado primario del 2017 y las metas 2018. Todavía falta mucho por avanzar en el frente fiscal para que nos podamos relajar. Sigue siendo la pata más floja y la principal fuente de vulnerabilidad del equilibrio macro actual.

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