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2018

Pesos, dólares, acciones, bonos? ¿Cómo invertir en el año que acaba de arrancar?

03 enero de 2018

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager de Cohen SA

En el 2000 se estrenó la película “Gladiator” (dirigida por Ridley Scott) y con ella resurgió brevemente el cine épico. La historia se ambienta en la época de máxima extensión del “Imperium Romanum” (literalmente “el dominio de los romanos”): 54 millones de habitantes esparcidos en 5 millones de km2. Para gobernar el imperio, Roma desecha la idea de una democracia directa en favor de una autocracia: el territorio conquistado era demasiado extenso y los propios romanos eran políticamente incorrectos (entre los numerosos dioses que adoraban, estaba Baco, el dios del vino y de la danza, inspirador del delirio y el éxtasis).

Richard Harris (el mismo que hace de Profesor Dumbledore en “Harry Potter”) interpreta al emperador Marco Aurelio en sus últimos días.  Con su muerte asume el control del imperio su hijo Cómodo (el genial Joaquín Phoenix) quien, sin tiempo que perder, firma la paz con los alemanes (parientes lejanos de los actuales “hipsters palermitanos”: bebedores de cerveza artesanal y entusiastas de la barba larga y tupida) y se dirige a Roma para organizar espectaculares juegos con gladiadores en el Coliseo. Lamentablemente, para financiar los juegos había que subir los impuestos (¿les suena?), pero decide imponerle mayores cargas a los senadores porque, para él, estaba primero el pueblo de Roma antes que el Senado (un populismo más genuino que cualquiera de los que hay en América Latina). Una conspiración de la clase senatorial le da muerte tras doce años de reinado. Un final previsible, incluso para él mismo.

Su legado no será muy extenso pero si pintoresco: entre las curiosidades esta la emisión de una serie de monedas de bronce donde él se representa a sí mismo como Jano, el dios de los comienzos y los finales y al que se le consagra el primer mes del año: enero en español, “ianuarius” en latín. Jano, al ser el dios de la transición, se lo representa con dos caras, mirando hacia ambos lados de su perfil: una hacia al pasado y otra al futuro. Convengamos que es una idea original y más creativa para la imagen de una moneda que la que tuvieron en el BCRA para elegir animales autóctonos para nuestros billetes.

Lecciones que nos dejó 2017

En 2017 aprendimos algunas valiosas lecciones

La primera es la confirmación de que el gradualismo se convirtió en el “trademark” de Cambiemos. Como demostración de fuerza basta recordar como la ortodoxia del BCRA voló por los aires cuando flexibilizaron las metas de inflación. Federico Sturzenegger se creyó independiente (de la política) e hizo uso de ese poder cuando a fines de octubre y, contra de los pedidos que llovían desde los ministerios de Hacienda y Finanzas, subió la tasa de 26,25% a 28,75%: fue el canto del cisne. Marcos Peña,  en conferencia de prensa, le recordó que él no era el Presidente del Bundesbank y que en Argentina hasta hace dos años existía un cepo cambiario, que tardamos 15 años en terminar con el default de 2001 y que durante ocho años se manipularon las estadísticas públicas. En otras palabras, había que ser más prácticos y menos dogmáticos. ¿Qué implica la llegada del gradualismo al BCRA? Una economía con un poco más de más inflación, pero también con más crecimiento.

La segunda lección es que, aún con un Gobierno comprometido con la institucionalidad, Argentina seguirá siendo una economía con reglas cambiantes, que se adaptarán en nombre del crecimiento económico. Mauricio Macri comprende que sólo creciendo podrá reducir el déficit fiscal porque un ajuste con 30% de pobres y sin mayorías parlamentarias es inviable (salvo que el “afuera” lo imponga).

El tercer aprendizaje de este 2017 es que el gobierno sigue de cerca el precio de dólar: sin buscar ganar competitividad con una devaluación tampoco están dispuestos a permitir que vuelva el 1 a 1.

Así se fue el 2017: un buen año para el peso y para las acciones.

Los trades para el 2018 ¿Qué nos depara el futuro? La variable que gobierna a todas las demás hoy es la inflación porque el BCRA mantendrá la tasa de interés (las “Lebac”) varios puntos por encima del aumento de los precios. Si todo sale bien y Guillermo Dietrich aplica una suba “gradual” en la tarifa del transporte y no nos manda a todos a subirnos a una bicicleta para poder viajar, la inflación estará entre el 17% y el 20% anual y el peso volverá a ser una buena apuesta.

El dólar, más allá de tener sus momentos de “rockstar” (el año pasado los tuvo en mayo, junio y diciembre), es bastante probable que se retrase (otra vez) contra el peso, una buena noticia para que planifique con calma sus vacaciones a Miami porque los US$ 30.000 millones que tiene previsto traer Luis Caputo para financiar el déficit alcanzan para llenar las cuatro valijas obligatorias por persona.

Los bonos argentinos serán nuevamente una sólida apuesta si el Gobierno (tal como esperamos) usa parte del crecimiento para bajar déficit fiscal y así conseguir una nueva cucarda de las calificadoras de riesgo.

Al final, Macri tiene puntos de contacto con Marco Aurelio y Cómodo. Como el primero, tuvo que enfrentarse contra otros pueblos aunque, para ser justos, hay que salvar las distancias entre los pueblos germánicos de aquel entonces y los mapuches actuales. Los recortes a los gastos de la política, sin ser tan revolucionarios como el impuesto de Cómodo a los senadores, van por la misma línea. Lo única sugerencia que aportamos es darle la Casa de la Moneda a Jaime Durán Barba para que haga algo con los billetes de animalitos y las monedas de arbolitos: la credibilidad se perdió ahí, y no con el cambio en las metas de inflación.

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