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“La reforma previsional va a pasar porque el Gobierno no puede perder, y lo sabe”

El Economista dialogó con Julio Burdman (Observatorio Electoral Consultores)

18 diciembre de 2017

Se viene un día clave para Cambiemos y El Economista dialogó con el analista Julio Burdman sobre la reforma previsional (que en unas horas más tratará el Congreso) y, además, sobre varios temas más: la imagen del Gobierno, los activos y pasivos del oficialismo en la era Macri, las presidenciales del 2019 y, además, el G20.

La última encuesta de Observatorio Electoral Consultores muestra que el Presidente tiene una imagen positiva de 42,9% y que la aprobación de su Gobierno es un poco más alta: 47,4%. Habiéndose cumplido ya 2 años completos de Gobierno (es decir, hubo un periodo considerable de desgaste) y con el trasfondo de una economía que crece poco (y con un salario real que avanza aún más lento), no parecen malos números. ¿Qué evaluación hace usted?

Esos números corresponden a la última semana de noviembre, y aún no tengo los de diciembre. Pero creo que confirman lo que veíamos viendo desde noviembre de 2015: en el balotaje se formó una coalición electoral macrista, organizada alrededor del apoyo al Presidente y en rechazo a la oferta peronista-kirchnerista, que se mantiene unida y esperanzada, pero crece poco en la búsqueda de nuevos votantes. Y que viene apostando, fundamentalmente, a la estabilidad del voto propio. Hacia 2019 creo que vendrá una segunda campaña de expansión, intentando capturar para el oficialismo votos hasta ahora de la oposición, pero creo que esa campaña aún no empezó.

Sigamos un poco más con los balances. Lo que uno piensa que va a pasar no siempre coincide con lo que termina pasando. ¿Adónde sorprendió Cambiemos para bien y adónde, para mal?

Creo que hay consenso acerca de que sorprendió positivamente al hacer más y mejor política de lo que esperábamos. A pesar de que Macri se presenta como una "nueva política" que revitaliza las tradiciones liberales -como Ciudadanos en España-, demostró que es un presidente más de la democracia argentina. Construye una relación propia con la opinión pública y, al mismo tiempo, negocia con gobernadores y factores de poder. Al igual que el menemismo y el kirchnerismo, los dos gobiernos largos y estables desde 1983.  En la lista de lo que está mal y lo que falta hay mucho, pero si tuviera que elegir una sola cosa, te diría que me sorprende la falta de efervescencia empresarial que se respira en Argentina a pesar de que gobierna Cambiemos. Muchos empresarios se dicen satisfechos, pero se limitan a hacer lo de siempre: lobby para sus sectores, y pedir el achicamiento del Estado. No terminan de considerar a este Gobierno como propio. Un sector dinámico como el campo, por ejemplo, que fue beneficiado por el Gobierno desde el primer momento, y aún con Luis M. Etchevehere como ministro de Agricultura, se queja por un tema menor como el Inmobiliario Rural. ¿Eso es todo? Pienso que este Gobierno, desde el punto de vista de las élites económicas, debiera ser mucho más que una oportunidad para hacer lobby. ¿Cuándo volverá a ser presidente alguien que fue uno de los empresarios más poderosos del país, con ideas pro-empresa, y que llevó gerentes de empresas al Estado? ¿Y que, además, llegó al Gobierno desatado de manos, con un partido nuevo, con bajos niveles de compromiso con las políticas anteriores, con apoyos de todo tipo? Las élites argentinas se sintieron muy cómodas durante demasiado tiempo con ese relato mítico que construyeron, el de un país otrora potencia que entró en una pendiente de decadencia por culpa de los partidos populares. Y ahora parecen renuentes a hacerse cargo de que llegaron. Ese relato se acabó, y se les acabaron las excusas. Puedo entender que un alemán o un qatarí tengan dudas sobre Argentina de largo plazo, y necesiten ver los números duros de la economía para invertir, pero los de acá deberían poner todo en la parrilla. Y explicar qué país quieren moldear, con todas las puertas que se han abierto. Cuando la dirigencia política y económica se sintonizan, como sucedió en tantos países de los llamados "emergentes", las élites rápidamente se organizan y muestran su proyecto estratégico de país, donde se identifican qué sectores deben ser impulsados, y qué políticas se requieren para ello. Seguramente, los trabajadores no van a estar de acuerdo con ese proyecto, se movilizan, y entonces se pone en marcha un debate democrático entre partidos. Bueno, no veo que la primera parte de todo ello esté ocurriendo. Y si esas élites desaprovechan esta oportunidad, probablemente se confirme lo que muchos sospechamos: que no saben qué es lo que quieren hacer con el país.

Todo indica que hoy se aprobará la reforma previsional, que es clave para el plan del Gobierno de reducir el déficit fiscal. Sin embargo, parece que no será gratis políticamente para Cambiemos. ¿Qué opina usted?

Yo estoy convencido de que la reforma previsional va a pasar porque el Gobierno no puede perder esta pulseada, y lo sabe. En primer lugar, porque la necesita para que cierren los números de 2018. Además, porque otras cosas que incluyo en la agenda de las extraordinarias de diciembre -como la reforma tributaria o el revalúo- quedaron atadas al escenario fiscal que surge de la movilidad jubilatoria. Y está la cuestión política, que es el acuerdo de gobernabilidad Nación - gobernadores que estaba enhebrado con estos proyectos de ley. Especulando, supongo que la reforma de las leyes laborales quedó pospuesta para lograr lo que el Gobierno necesita para la macro, que eso explica el timing que marcó el Senado -donde, evidentemente, el Gobierno sigue logrando los mejores resultados gracias a la gestión peronista- y que la negociación con los gobernadores no estaba tan sólida como alguien creyó. De lo contrario, el jueves 14 hubiera habido 150 diputados sentados a la hora de formar el quórum... y no los hubo.

Luego de eso se viene el verano y en algún momento del 2018, y más temprano que tarde, se lanzará la campaña para las presidenciales de 2019. Todo indica que Macri intentará ir por la re. ¿Coincide?

Sí, es lo lógico. Yo creo que todo lo que viene haciendo Macri desde hace 15 años es porque se ve como un presidente de al menos dos períodos. No veo ninguna señal que indique lo contrario: ni en el comportamiento político de Macri, ni en el de la segunda línea electoral del oficialismo. Que hoy tiene tres figuras, que son María E. Vidal, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña. Pero 2019 es para Macri.

¿Y cómo está viendo las cosas en el amplio mundo opositor y, sobre todo, en el peronismo? Más concreto. ¿Soplarán los vientos de la unidad o no?

Yo creo que más tarde o más temprano ello terminará sucediendo, y que los últimos acontecimientos pueden apresurar los tiempos. También creo que hay otro acelerador de unidad, y es que se apretó demasiado el torniquete de la oposición dividida. Te doy un ejemplo: en una encuesta que hice hace poco -no te voy a decir los números, para no colaborar al sensacionalismo- encontré que una gran cantidad de argentinos cree o sospecha que el ARA San Juan fue hundido por una potencia militar extranjera. Particularmente, quienes creen eso son los votantes de la oposición. Pero no hay ninguna evidencia de que algo así hubiera podido suceder ni lógica alguna. Se trata de una teoría conspirativa que prendió a partir de las redes sociales. ¿Por qué fue posible que algo así sucediese? Es un síntoma de que el votante opositor no tiene liderazgo de ningún tipo ni siquiera como válvula de escape. La principal dirigente opositora, que es Cristina Kirchner, está judicializada. Los gobernadores y legisladores peronistas están sumergidos en la rosca y sin diálogo con el electorado nacional. Y prácticamente no hay medios de comunicación que permitan al votante opositor expresarse o identificarse. Los votantes de la oposición creen cualquier cosa sobre el submarino porque nadie les habla. Eso no es estable. Por eso, surgió una nueva necesidad de que surja una referencia opositora visible y fluida para que ese electorado numeroso esté contenido. No sé cuándo surgirá, pero sospecho que sucederá más rápido de lo esperado.

Por último, aprovechando sus conocimientos de geopolítica y el mundo de las relaciones internacionales. Argentina preside el G20 (un espacio que se ha fortalecido en los últimos años) en 2018 y es, ciertamente, una oportunidad histórica en un momento complejo del mundo. ¿Qué expectativas tiene?

La presidencia del G20 es una buena vidriera. Que sobresale porque Brasil hoy carece de vidrieras: desde el empujón a Dilma, no sucede nada internacional en Brasil. Ni visitas ni eventos internacionales. Además, hay una expectativa en el Gobierno con que nuestras buenas relaciones políticas internacionales nos abran más ventanas comerciales y financieras: acuerdo Mercosur - UE, ingreso a la OCDE, etcétera. Pero no hay que sobreestimar esas ventanas. Argentina no es un país tan necesitado de vidrieras ni de ventanas. Nuestro problema de competitividad es más profundo. Tenemos todas las relaciones abiertas con el mundo y nada nos detiene, pero no exportamos más porque no tenemos qué exportar. Eso no lo resuelven las relaciones internacionales y necesitamos trabajar más en nuestra estructura económica interna. Y ello nos remite a lo anterior: al proyecto geoeconómico de país, a los sectores estratégicos que vamos a impulsar, a las cadenas productivas y los ecosistemas de innovación que vamos a desarrollar. A lo que llamamos, aquí, desarrollismo.

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