"Latinoamérica” (Planeta, 2017) es el título del libro que resume las conversaciones entre el papa Francisco y el periodista Hernán Reyes Alcaide (corresponsal de Télam en el Vaticano y columnista regular de El Economista) y, sobre todo, el pensamiento de Jorge Mario Bergoglio con una región, por motivos varios, central para él. Reyes Alcaide cuenta cómo surgió la idea del libro y resume la visión del Papa con la región que lo vio nacer y vivir, y que ocupa un lugar estratégico, aunque no excluyente, en su pontificado.
¿Cómo nace la idea de “Latinoamérica”?
Hubo dos “momentos fundacionales”: uno fue el vuelo en el que viajamos, el 24 de junio de 2016, desde Roma hasta Armenia para una visita pontificia de tres días. Allí, durante el tradicional saludo a los periodistas una vez que despega el avión, le mostré desde mi celular un video sobre los avances en la obra del archivo Alberto Methol Ferré, que reunirá en Montevideo la obra, biblioteca y correspondencia del gran pensador uruguayo, amigo y en muchos casos inspirador de Bergoglio. En ese momento me recordó una entrevista casi profética de Methol antes del cónclave de 2005 en la que “Tucho” aseguraba que para él era tiempo de “un Papa de transición”, que sería “europeo” y que su candidato era el entonces cardenal Joseph Ratzinger. Luego de ese vuelo me quedó retumbando la pregunta de si Bergoglio compartía esa hipótesis, teniendo en cuenta que mucho se escribió sobre su supuesta renuncia en la tercera ronda de votaciones que terminó eligiendo a Benedicto XVI. El segundo hecho fue el décimo aniversario, hace poco, de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se hizo en 2007 en Aparecida, Brasil, y que para muchos analistas fue “el inicio conceptual” del pontificado de Bergoglio, ya que fue el presidente de la comisión encargada de redactar el documento conclusivo. Así que a fines del año pasado le envié una carta con la idea de hacer un libro recordando Aparecida, teniendo en cuenta que en el medio de esa década la Iglesia eligió al primer papa latinoamericano en sus dos mil años de historia. Francisco aceptó, me dijo “estudiá”, y el libro es el fruto de cuatro encuentros que tuvimos a solas en la residencia Santa Marta en julio y agosto.
La región no es una más para el Santo Padre. No sólo él es primer latinoamericano en llegar a la Santa Sede sino que una gran parte de los fieles vive allí también y es, además, una región que aun arrastra grandes problemas, como la pobreza y la violencia. ¿Cómo es la relación del Papa con el continente?
En América en general (o sea desde Alaska a Tierra del Fuego) viven en la actualidad el 49% de los católicos del mundo. Eso da de por sí una importancia inequívoca a la región para cualquier Papa de los tiempos modernos. Francisco además vivió setenta y seis años en ella. Y más aún: quizás a diferencia de otros contemporáneos suyos, se nutrió tanto de los todos los grandes pensadores europeos como de grandes filósofos regionales, además de haber rescatado a grandes hombres de la historia del catolicismo regional. Su actividad en el Celam lo acercó también a las diversas realidades de otras conferencias episcopales del continente y eso terminó por dotarlo de un conocimiento que es casi minucioso de las realidades, no sólo teológico-pastorales sino también sociales, de los 22 países que componen el episcopado latinoamericano. Además, después de haber sido un arzobispo muy interesado por las villas y los barrios humildes porteños, entró en contacto con miles y miles de inmigrantes peruanos, bolivianos, paraguayos, chilenos y uruguayos que habitan Buenos Aires y que enriquecieron aún más sus miradas sobre la región.
¿Está contento o, digamos, satisfecho el Papa con el rumbo de América Latina o, más bien, preocupado? En un momento del libro dice que “todavía es colonia”. Más adelante, agrega, que el “verdadero proyecto de América Latina es el de la Patria Grande de San Martín y Bolívar”. ¿A qué se refiere?
El Papa explicita con claridad su posición sobre algunos aspectos de la coyuntura regional. Pero creo que en ese y en otros puntos hay que apelar al sentido más “etimológico” de preocupación, entendida como una mirada que trata de ocuparse de antemano de las cosas, para poder ayudar a resolver situaciones. En el tema de los jóvenes y el medioambiente se palpa de manera notable ese sentido: no es casualidad que los próximos dos sínodos convocados (reuniones mundiales de obispos) sean dedicados a la juventud en 2018 y el Amazonas en 2019. En ese marco, y ahí veo, como opinión personal, un legado de la tradición latinoamericanista de Methol Ferré, el Papa refiere al destino que pueden tener los países del subcontinente en caso de afrontarlo juntos, contrapuesto al que advierte en caso de una desintegración de los organismos que se habían construido en los últimos años. No en vano Jorge Luis Borges es uno de sus poetas favoritos y los primeros versos del Martín Fierro una de sus citas.
Saliendo un poco del libro, ¿cuándo vendrá el Papa hacia Argentina y por qué no lo ha hecho aún?
El Papa ha sido claro las veces que se refirió al tema. “El mundo es más grande que Argentina, pero hay que dividirse. Dejo en manos del Señor que él me indique la fecha”, dijo en septiembre de 2016 y su vocero Greg Burke repitió esos conceptos al anunciar que en 2018 el Pontífice tampoco viajará a su país. Tengamos en cuenta que muchos de los países a los que va el Papa tienen un grado de conflicto infinitamente superior a la polarización que se pueda dar en Argentina. Así y todo, su figura siempre es sinónimo de unidad: de República Centroafricana a Colombia pasando por Egipto en los últimos tiempos. Quizás en la secretaría de Estado del Vaticano, el dicasterio encargado de planificar los viajes, observen que el país aún no visualiza al Papa como “figura de unidad” y crean que las condiciones no están dadas.
