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“Hay margen para el gradualismo, pero el ajuste hay que hacerlo igual”

El Economista dialogó con Alejandro Izquierdo (Asesor Senior del Departamento de Investigación del BID)

Alejandro Radonjic 13 noviembre de 2017

Entrevista a Alejandro Izquierdo Asesor Senior del Departamento de Investigación del BID Por Alejandro Radonjic

En el marco del la reunión anual de la Asociación de Economía de América Latina y el Caribe (LACEA) y la Conferencia del capítulo latinoamericano de la Sociedad Econométrica (LAMES), El Economista dialogó con Alejandro Izquierdo, asesor senior del Departamento de Investigación del BID, sobre los desafíos que enfrenta la política económica del Gobierno, entre otros varios temas.

Pasando el superciclo de las commodities, América Latina volvió a su antigua tendencia de mediano plazo y hoy es una de las regiones que menos crece en todo el planeta. ¿Fue una sorpresa o, por el contrario, lo que fue sorpresivo fue la anómala primera década de los 2000?

En 2007, con Ernesto Talvi, escribimos un paper sobre crecimiento y factores externos y mostrábamos que casi el 60% de la varianza en el crecimiento de América Latina la podías explicar con los términos del intercambio, el crecimiento del G7, el apetito de riesgo emergente y la tasa de los bonos del Tesoro de EE.UU. Y en los 2000 se alinearon todas esas variables y confluyeron en un crecimiento insospechado que hacía que nos compararan con los tigres asiáticos. Nosotros decíamos “ojo, que es una combinación muy fortuita que ocurre muy de vez en cuando”. Advertíamos, también, que cuando esos factores volvieran a sus medias íbamos a regresar a nuestras tasas de crecimiento mediocres de 2% o 3%. Generamos un caos y nos dijeron de todo: que éramos agoreros y no reconocíamos los méritos que supuestamente tenían las políticas en curso. Nos costó pelear ese optimismo desmesurado que, como mostraremos en un próximo trabajo del BID, estuvo acompañado por aumentos en el gasto público motivados por la creencia de que esos factores externos durarían para siempre.

O sea que no se usó muy bien ese excedente. ¿O sí?

Hay trabajos, por ejemplo del FMI, que dicen que aprovechamos el boom mejor que en otros ciclos similares y eso es bueno. Sin embargo, muchas de las expansiones de gasto público que se hicieron están lejos de haber sido las mejores en lo referido a la asignación y eficiencia de ese gasto adicional. La región gastó el boom de las commodities en gasto corriente: salarios, transferencias, pensiones no contributivas y demás. No digo que estuvo mal pero, si vemos el detalle, la focalización de ese gasto, es decir, midiendo si llegó o no a la gente adecuada, dejó mucho que desear. Argentina es un ejemplo claro con sus subsidios a la energía: si bien subsidió a todos, una mayor proporción de los subsidios fue a grupos que no lo merecían. Además, la inversión pública perdió mucho espacio en los presupuestos.  Hoy día se gasta menos en inversión pública en términos per capita que treinta años atrás.

Además de la asignación defectuosa, el error de pensar que ese gasto se podría financiar para siempre con ese viento de cola externo.

Exacto.

Pongamos algunos números. ¿Cuánto saltó el gasto público en la región y, en particular, en Argentina?

A comienzos de los 2000, América Latina tenía un gasto público sobre PIB de 18% y llegamos a 25%, cifra que bajó en los últimos años con el ajuste que debió hacerse por esa caída del crecimiento a las que nos referíamos. En Argentina, las subas fueron mucho más fuertes: arrancamos en 25% y, si tomas el consolidado, llegamos a más del 40%. No sólo el tamaño del aumento fue mayor sino que ya partíamos desde niveles más altos. Son niveles comparables con países desarrollados. Por eso hoy se está pensando bajar el tamaño del Estado en la economía.

El nuevo Gobierno, como decía, recoge el guante y sabe del problema, y plantea una salida gradual que, dice, es la única posible. Pero también tiene sus limitaciones, imagino. ¿Qué opina?

Dada la Historia, no quedaban muchas opciones más que el gradualismo. La otra opción era muy compleja y el Gobierno fue sensible a esa realidad. Pero, ojo, esto fue y es posible porque hay un contexto financiero favorable. Hubo mejoras en la asignación del gasto, por ejemplo, se expandió la AUH y se reconocieron deudas a jubilados, pero el nivel de gasto sigue siendo elevado. Sin embargo, mientras más gradual se haga, se abren frentes de riesgo, que hoy no están, pero podrían materializarse. Hoy el país coloca más de 5 puntos del PIB como si nada. No es poca cosa. Pero además, hay que prender la aspiradora de las Lebac para absorber esos pesos que se inyectan al cambiar los dólares provenientes de la emisión de deuda y eso llega a niveles altos. Por ahora, hay margen para eso, pero el ajuste hay que hacerlo, y quizás algo más rápido de lo que se ha hecho hasta ahora.

La economía está saliendo de la recesión y una gran parte de los temores en el horizonte se van a licuar si ese crecimiento se mantiene. No es un tema menor. Argentina necesita crecer. ¿Cómo sigue esa película?

Allí el tema importante es la inversión. El ratio inversión privada sobre PIB ha sido y aún es bajo. Han desaparecido algunos enigmas que ponían un techo sobre esa variable y el Gobierno tiene una agenda allí. Deberían venir más inversiones. El tema es cuántas serán. Si llegan, ese crecimiento de 3% o 4% que quiere el Gobierno es posible. También será importante que haya inversión pública, que está demostrado que complementa y estimula a la privada.

La apuesta del 2018, y hacia adelante, son los Public-Private Partnerships (PPP). ¿Son buenos esquemas?

Sí, varios países de la región están con cuentas públicas ajustadas y no tienen márgenes para hacer ellos mismos las inversiones. La clave, además, es hacer contratos buenos y evitar que se generen pasivos contingentes hacia adelante que deban ser financiados por el Tesoro. Deben ser buenos contratos.

Por último, el tipo de cambio real. El Gobierno heredó uno muy bajo y sostenido con ventas de reservas. Devaluó pero, luego, por la inflación acumulada, casi que se volvió a los niveles iniciales. ¿Cuán importante es tener un tipo de cambio competitivo?

Hay algunos que ya encienden algunas alarmas porque hay déficit comercial y un rojo en cuenta corriente que, aún con una economía con pocos meses de expansión, ya ronda los 4-5 puntos del PIB. Hoy está de moda hablar de la competitividad sistémica y pedir una devaluación está mal visto, pero el precio del dólar es importante.. Sí, claramente. No digo que hay que intervenir, pero hay que mirar los factores que están conduciendo a esa apreciación. En Argentina, eso implica mirar el déficit fiscal. El Gobierno lo sabe y por eso está tratando de solucionar ese problema. Las devaluaciones son siempre un síntoma y se hacen cuando no queda otra, pero no son una solución, como pasó en 2014 o 2016: devaluación y luego, nuevamente, apreciación real. Hay que trabajar sobre el tipo de cambio, pero también sobre la oferta y en la competitividad global. Hay un montón de trabas microeconómicas y costos que hay que bajar para que aumente la oferta de bienes.  Argentina exporta muy poco y debe aumentar su oferta exportable.

Para terminar, un tema fácil: la inflación. Que está bajando, pero poco. La receta monetaria es clave en el largo plazo: lo dijo Milton Friedman y lo saben los banqueros centrales de todo el mundo. Pero, en el corto plazo, se pueden hacer más cosas, además de poner la tasa de interés alta...

El problema es que mientras estás intentando bajar la inflación estás tratando de generar instituciones. Pasamos de una política monetaria dominada por el Tesoro hacia el inflation targeting. Alinear expectativas y demostrar que el régimen es creíble lleva años.

Además, en un contexto de cambio en los precios relativos, como la corrección de tarifas de los servicios públicos

Claro, esos ajustes son shocks permanentes sobre los precios. El otro tema es la profundidad financiera, que es muy baja. La tasa de interés tiene un efecto, pero no es muy fuerte y el dólar sigue siendo la variable que muchos miran a la hora de fijar precios, y desarticular eso tarda. Hay que romper la inercia, generar credibilidad en el BCRA para anclar expectativas y eso lleva tiempo. Va a ser un aterrizaje a mediano plazo. Es importante que el Tesoro vaya ayudando y le facilite el juego al BCRA.

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