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Gobernadores, los interlocutores elegidos por el Gobierno

Macri siempre pensó que los gobernadores, más allá de la mayor o menor afinidad política, son sus socios en la tarea de administrar el país

09 noviembre de 2017

Los gobernadores se reunirán hoy con un Presidente que viene de una fuerte ratificación electoral.  Previamente hubo varios encuentros entre los que no forman parte de Cambiemos. Tendrán un gran protagonismo porque son los actores centrales para avanzar en la agenda federal que incluye una gran variedad de temas y para lograr su aprobación en el Congreso antes de fin de año a través de los legisladores afines. Pero también serán figuras decisivas del escenario político de los próximos años porque hoy el poder político surge del territorio.

En el caso del peronismo el tema es particularmente sensible porque en 2019 necesitará un candidato que reúna tres condiciones: ser visto como algo muy distinto a Mauricio Macri, unificar al partido y ser competitivo electoralmente. Cristina Kirchner tiene la primera pero carece de las otras mientras que a mayoría de los gobernadores, por ahora, les faltan las tres.

El peronismo recuperó la Presidencia, luego de haberlas perdido en elecciones libres, en dos oportunidades. En ambas, a diferencia de lo que ocurre ahora,  tenía el gobierno de la provincia de Buenos Aires. Por otra parte, los gobernadores que obtuvieron los mejores resultados en las recientes elecciones aspiran a ser reelectos  en 2019 y por lo tanto tienen más incentivos  para cooperar  que para confrontar con Macri. Nadie va a arriesgar un gobierno provincial apostando por un proyecto nacional con pocas posibilidades de tener éxito. Y allí surge otro problema, porque las principales figuras del peronismo de los últimos años surgieron de las gobernaciones: Antonio Cafiero, Carlos Menem, Eduardo Duhalde y  Néstor Kirchner. La excepción fue Cristina Kirchner aunque originariamente su poder fue una derivación del de un gobernador.

Macri siempre pensó que los gobernadores, más allá de la mayor o menor afinidad política, son sus socios en la tarea de administrar el país. Y comparte con ellos la preocupación por la gestión y por eso los prefiere como interlocutores antes que a los líderes paralementarios o partidarios.

Las restricciones políticas e institucionales son muchas, pero el dato clave es que no hay posibilidad de un triunfo opositor en 2019 sin crisis económica. Esa fue la base de los triunfos que permitieron el retorno del peronismo cuando no ocupaba la Casa Rosada. Y precisamente lo que no se vislumbra ahora es una crisis económica. No hay condiciones de ningún tipo para pensar en un milagro argentino o en un crecimiento a tasas chinas (ni las anteriores de 11% ni las actuales de 6,5%). Pero es probable un escenario con la economía creciendo en tono al 3% entre 2017 y 2019, con la tasa de inflación reduciéndose año tras año y moderadas mejoras en el empleo y los salarios. Si ese escenario efectivamente se concreta las posibilidades electorales para la oposición en 2019 se reducen sustancialmente.

En buena medida, el futuro de la oposición depende del Gobierno.

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