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Efectos de segunda ronda de regulados determinarán la desinflación del 2018

El escenario es complejo y la inflación sería del 16,6% en 2018: una vez más, varios puntos por encima del rango superior de la meta

27 noviembre de 2017

Por Andrea Osorio Economista Fundación Capital

En octubre, la inflación se moderó de la mano de una mayor tranquilidad en la inflación núcleo, que mostró el menor aumento del año, y a la postergación en los aumentos de regulados para después de las elecciones. Noviembre se mantendría en línea con el mes previo, aunque diciembre volvería a ser complicado en términos de inflación. El año terminaría con una inflación mensual del 2%, con un impacto parcial de los ajustes de tarifas, que también afectará a los registros del próximo año. Así, el 2017 concluiría con un alza en el nivel de precios de 23,5% anual, dejando un arrastre estadístico de 10 puntos para el año que viene, registro igual al objetivo de inflación de las autoridades (10% con un margen de error de dos puntos).

Sin embargo, no sólo el arrastre de este año complica la meta de 2018. Los aumentos en servicios regulados volverán a impulsar la inflación por tercer año consecutivo. Entre enero y abril, se esperan importantes incrementos: la energía eléctrica aumentaría entre 20% y 30%, el gas 30% y la tarifa de transporte público entre 70% y 100%, aunque todavía resta la confirmación oficial. Sólo estos tres servicios públicos le sumarían de forma directa dos puntos a la inflación del primer cuatrimestre. No obstante, estos ajustes suelen desencadenar subas en los precios finales de otros productos, por el traslado a precios del incremento en los costos de las empresas. Estos efectos de segunda ronda podrían aportarle entre 0,5% y 1% más a la inflación. Así, el impacto total del alza en estos servicios sería de entre 2,5% y 3%.

A esto hay que sumarle los impactos indirectos de los aumentos programados para diciembre de este año que también se verán en los primeros meses de 2018 y que podrían llegar a representar 0,7% o 1% de inflación adicional. Asimismo, no hay que olvidar que el programa de adecuación tarifaria contempla ajustes semestrales, por lo que en agosto volvería a subir la electricidad y en octubre el gas, aunque los incrementos sería menores.

En esta línea, las expectativas de inflación sintetizadas en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM-BCRA) se han incrementado y ya sumaron seis meses de alzas consecutivas. El mercado espera que el 2018 termine con una inflación anual del 16%, cuando en abril se esperaba un alza inferior (14%). Por su parte, las expectativas relevadas por la Universidad Di Tella, se mantienen por encima de la meta del BCRA y de las proyecciones del REM. Luego de la fuerte reducción exhibida en abril pasado, cuando cayeron del 25% al 20%, las mismas se mantuvieron estancadas mostrando una fuerte inflexibilidad a la baja.

En definitiva, el panorama luce complejo y la meta de inflación ambiciosa. Incluso considerando un escenario en donde la inflación núcleo promedio del año sea igual a la menor suba observada este año (1,3% en octubre), la inflación sería del 16,6% el próximo año, más de cuatro puntos por encima del rango superior de la meta.

De hecho, la inflación terminaría en 2018 en torno al 17,7% (diciembre versus diciembre), seis puntos por encima de la meta oficial, contemplando una inflación núcleo promedio de 1,4% mensual. En línea con los aumentos de regulados la inflación sería superior en el primer semestre, desacelerándose hacia la segunda mitad (1,5% y 1,3%, respectivamente).

De esta forma, la inflación se va a desacelerar y, de hecho, terminaría con un incremento en los precios seis puntos menor que en 2017. Sin embargo, este camino no está exento de desafíos: la política tarifaria, los agregados monetarios creciendo al 30%, el cercano inicio de las discusiones paritarias y las expectativas aún elevadas, le imprimen dificultad al proceso de desinflación. Así, la desaceleración no está puesta en dudas, aunque la velocidad de la misma dependerá de cómo se sobrelleven estos desafíos y de cómo los aumentos en los servicios regulados terminen afectando al resto de los sectores de la economía.

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