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Disputas europeas por el botín pos Brexit

Mientras el Reino Unido se prepara para dar el portazo a la Unión Europea, otros países de la región se disponen a capitalizar el golpe

06 noviembre de 2017

Por Delfina Torres Cabreros (Desde Dublín)

Mientras el Reino Unido se prepara para dar el portazo a la Unión Europea, otros países de la región se disponen a capitalizar el golpe. Desde Dinamarca hasta Irlanda se encuentran en campaña para alojar a las oficinas de los dos organismos de la comunidad que actualmente tienen base en Londres y que, por la decisión del pueblo inglés, deberán relocalizarse en el mediano plazo. La disputa gira en torno a estructuras de peso: la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Medicamentos Europea (EMA), que en noviembre deberán definir su nuevo destino.

La EMA es una organización destinada a evaluar la aplicación de nuevas drogas y garantizar la seguridad de los medicamentos, emplea alrededor de 900 personas y ?entre políticos y personalidades de la ciencia y la industria? atrae 36.000 visitantes a Londres cada año. Diecinueve ciudades, que van desde Estocolmo a Bucarest, están ahora tratando de ubicarla en su territorio. En un comunicado oficial publicado en agosto pasado la organización confirmó que desde mayo empezó a reducir sus actividades para poder liberar, hacia fines de este año, 43 ejecutivos que se concentrarán en los preparativos para la retirada del Reino Unido de la UE y la reubicación de EMA

La EBA, por su parte, cumple la función de supervisar y armonizar el funcionamiento de los distintos bancos de la UE, tiene poco más de 150 empleados, y son 8 las localidades que se ofrecen para alojar su nueva sede.

Frankfurt es vista como una de las ciudades preferidas para quedarse con la EBA, mientras que Amsterdam y Copenhage se encuentran entre los principales contendientes para la EMA. Tanto Holanda como Dinamarca cuentan con la posibilidad de explotar alianzas locales: los holandeses el soporte de los países de la unión aduanera y económica denominada Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) y los daneses el de la región nórdica.

En Irlanda la situación tiene tintes particulares. El gobierno irlandés considera que introducir en la isla una oficina de ese tipo contribuiría a aminorar el daño que le producirá que su principal aliado regional y socio comercial ?Reino Unido es el destino del 15% de sus exportaciones? abandone el mercado común. Además, acusa los trastornos que generará que la única frontera existente dentro de la isla ?la que separa a la República de Irlanda de Irlanda del Norte, nación constitutiva del Reino Unido? se vuelva más rígida. Sin embargo, Irlanda parece tener pocas chances de quedarse con alguna de las organizaciones y, según los diarios locales, las autoridades ya se preparan para perder la pulseada.

La competencia entre los países europeos también se extiende al sector privado. IDA Ireland, un organismo semiestatal encargado de promover la inversión extranjera directa espera que Irlanda sea elegida por las grandes compañías con sede en Londres en búsqueda de una nueva base de operaciones en Europea. Anticipándose a los hechos, promociona al país como “el único de habla inglesa en la Eurozona”.

Sin embargo, también en el terreno privado Frankfurt parece ser la ciudad favorita. En lo que a bancos y otras estructuras financieras se refiere, los pesos pesados japoneses Nomura y Daiwa ya adquirieron oficinas en la capital financiera alemana, donde también decidieron hacer pie los norteamericanos Morgan Stanley, Citibank y Goldman Sachs. Para Sven Stricker, director gerente de BNP Paribas Real Estate en Frankfurt, esa ciudad tiene la ventaja de ser la sede del Banco Central Europeo y también del Banco Federal Alemán (Deutsche Bundesbank). “Además tiene una situación muy estable económicamente”, agregó.

Los países miembro de la UE deliberarán este mes acerca del destino del EBA y el EMA, que deberá definirse en noviembre. En el terreno privado las negociaciones continuarán ajustadas a la premura de los intereses. Cada quien intentará, en la medida de lo posible, convertir en oro alguna esquirla de la ruptura británica.

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