En la semana en la que se realiza la Asamblea Anual del Fondo Monetario y el Banco Mundial no faltan análisis y pronósticos sobre la economía global. Y en todos los casos se destaca la sincronización que existe en este momento porque los países que tienen características similares están atravesando el mismo ciclo económico. Así, Estados Unidos y la zona euro están creciendo a tasas similares y Japón los sigue de cerca. La OCDE monitorea 45 economías y todas están creciendo, algo que ha sido muy poco habitual en los últimos cincuenta años. El nivel de actividad de los países del G 20 se expande al 3, 6% y los indicadores anticipados apuntan a que el crecimiento seguirá en 2018. Y los países BRIC crecieron simultáneamente en el primer semestre por primera vez en tres años.
David J. Stockton del Instituto de Economía Internacional con sede en Washington pronostica también un crecimiento global del 3,7% tanto este año como el próximo. En 2017 el PIB de Estados Unidos subiría 2,1%, el de la zona euro 2,2% y el de China 6,8%. Mientras que el año que viene lo harían al 2,4%, 2,1% y 6,6% respectivamente. Un escenario estable además de sincronizado.
Los motivos que lo explican son cuatro según Stockton: políticas monetarias expansivas, estrategias fiscales con más estímulos que antes, mayor confianza por parte de los empresarios y una mejor situación de los países exportadores de commodities porque hay una demanda sostenida.
El crecimiento sincronizado está recibiendo respuestas sincronizadas por parte de los gobiernos y de los bancos centrales. Por eso, en mayor o menor medida, están pensando en desarmar su posición de activos financieros, o como mínimo no incrementarla. También empezaron a subir levemente las tasas de interés. De todas maneras, no todos los economistas comparten esa estrategia y hasta el FMI plantea que no es un camino adecuado ir hacia hacer políticas monetarias más restrictivas en un escenario de bajas tasas de inflación y niveles salariales retrasados.