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“Nuestra proyección para el PIB en 2018 es de 3,8%”

El Economista dialogó con Miguel Zielonka, Director Asociado de Econviews

02 octubre de 2017

Tras la supersemana estadística (quizás la más rica, en brotes verdes, que tuvo el Gobierno hasta ahora), El Economista dialogó Miguel Zielonka, Director Asociado de Econviews, sobre todos los temas: inflación, crecimiento, optimismo oficial, dólar, cuentas externas y más.

Tras una semana cargada de datos positivos (excepto algunos, sobre los que hablaremos después), se observa un Gobierno “agrandado”. Lo dijo Luis Caputo: “Estamos en el mejor momento económico”.  Más allá de las declaraciones altisonantes clásicas de los funcionarios, maximizadas por estar muy cerca de un proceso electoral, el optimismo oficial se nutre de la idea de que el crecimiento ya arrancó, llegó para quedarse y eso irá acomodando los desequilibrios de “la macro”. ¿Coincide?

Coincido en muchos aspectos.  La situación actual tiene dos aristas que generan entusiasmo.  Primero, tenemos una economía que está avanzando a una velocidad crucero de 4% anual.  Como si se tratara de un bote de remos, algunos sectores reman más rápido (construcción, inversión, agricultura, ganadería y pesca) y otros más lento (industria, minería y algunos segmentos de consumo) pero el bote avanza a un ritmo decente de 4% anual en un mundo que ya no favorece crecimientos a tasas chinas. El segundo aspecto esperanzador es que a diferencia de otros períodos recientes de avance económico (más bien breves), este ciclo de expansión es un serio candidato a ser sostenible en el tiempo porque tiene bases mucho más sólidas.  Esta vez no estamos forzando el consumo privado con incentivos distorsivos de corto plazo, sino favoreciendo a la inversión con incentivos de mediano y largo plazos.  Habiendo dicho esto, es preferible no entrar en euforias.  El equipo económico sabe que hay mucho por hacer y que el camino que tenemos que recorrer tiene sus desafíos.

El segundo aspecto esperanzador es que a diferencia de otros períodos recientes de avance económico (más bien breves), este ciclo de expansión es un serio candidato a ser sostenible en el tiempo porque tiene bases mucho más sólidas

Hubo dos datos negativos que cortaron con tanta dulzura: el déficit comercial más de US$ 1.000 M en agosto (con una caída no menor de las exportaciones) y una suba importante del rojo en la CC en el segundo trimestre, que amenaza con ser de 4-5 puntos del PIB en el 2017. ¿Preocupa y cuánto?

No debemos subestimar la evolución de las cuentas externas.  Conectando con la pregunta anterior, la sostenibilidad a largo plazo de un ciclo expansivo basado en la inversión con consolidación fiscal gradual depende del financiamiento externo a los sectores público y privado. Según nuestras proyecciones, este año el déficit en cuenta corriente cerrará cerca de 3,9% del PIB, y junto con Colombia y Bolivia encabezaremos el ranking de países deficitarios de la región con niveles similares.  México está en 2,5% y Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Perú transitan entre el 1,3 y el 1,9% de déficit en el mismo ratio. El nivel de 3,9% no es alarmante aún pero hay que tener a las cuentas externas muy  destacadas dentro del tablero de control.  Siempre es preferible prevenir que curar.

¿Y qué implica eso para el valor del dólar? Uno esperaría que con ese déficit, y TC flotante, el “billete” pegue algún saltito más temprano que tarde.

De mediano plazo (fines de 2018 por ejemplo), un mayor desequilibrio en el sector externo le pone una presión extra a un tipo de cambio que flota.  En el cortísimo plazo y de cara a las elecciones generales es probable que veamos nuevamente un pequeño deslizamiento del tipo de cambio nominal hacia la zona de $17,70 cuando ejerzamos el deporte nacional de compra de dólares por motivo precaución.  Luego del 23 de octubre vemos a la moneda nacional fortalecida y esperamos al tipo de cambio nominal hacia fin de año en la zona de $18 por dólar bajo el supuesto de que no hay eventos globales que afecten el financiamiento externo.

Según nuestras proyecciones, este año el déficit en cuenta corriente cerrará cerca de 3,9% del PIB, y junto con Colombia y Bolivia encabezaremos el ranking de países deficitarios de la región con niveles similares

¿Cómo están viendo en Econviews la película nominal del 2018? El BCRA maximizó su sesgo contractivo para llegar con un IPC de 1% a fin de año y entrar más calmo a 2018 y, cuanto menos, extender en el tiempo la posibilidad de cumplir su, una vez más, exigente meta de 10% (+ o - 2%).

Esperamos una variación del IPC nacional punta a punta en 2018 de 17%. El cumplimiento de la meta fiscal de déficit primario de 3.2% sobre PIB para el año que viene requerirá una suba de tarifas en términos reales para bajar el peso de los subsidios económicos entre 0,6 y 0,8 puntos del PIB.  En términos de efectos de primera ronda sobre la canasta de precios y servicios ese ajuste real de tarifas tiene un impacto aproximado de 3 puntos.  De tomar una inflación core de 1% mensual, más los efectos de primera y segunda ronda del aumento de tarifas y componerlos durante el año llegamos al número aproximado de 17% de inflación.  Como toda estimación, la nuestra será tan buena como cuán realistas terminen siendo los supuestos.  Es paradójico pero así como el segundo semestre de 2016 llegó un año tarde, parece que la meta de inflación también será cumplida con un rezago de 12 meses? Así y todo, esperamos las primeras bajas de tasa de política monetaria este año.  Si la inflación se arrima al 1% en los próximos meses, el BCRA tiene espacio para bajar la tasa a dosis homeopáticas sin cambiar su sesgo contractivo.  La tasa de interés real ex ante está actualmente en niveles de 10% aun considerando expectativas al 17% anual.  Algunos interpretan que las declaraciones del presidente del BCRA de que no hay margen para relajar la política monetaria son sinónimo de que no bajará las tasas.  Eso sólo es cierto si creen que la desinflación no llega.

Para 2018, esperan un número bastante optimista, cercano a 4%. ¿Cuáles son los drivers?

Nuestra proyección de PIB para 2018 es de 3,8%. En nuestra visión el consumo privado crece 3% y la inversión tiene el rol protagónico creciendo a tasas cercanas al 9% anual.  La tasa de inversión actual es de 15% del PIB y debemos llevar este indicador a niveles de 20 puntos del producto en un sendero de varios años porque la tasa actual sólo permite reponer el desgaste natural de los bienes de capital y no es suficiente para crecer sostenidamente a una velocidad crucero de 4% anual.  En comparación con nuestras estimaciones, la Ley de Presupuesto 2018 supone un crecimiento del PIB de 3,5%, 3,3% de variación del consumo privado y 12% de crecimiento de la inversión.  Vale aclarar que partimos de puntos diferentes ya que nosotros estimamos un crecimiento del PIB de 3,2% en 2017 versus 3% que espera el Gobierno para este año, lo que afecta todas las tasas de crecimiento anual de las variables.

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