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Meta de inflación que se cambia, no es meta

En los últimos días, se han escuchado diversas opiniones diciendo que el BCRA debería cambiar la meta de inflación para el 2018

20 octubre de 2017

Por Eliana Scialabba y Leandro Moro

Desde que el Indec dio a conocer la inflación de septiembre, que acumula un alza del 17,6% en el año, y sobrepasó la meta de inflación planteada por el BCRA, se han escuchado diversas opiniones acerca de si el organismo comandado por Federico Sturzenegger debería cambiar o no la meta de inflación para el próximo año, dado que se estima poco probable su cumplimiento.

Sin embargo, durante esta semana la autoridad monetaria presentó su Informe de Política Monetaria (IPoM), en el que estima que continuará el proceso de desinflación de manera gradual. Según las últimas cifras del REM, durante el último trimestre de este año se espera una inflación mensual promedio del 1,4% (18% anualizado), con un incremento interanual del 22% a diciembre y del 16,9% para los próximos doce meses.

¿Qué sabemos?

En primer lugar, debemos destacar que, de acuerdo a la literatura, las metas de inflación se basan en cinco pilares, tal como plantean Mishkin y Schmidt-Hebbel (1), y tienen como objetivo generar un credibilidad en el Banco Central.

Ausencia de otra ancla nominal

Compromiso institucional de estabilidad de precios

Ausencia de dominancia fiscal

Instrumentos de política independiente

Política de transparencia y rendición de cuentas

De acuerdo a los resultados de la implementación en Argentina, podemos destacar algunos puntos que consideramos importantes al respecto:

Ancla nominal. Al constituir las metas la única ancla nominal, el tipo de cambio flexible es favorable para la absorción de shocks externos y se genera una reducción del pass-through de depreciación a precios. El BCRA mencionó en su presentación del IPoM que la correlación entre el tipo de cambio nominal y la inflación núcleo desde el cambio de régimen fue negativa (-0,33), mientras que entre 2011 y 2015 el coeficiente fue positivo (0,43).

Cambio de expectativas. “Romper” con la discrecionalidad de la política monetaria y volver a un esquema de reglas. Tal como plantea Taylor (2), debe tenerse en cuenta el rezago de la política monetaria y luego del diseño de las reglas de política monetaria debe tenerse en cuenta el período de transición hacia el cumplimiento efectivo de la nueva regla. Además, tal como plantean Kydland y Prescott (3), los cambios en las políticas monetarias generan un “costo” a los agentes, al tener que reestimar sus expectativas. En tal sentido, el costo de la estabilización se traduce en un incremento de la inestabilidad.

Independencia del Banco Central. Según la Carta Orgánica del BCRA, el objetivo principal del ente emisor es mantener estable el valor de la moneda. Para poder llevar a cabo este objetivo, en numerosas ocasiones hay que sacrificar otros objetivos (que son potestad de otros organismos del Estado). En este sentido, la autoridad monetaria ha podido manejar libremente las tasas de interés, aun a costas del encarecimiento del crédito, lo cual fue fuertemente cuestionado.

En el caso de Argentina, se nota un cumplimiento casi total de los pilares, con excepción del financiamiento al Tesoro que aun realiza el BCRA (aunque muy por debajo de los niveles de la gestión anterior).

Si bien es muy probable que no se cumplan las metas ni este año ni el próximo, de acuerdo a la literatura económica, es un régimen que sirve en contextos de alta inflación para construir credibilidad y dar el tiempo necesario a la inflación para la convergencia a las metas.

No debemos dejar de tener en cuenta, que a pesar que este año no se cumplan las metas, la inflación presentó una fuerte desaceleración, pasando del 40% interanual a un estimado del 22% para todo el año.

De esta forma, se estaría cumpliendo lo que Mishkin y Schmidt-Hebbel plantean como “metas de proyección oficial” y no “metas duras”, que se deben implementar al principio para bajar la inflación de manera gradual. Luego de algunos períodos con el régimen vigente, podremos hablar de “metas duras”.

Consecuentemente, teniendo en cuenta los fracasos sistemáticos del en materia de estabilización inflacionaria pasado (a excepción de la convertibilidad), el proceso de desinflación por medio de metas está demostrando ser un mecanismo acertado en la gestión del mantenimiento del poder adquisitivo de la moneda.

En conclusión, si se logran cumplir las metas de déficit del Tesoro en un marco de estabilidad macroeconómica y del sector externo a mediano o largo plazo, las metas de inflación podrán operar sin la carga del financiamiento a Hacienda y ajustarse a los cinco pilares fundamentales, lo que permitirá que los niveles de inflación se ubiquen dentro de la proyección objetivo.

(1) Mishkin, Frederic S., and Klaus Schmidt-Hebbel. One decade of inflation targeting in the world: what do we know and what do we need to know? No. w8397. National Bureau of Economic Research, 2001.

(2) Taylor, John B. "Discretion versus policy rules in practice." Carnegie-Rochester conference series on public policy. Vol. 39. North-Holland, 1993.

(3) Kydland, Finn E., and Edward C. Prescott. "Rules rather than discretion: The inconsistency of optimal plans." Journal of political economy 85.3 (1977): 473-491.

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