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La industria automotriz y el déficit con Brasil

Para 2017 se proyecta un déficit comercial con Brasil de US$ 6.000 millones en el sector automotriz

13 octubre de 2017

Por Carlos Boyadjian

En los últimos meses la profundización del déficit comercial con Brasil activó las alarmas acerca del impacto que tiene en las cuentas externas el resultado de la balanza comercial del sector automotriz. Según los analistas el sector atraviesa un momento particular en ambos países, que se expresa en una mayor producción en las terminales argentinas y el consecuente incremento de las importaciones de partes y piezas, muchas de ellas desde Brasil. A esto se suma un mercado brasileño aún muy débil, aunque con una leve tendencia a la recuperación, que no tracciona la demanda de unidades de media y alta gama, en general importadas desde Argentina.

“Argentina y Brasil están en etapas muy distintas del ciclo económico, con Argentina afianzando la recuperación y traccionando más el consumo, entre otras cosas de bienes durables, y Brasil comenzando recién a dar señales de una incipiente recuperación”, señala Franco Roland, analista del mercado automotriz de la consultora Abeceb.

Las previsiones para este año indican un déficit de la balanza comercial sectorial con Brasil del orden de los US$ 6.000 millones, y si se contabiliza el intercambio con el resto de los países, el complejo automotriz (autos y autopartes) será responsable de un rojo comercial cercano a los US$ 10.700 millones. Como se sabe, la profundización del déficit responde a la mayor importación de autos, pero también de autopartes, en un contexto de mayor producción y patentamientos, que a fin de año se ubicará, según Abeceb, en torno a 880.000 unidades, el segundo mejor año a nivel histórico.

Roland pronostica que en 2018 la exportación a Brasil aumente mucho. “Creemos que este año la exportación de vehículos argentinos a Brasil cerrará en torno a 144.000/145.000 unidades y para 2018 esperamos llegar a 185.000 unidades. Esto es un aumento del orden del 28% en exportación de unidades a Brasil”. A ello contribuirán los nuevos proyectos que entrarán en línea y tienen destino de exportación a Brasil, como la pick up Nissan Frontier NP 300 y el Fiat Argo.

La estrategia

Así, es difícil romper el círculo por cuanto mayor producción y ventas suponen mayor importación y más déficit comercial sectorial. Ante la caída de la demanda en el vecino país, desde el año pasado el Gobierno buscó abrir nuevos mercados, logrando un acuerdo comercial con Colombia en julio pasado, que podría impulsar exportaciones por US$ 700 millones. Asimismo, Argentina ratificó el acuerdo Mercosur-Egipto firmado en agosto de 2010, pero aún pendiente de ratificación. Como fuere, son alternativas que no logran reducir la menor demanda brasileña.

Según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), en el acumulado de nueve meses de este año, las exportaciones de vehículos treparon 11,6% en términos interanuales, y la producción creció 0,5%, pero se advierte un giro positivo en este indicador a partir de mayo.

En ese contexto, hace doce meses Brasil representaba 74,0% de las exportaciones de autos, mientras que en septiembre de 2017 llegó al 62,8%. Parte de esa caída fue a mercados como Centroamérica, que pasó de 0,6% del total de exportaciones en septiembre de 2016 a 8,9% el mes pasado, Chile que subió de 3% a 5% en el último año, o Australia y Nueva Zelanda que crecieron del 3,1% al  4,1% en los últimos doce meses.

Fuentes del Ministerio de Producción, señalan que en el primer semestre de 2017 las exportaciones de vehículos crecieron 19% (en dólares a valor FOB) comparado con el mismo período de 2016. El incremento se explica en gran medida por el aumento de los destinos extra Mercosur (64%).

Desde el Ministerio también explican que la industria local está transitando un proceso de especialización, que permite tener mayor escala e integración de partes y piezas locales. Además, esta especialización se da en segmentos de alto valor agregado, como pick ups y  vehículos de media y alta gama. Todo esto favorece la integración en cadenas globales de valor, en tanto la escala es condición necesaria para el desarrollo de proveedores locales, lo que favorece la localización de plataformas. Esta parece ser la estrategia, aunque los resultados dependen de las decisiones empresariales que toman las casas matrices de las terminales, a miles de kilómetros de la Argentina.

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