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¿La crisis 2009 en EE.UU. fue estructural o cíclica?

Con el tiempo transcurrido, se pueden elaborar algunas conclusiones interesantes acerca de lo ocurrido durante la crisis de 2009

17 octubre de 2017

Por Pablo Mira Economista

Con la ventaja del tiempo transcurrido, se pueden elaborar algunas conclusiones macroeconómicas interesantes acerca de lo ocurrido durante la crisis de 2009 en Estados Unidos. La discusión más interesante respecto de este triste evento es acerca de si sus causas fueron cíclicas o estructurales. Simplificando un poco, una crisis es de naturaleza cíclica si corresponde a un shock (negativo) de demanda mientras que es estructural si es consecuencia de problemas de oferta, es decir, de modificaciones perjudiciales en la estructura productiva. Si se trata de un déficit de la demanda, la política expansiva debería contrarrestarla, pero si el problema es productivo, la acción del Estado poco podrá hacer para solucionarlo, y se deben encarar las respectivas “reformas estructurales” para atacarlo.

La historia cíclica y sus consecuencias son relativamente transparentes. El colapso hipotecario disparó la necesidad de reacomodar las hojas de balance de las familias, las empresas y en particular del sistema financiero, lo que indujo una brusca caída del gasto, dando lugar a un marcado incremento del desempleo en toda la Unión.  La explicación estructural, mientras tanto, requiere de una justificación más detallada, porque es necesario identificar qué tipo de obstáculos estructurales provocaron semejante suba del desempleo. En general, se propone que el desempleo estructural es consecuencia de una creciente brecha entre las capacidades que las firmas necesitan y las que pueden proveer los trabajadores. El problema se soluciona con educación, y por lo tanto se necesita mucho tiempo para recuperar niveles de desempleo más bajos.

La profesión dividió el diagnóstico entonces en ciclicalistas y estructuralistas. Entre los primeros destacaba Paul Krugman, mientras que los que hablaban de reforma estructural eran los que defendían la modelización teórica mainstream, según la cual la única forma de crear una situación macroeconómica de bajo empleo es a través de un shock de productividad negativo. Los ciclicalistas eran los “keynesianos” y los estructuralistas los “neoclásicos”.

Con el beneficio del tiempo, es posible determinar quien ganó la disputa. Finalmente, quedó comprobado que el desempleo observado era cíclico, por varias razones. Primero, la política expansiva que siguió inmediatamente a la crisis hizo recuperar la demanda agregada y la actividad económica, con una reducción paripassu de la desocupación. Segundo, los estados donde más había aumentado el desempleo mostraron luego una caída más rápida en el mismo. Y tercero, el desempleo en el pico de la crisis se había expandido para todos los niveles de educación, no solo para los menos calificados.

El debate tuvo un ganador claro. Los partidarios del viejo y tradicional ciclo económico estuvieron en lo correcto, mientras que los que aducían la necesidad de reformar el mercado de trabajo fallaron en su pronóstico. Algunas ideas tradicionales, como las del desempleo keynesiano asociado a la actividad económica y a la demanda agregada, siguen teniendo un lugar preponderante en el diagnóstico macroeconómico. Y el modelo mainstream, con sus supuestos irreales sobre el funcionamiento de los mercados y la racionalidad humana, sufrió un nuevo revés.

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