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El gradualismo también ganó y renovó su plazo

“Nos ha ido bien con el gradualismo”, se sincera una alta fuente oficial. Y la máxima futbolera dice que “el equipo que gana, no se toca”.

23 octubre de 2017

El Gobierno está cómodo. Cada vez más. La sociedad apoya (aunque no sean números rutilantes) y los mercados financian (y cada vez más barato). Le desactivación secuencial de “la herencia” cierra por todos lados y los funcionarios se inflan el pecho. “Dejamos atrás el populismo sin una crisis y ya estamos creciendo nuevamente”, dice un muy importante funcionario del Ministerio de Hacienda en diálogo con El Economista.

El gradualismo, esa hoja de ruta creativa y sorpresiva que ideó Cambiemos, cuando la gran mayoría esperaba (y acicateaba) un shock (aunque lo hubo en algunos items, y anduvo bien, excepto con tarifas), pasó el ácido examen doble.

“Nos ha ido bien con el gradualismo”, se sincera, con elocuencia, esa misma fuente. Y la máxima futbolera dice que “el equipo que gana, no se toca”. Además, como repiten en Balcarce 50 y alrededores, “el gradualismo no es una elección sino el único camino posible”. Quien dice lo contrario, agregan, “no entienden cómo funciona el mundo”.

El kirchnerismo, con un apego a la realidad decreciente, dice que, ahora, se va a percibir el verdadero rostro del Gobierno que se viene un ajuste frío y violento y una reforma laboral a la brasileña, que Jorge Triaca ya negó, que pulverizará los derechos laborales conquistados desde en las últimas décadas.

Por cierto, seguirán subiendo las tarifas de los servicios públicos y algunos ajustes más aquí y allá (como se hace siempre y en todos los países), pero, en esencia, la política económica, que fue ratificada, seguirá incólume. Equipo que gana?

Más teniendo en cuenta que, para 2018, se proyecta más crecimiento de la economía y del empleo (aunque lejos de tasas chinas), inflación en baja (y salarios moderadamente en alza), obra pública récord y el gasto social más elevado de la Historia.

Los eventuales ajustes dependerán más de la voluntad de los mercados globales y de la capacidad de la economía de financiar un creciente desequilibrio externo que de la voluntad de los policy makers.

El riesgo, por cierto, no es el ajuste sino la procrastinación. El “equipo que gana?”. Con una economía en alza y las urnas empachadas con papeles de Cambiemos, el riesgo está. Pero en el Gobierno saben muy bien que se la agenda sigue siendo demandante, tanto la urgente como la necesaria y la de más largo plazo. Argentina sigue con desequilibrios macro severos y, como trasfondo, una economía que en el ranking está nada menos que en el 92º lugar en el torneo de competitividad global, según el WEO.

Por eso, como anticipó Mauricio Macro en el 53º Coloquio de IDEA, el nuevo mantra será el “reformismo permanente”. Que será, como viene haciendo hasta ahora el Gobierno, consensuado con los diversos actores de la vida nacional, desde los sindicatos y los empresarios hasta los legisladores y gobernadores.

Y es agenda va a venir. Algunos temas, como la Ley del Mercado de Capitales, ya están en el Congreso. En los próximos meses, llegarán la reforma impositiva, las modificaciones para a la Ley de Defensa de la Competencia, los acuerdos sectoriales (a la Vaca Muerta) entre sindicatos, empresas y Gobierno. “Pero no será un paquete que se presentará de un día para el otro. Cada una se irá debatiendo en su momento. Es un proceso”, dicen en Hacienda. El gradualismo, hasta ahora exitoso, todavía es algo que varios (la mayoría, en rigor) no logran entender.

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