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“Las empresas con impacto socioambiental atraen talentos”

El CEO de Bioplástico, Francisco Mazzoni, le contó a El Economista por qué decidió abandonar la seguridad de un puesto fijo en Techint y saltar a la nueva economía sostenible

18 octubre de 2017

Entrevista a Francisco Mazzoni CEO de Bioplástico Por Florencia Barreiro

Después de trece años de trabajar en el Grupo Techint, el ingeniero industrial Francisco Mazzoni decidió hacer un cambio de rumbo en su carrera profesional y lanzarse a emprender un proyecto sustentable. En ese proceso desembarcó en Bioplástico, una empresa que está por iniciar su primera ronda de inversión para instalar la primera planta de bioplásticos del país. La idea es producir 5.000 mil toneladas de plástico al año en un proceso que combina compuestos de origen vegetal. Mazzoni, actual CEO de la compañía, le contó a El Economista por qué decidió abandonar la seguridad de un puesto fijo en una empresa que actúa en un sector tradicional como el petrolero para volcarse en una iniciativa ligada a la nueva economía sostenible.

¿Cómo fue el proceso personal hasta desembarcar en bioplástico?

Estudié ingeniería industrial en el ITBA. Como a tantos otros que egresan de esa universidad, el Grupo Techint me entrevistó y me contrató para trabajar en Tenaris un año antes de completar la carrera. Tuve un crecimiento relativamente rápido. A los dos años asumí a ser el jefe del sector, y dos años después tomé una gerencia. Fui pasando por distintos sectores en áreas de planificación, logística y proyectos. Una nueva promoción me llevó a mudarme a Uruguay y luego de tres años, fui trasladado a Tailandia, para dirigir el start-up de Tenaris en ese país. Tras meses intensos de trabajo, alta carga de stress, y cientos de anécdotas, el objetivo fue logrado. La operación comenzó en tiempo, y sin desvíos de presupuesto. Fue una experiencia increíblemente enriquecedora. Hasta aquí, se podría decir que era una carrera exitosa. Incluso me propusieron informalmente una nueva promoción. Pero en Tailandia se disparó un proceso que yo ya venía experimentando en mi cabeza: tenía ganas de emprender y de emprender hacia lo social o ambiental. Y en cierta manera, la última experiencia en la compañía me había dado la confianza necesaria para hacerlo.

¿Por qué decidió buscar un proyecto más ligado a lo sustentable?

Durante mi año de estadía en Tailandia, empecé a devorar libros sobre temas sociales y ambientales, que me fueron convenciendo que tenía que ayudar a resolver los problemas que el mundo enfrenta hoy en día.  Los buenos libros nos dicen cosas que ya sabemos, solía decir un amigo. Aun si mi aporte fuera mínimo o nulo, aún si implicara resignar gran parte de mi salario, quería intentarlo. Me llevó años darme cuenta de algo lo que hoy los chicos más jóvenes llevan en su ADN. Cuando lo hice, renuncié y volví a la Argentina. Por primera vez en 38 años me pregunté realmente qué quería hacer. La transición de una identidad a otra no me resultó fácil.

¿Qué búsqueda laboral hizo una vez que decidió el cambio?

Quería encontrar algo que tuviera impacto social o ambiental, donde pudiera aplicar mi experiencia, y que me permitiera tener un nivel de vida aceptable. No fue fácil encontrar en nuestro país oportunidades que combinen estos factores. Pero encontré un mundo con un enfoque distinto, donde empresas y personas de un mismo rubro colaboran entre sí en lugar de competir. Así fue como llegué a donde estoy hoy, como gerente general de Bioplástico, una empresa que provee plásticos biodegradables.

¿Cuál es el enfoque actual del emprendimiento?

Queremos arrancar con un proyecto industrial referido al bioplástico. En Argentina por ahora no hay industrias que lo produzcan. Es un plástico biodegradable que en lugar de producirse en base a petróleo se produce a partir de recursos renovables, cultivos o residuos de otras industrias. Y nosotros empezamos importándolo y vendiéndolo en la Argentina. Pero ahora la idea ahora es empezar a producirlo en el mercado local.

¿Es un buen momento para este tipo de proyecto?

Hay muy buena predisposición para que el mercado crezca. El Ministerio de Agroindustria ya sacó un programa para el desarrollo de los bioproductos. Y si bien todavía está en proceso de implementarse y reglamentarse se prevé, entre otras cosas,  crear un sello que asegure que los productos sean de origen biológico y no de origen fósil.

¿Cree que esta vocación por lo sustentable es cada vez más habitual en los profesionales? Bioplástico forma parte de un grupo de empresas orientadas a la sustentabilidad llamado B-ECO, formado por organizaciones de micro-finanzas inclusivas (Programa Semilla), de comunicación (Ecomanía, La Bioguía), y consultoría (Greenbondi). En estas empresas, hay casos muy similares al mío, de personas que se volcaron de los negocios “tradicionales”, a un mundo motivado no sólo por la rentabilidad, sino también por el impacto y el propósito.

¿Las empresas que tienen este tipo de mirada son una buena oportunidad laboral?

Los cambios que estoy viendo en mi entorno y en el país me permiten soñar con un mundo donde las empresas con impacto socio ambiental positivo puedan ofrecer salarios competitivos con el mercado. Esto generará mayor atracción de talentos, lo cual potenciará a su vez el impacto, generando un círculo virtuoso. Creo que sólo este tipo de empresas serán realmente rentables a futuro. Pero no creo que sean las empresas y organizaciones quienes empujen proactivamente este cambio, sino el consumidor, que tiene en sus manos el enorme poder que implica poder elegir.

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