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El consumo privado mejora de a poco

Por mejoras en la situación de los hogares, los datos de consumo masivo reflejan una mejora en el margen. ¿Cómo sigue?

20 octubre de 2017

Por Matías Carugati Economista jefe de Management & Fit & Martín Mulleady Economista de Management & Fit

Los datos de consumo masivo reflejan una mejora en el margen Las ventas en supermercados reportadas por el Indec cayeron, en términos reales, 0,2% anual en agosto, lo que representa una mejora respecto al -2,4% de julio o el -6% promedio de todo el año. Algo similar se desprende de las ventas en shoppings, con una baja de 5% anual en agosto, frente a la caída de 6% de julio y de 11% promedio en 2017. Nótese que los valores nominales se deflactaron por el IPC Nacional, ya que el organismo oficial reporta datos constantes (que registraron subas) desde abril de este año. Información del sector privado también apunta en la misma dirección. Por ejemplo, el volumen de ventas minoristas relevado por CAME sufrió una baja de 0,1% en septiembre, tras un -0,3% en agosto y -2% en el promedio del año. Esta dinámica refleja un consumo que todavía cae pero que estaría cambiando de tendencia. Más aún, si se amplía el espectro de indicadores, el consumo privado ya está en expansión, lo que explica (en parte) el crecimiento observado del nivel de actividad.

Analizar el consumo únicamente considerando la venta de bienes en canales específicos es erróneo No sólo se dejan a un lado otros canales relevantes, como el mayorista o el e-commerce, sino que también se omite el comercio en servicios. De ahí la discrepancia entre lo que reporta el Indec a nivel de supermercados y shoppings (caída) y la medición del consumo privado en las Cuentas Nacionales (expansión). Para tener una mirada más amplia construimos un indicador coincidente del consumo privado (tal como surge del PIB) pero de frecuencia mensual, con resultados aceptables (ver gráfico). En la construcción utilizamos 11 variables relacionadas con la actividad comercial, ventas, importaciones de bienes y servicios, crédito y confianza del consumidor. Nuestro indicador (preliminar, ya que faltan algunos datos para cerrar el mes) refleja una expansión de 5% anual en agosto, la sexta consecutiva, dejando al trimestre con una suba de 5,5%. Esto implica una aceleración respecto al 3,4% registrado en el segundo trimestre (siendo el dato oficial de +3,8% para el mismo período). La poca información disponible de septiembre es promisoria. Por caso, la recaudación (real) por IVA creció 5% anual, marcando la quinta expansión interanual consecutiva, y las ventas de autos (nuevos y usados) se expanden a un ritmo de dos dígitos. Al margen de las cifras puntuales, más o menos precisas, lo importante es el mensaje que transmiten: el consumo arrancó hace varios meses.

Mejoras en la situación de los hogares explican el repunte de consumo Los ingresos familiares aumentan de la mano del empleo (según el EIL: +1,2% anual a agosto, +0,4% acumulado en el año) y de los ingresos reales, ya sean salarios (privado formal: +8% anual a julio y +4% acumulado) o jubilaciones (+2% anual a septiembre y +2% acumulado). Por otra parte, los consumidores exhiben mayores niveles de con fianza, con el índice relevado por la UTDT alcanzando los 51 puntos, el nivel más alto desde diciembre de 2015. La mayor confianza se traduce en menor cautela a la hora de tomar decisiones de gasto. A su vez, y en un marco de elevadas tasas de interés, se está dando una fuerte expansión del crédito (sin contar los créditos Argenta, de buen dinamismo).

De todos modos, el sendero hacia delante no está exento de obstáculos El proceso de desinflación avanza a un ritmo más lento que el esperado, lo que en algún punto erosionará el poder adquisitivo de los hogares (a medida que los salarios queden “viejos” frente a precios “nuevos”). El bolsillo también sufrirá por el aumento programado en las tarifas de servicios públicos. En este contexto, el resultado de las paritarias y el timing de los aumentos serán claves para la dinámica futura del consumo. Aunque, por otro lado, hay que remarcar que existe cierto trade-off entre actividad e inflación, con lo cual paritarias generosas podrían complicar al BCRA en cumplir con una meta de inflación que, de base, luce bastante ambiciosa.

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