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¿El BCRA cambiará su plan para combatir a la inflación?

Ante las limitaciones de la estrategia basada en la tasa de interés para bajar la inflación observada (fue 1,9% en septiembre), hay cada vez más críticos y pedidos de cambios en el método de desinflación

Alejandro Radonjic 17 octubre de 2017

 Por Alejandro Radonjic

El elevado 1,9% que arrojó el IPC Nacional para septiembre generó una miríada de debates, puso un manto de escepticismo sobre la efectividad de la compulsa antiinflacionaria del BCRA y despertó incógnitas sobre si se vienen cambios en la política de desinflación en curso ante, obviamente, los magros resultados parciales.

“Entre enero y septiembre la inflación acumuló 17,5%, en línea con la inercia inflacionaria de los últimos diez años. Así, al comparar los arranques de año de la última década, no se observa una significativa desaceleración de la inflación”, dicen los legisladores detrás del IPC Congreso. Por octavo año consecutivo, los precios subirán más de 20%. En criollo: la inflación no está bajando de su velocidad crucero de 20-25%. Siquiera gradualmente. Sin embargo, es justo decir que el dólar y las tarifas no operaron como anclas ni en 2016 ni en 2017: hubo subas en tarifas y el BCRA no fijó el dólar (solo intervino en la previa de las PASO). Aun así, los números son los mismos, prácticamente.

Las visiones

Sin embargo, hay algunos optimistas (todavía). Además del BCRA, claro. Varios economistas sostienen que la desinflación es algo que lleva su tiempo (y que el BCRA elevó demasiado la vara con sus exigente metas, obviando las cansinas experiencias como la de Perú, Chile, Colombia y/o Israel) y que, en líneas generales, se están haciendo las cosas bien desde el BCRA (dadas las herramientas disponibles). Asimismo, destacan que los precios están liberados (es decir, no se reprime artificialmente la inflación, como en la fase kirchnerista), resaltan que hay un plan de convergencia fiscal y que la variación de precios en 2017 será la más baja desde 2011, aun cuando la meta (exigente) del BCRA haya quedado desfasada antes de entrar en el cuarto trimestre. Reconocen que la inflación aún es alta, pero que no hay demasiado margen para hacer otra cosa (quizás, sí, algo más por el lado fiscal) que esperar los frutos de la astringencia monetaria.

Pero casi todos las demás voces tienen algún tipo de crítica hacia la autoridad monetaria (y otras áreas del Gobierno, como Hacienda): algunos creen que el error es que la política fiscal no ajustó tanto como debería; otros, que las metas fueron demasiado exigentes; otros, que el lanzamiento del inflation targeting fue muy prematuro; otros, que no hubo un gran acuerdo social, como sugirió en su momento Alfonso Prat-Gay; otros, que no hay coordinación interministerial; otros, que no se consideraron mecanismos para frenar la inercia y, otros, quizás los más críticos, creen que la filosofía detrás de la lucha contra la inflación está errada.

Sin cambios

¿Se vienen cambios en la política de desinflación? “La política monetaria de fijación de tasas de interés no está siendo del todo efectiva”, reconoce Hernán del Villar (Estudio Alpha). Aun así, cree que “el BCRA mantendrá su política dándole la oportunidad que en el tiempo vaya teniendo un mayor resultado”. No parecería todavía el tiempo de cambiar, añade y reconoce que “el BCRA ha ganado en reputación, las expectativas inflacionarias están orientadas a la baja y la inflación inercial irá disminuyendo”. Por último, dice: “Seguramente los tiempos necesarios para alcanzar los niveles objetivos del BCRA serán mayores”, dice Hernán del Villar desde el Estudio Alpha en diálogo con El Economista.

Caminos distintos

En una posición más crítica se encuentra el diputado (Frente Renovador) y economista Marco Lavagna. “El Gobierno, como venimos sosteniendo hace tiempo, está muy lejos de poder controlar el problema de la inflación. Vende que bajó la inflación a la mitad, pero eso no es un triunfo: el problema es haberla duplicado en 2016. Estamos volviendo a la inflación estructural que tenemos hace diez años y es crítica. El Gobierno solo está tratando de bajar la inflación a través de la tasa de interés, y con eso solo no alcanza para cortar la vida propia de la inflación en un país como Argentina donde, además, la bancarización es baja. Además, te genera un esquema económico en el que cada vez más dependés de lo financiero y menos de lo productivo, y no generás puestos de trabajo. Hay que usar otras herramientas, como analizar la cadena de valor y la formación de precios, utilizar más la defensa de la competencia y las regulaciones sobre las cadenas”, dijo ante El Economista.

En los próximos meses se verá si hay cambios en la estrategia de desinflación. A priori, todo sugiere que seguirá reposando toda la tarea sobre el BCRA y que este utilizará a la tasa como principal instrumento. La Casa Rosada está convencida de eso y hay suficiente evidencia empírica para cimentar esa tesitura. Sin embargo, y dadas las peculiaridades locales, no debe descartarse que el Gobierno sorprenda con alguna herramienta alternativa para enfrentar a lo que, puertas adentro en la Casa Rosada, llaman “un cáncer social” que se obstina en seguir persistiendo.

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