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Impuestos y consumo en la agenda textil

Aunque hubo mejora de los últimos meses, los empresarios esperan este año una caída del 5% en la actividad

26 septiembre de 2017

 Por Carlos Boyadjian

Desde hace diecisiete años ProTextil se ha convertido en una caja de resonancia de lo bueno y lo malo que ocurre al interior de la cadena de valor textil e indumentaria, y este año, el evento que se realizó ayer en el Hotel Hilton de Puerto Madero, no fue la excepción. La fuerte presión impositiva que afecta a la industria, el incremento de las importaciones y su consiguiente impacto en la producción local, sumados a la sostenida caída del consumo en el mercado interno desde 2016, se combinan para configurar un panorama complejo en esta industria que hoy, pese al bajón del nivel de actividad, aún emplea a unos 400.000 trabajadores.

El año pasado la producción del sector manufacturero textil cayó 25% en volúmenes, y si bien en los últimos meses se observó una relativa mejora en los indicadores, especialmente en los primeros eslabones de la cadena (hilandería, tejeduría), aún así los empresarios del sector pronostican una contracción del 5% este año.

Las razones son múltiples pero juntas tienen efecto demoledor en el sector. En primer lugar, la caída del consumo por la pérdida del poder adquisitivo, a lo que  hay que añadir el aumento de productos finales tanto de prendas de vestir como de textiles para el hogar (sábanas, toallas). En los primeros siete meses del año el ingreso de prendas de vestir importadas viene creciendo a un ritmo del 62%, estimó Jorge Sorabilla, titular de la Fundación ProTejer, en una conferencia de prensa previa al encuentro sectorial.

La aspiradora

Probablemente, el tema que más afecta a la industria sea la fuerte presión impositiva que acumulan, en el proceso de fabricación y comercialización, los productos terminados. Un  análisis de la entidad asegura que el 50,3% del precio final de una prenda de vestir corresponde a impuestos, mientras que 12,7% se destina a alquileres, 12,2% a gastos bancarios, otro 9% es para logística y comercialización. Así, a la industria textil le corresponde sólo 8,5% del precio final de la prenda.

Sorabilla advirtió que hoy hay empresas textiles que “están perdiendo plata”, debido a la caída en el consumo interno, no tanto por falta de competitividad del sector sino por los sobrecostos que generan “la presión impositiva y la burocracia administrativa”.

No obstante, el titular de la Fundación ProTejer consideró que “la industria argentina es parte de la solución a los problemas que tiene el país y si la ropa es cara, los textiles tenemos muy poca culpa en esta realidad, porque somos competitivos con tecnología que está a la altura de las más avanzada del mundo”, explicó el empresario.

El ejecutivo recordó que en 2016 “se importaron US$ 1.400 millones registrados a través de la Aduana pero también entraron otros US$ 2.000 millones correspondieron a compras de turistas en el exterior”. El resultado fue una caída del 25%, un tercio por aumento de importaciones y dos tercios por caída del consumo. Frente a eso el sector invirtiendo ?US$ 4.000 en los últimos diez años?, busca mejorar la competitividad y está elaborando un proyecto de ley de blanqueo laboral para el sector confección, que incluirá también al calzado.

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