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Detrás de la suba de 7,7% de la inversión

Más allá de que creció casi 8% en el segundo trimestre, una gran parte responde a obra pública y “fierros” importados

25 septiembre de 2017

La semana pasada salieron los datos de crecimiento del segundo trimestre y el Gobierno salió a marcar la cancha discursiva con un dato puntual: el de la inversión. Acaso, más que el número general de crecimiento, que fue de 2,7% interanual. Cerca de Nicolás Dujovne eligieron el dato de inversión (formación bruta de capital fijo, técnicamente), que creció 7,7% interanual, para luego hablar acerca de la sostenibilidad de la recuperación.

“El crecimiento sigue siendo liderado por la inversión, lo que confirma que este proceso de crecimiento es sostenible”, repetían, al unísono, desde Hacienda. En rigor, la inversión es el preludio virtuoso del crecimiento y, sin ella, los eventuales tirones de demanda del crecimiento pueden durar muy poco, como ocurría en 2012-2015. Coincidieron en el sector privado. “El ágil ritmo de la formación de capital es un dato clave para dotar de sustentabilidad a la recuperación económica en curso”, dijo Federico Muñoz.

Sin embargo, hay varios “peros” a destacar. Por ejemplo, que la inversión se hundió en 2016. Sin ir más lejos, en el mismo trimestre del año pasado, la formación bruta de capital fijo se desplomó 4,1% y 5,1% en todo el año. Es decir, hay, sin duda, un efecto de baja base de comparación.

A la vez, en rigor, fue el consumo privado el que lideró. Aunque la suba fue más módica (3,8%), su peso en el PIB es mayor.

Pero el dato más importante es que la obra pública, estadísticamente, se computa como “construcciones” en el desagregado de la inversión (los otros componentes son maquinaria y equipo, por un lado y equipo de transporte, por el otro). Y “construcciones” fue, después de equipo de transporte importado (todo un dato, ya que muestra que la inversión no se “derrama” tanto aguas abajo), el renglón que más creció. La compra de equipo de transporte nacional, por caso, cayó 4,2%.

Eso compara, además, con un primer semestre de 2016 en el que la obra pública estuvo paralizada y plantea dudas hacia 2018, toda vez que el Gobierno debe bajar el rojo fiscal de 4,2% a 3,2% del PIB y es una incógnita el derrotero de la apuesta por los PPP.

Detrás del “datazo” de la inversión, hay algunas sombras que merecen ser detalladas antes de proyectar si, en rigor, la economía entró en una fase de crecimiento que, como llegó a decir Dujovne, durará décadas.

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