Por Juan Radonjic
A la hora de hacer la lista de los ganadores de las primarias de ayer, María Eugenia Vidal está en el podio. Hace dos años, Vidal ganó las elecciones sin un trabajo político previo en la provincia de Buenos Aires. Pero, cuando el espacio que integra la necesitó como candidata a gobernadora, aceptó el desafío (algo que nunca hizo Gabriela Michetti) porque tiene en claro que la política es un proyecto colectivo. Su figura era la contracara de Aníbal Fernández, que tenía todo lo que un candidato no debe tener.
Logró un sorpresivo y amplio triunfo gracias a masivos cortes de boleta y ese día quedó sellada la elección presidencial que se realizaría poco después. Desde un inicio, se desconfiaba sobre sus posibilidades de consolidarse en una provincia tan compleja.
Pero lo fue logrando sobre la base de sostener la agenda de cambios que había prometido en la campaña, algo que fortaleció su imagen al punto de ser una de las figuras políticas mejor evaluadas del país. Pudo contar, además, con un buen esquema de gobernabilidad dada su afinidad política con la mayoría de los intendentes y por haber podido establecer un acuerdo orgánico con el massismo en la Legislatura. Pero el dato clave fue el apoyo del Gobierno Nacional que sabe que, en buena medida, su esquema político se sostiene si la gestión en Buenos Aires se consolida. Dado el problema estructural de financiamiento que padece la provincia más grande del país, se torna difícil de manejar sin una buena relación entre La Plata y la Casa Rosada.
A la hora de hacer la lista de los ganadores de las primarias de ayer, María Eugenia Vidal está en el podio
Para evitar esa dependencia, Vidal, con el apoyo de los legisladores bonaerenses de todos los partidos, se puso al frente del reclamo de una distribución diferente de recursos y la restitución de los fondos del conurbano de acuerdo a su espíritu original. Pero esa reivindicación choca con los intereses de las demás provincias y eso hace que la figura del gobernador de Buenos Aires no siempre sea popular en el resto del país.
Un nuevo perfil
De todas maneras, Vidal subió ahora el tercer escalón. No fue candidata como en 2015 y su gestión se consolidó, pero recién en esta oportunidad asumió un papel de liderazgo político. Sin lugar a dudas, una de las figuras decisivas en la figura de este ciclo electoral es la gobernadora de Buenos Aires. Decidió ponerse al frente de la campaña sabiendo lo que estaba en juego. Y está claro que el rendimiento en la campaña de los candidatos de Cambiemos en esta primera etapa no fue el mejor. El desafío que tuvo que enfrentar, y seguirá siendo así hasta octubre, es que la gestión del gobernador difícilmente traccione votos en el conurbano, algo que sólo logró Eduardo Duhalde a comienzos de la década del ´90. Los ciudadanos tienen en claro las responsabilidades de las intendencias y las del Gobierno Nacional, pero las de la gobernación son más difusas. Y los determinantes del voto, como la inflación y el empleo, se resuelven en la Plaza de Mayo y no en la ciudad de las diagonales.
El desafío que tuvo que enfrentar, y seguirá siendo así hasta octubre, es que la gestión del gobernador difícilmente traccione votos en el conurbano
Por eso, Vidal estuvo atenta a los hechos económicos que pudieran alterar el ánimo de los votantes. Y no dudó en advertirle a Mauricio Macri sobre el riesgo que implicaba la brusca escalada del dólar ante la cual el BCRA, aferrado a la flotación cambiaria, estaba inmóvil. Vidal tiene como ministro de Economía a Hernán Lacunza, que es un experto en política monetaria, que le advirtió sobre las consecuencias sobre la inflación y sobre las expectativas que tiene la suba abrupta del dólar.
https://twitter.com/mariuvidal/status/895759283257827328
La intervención política de Vidal condujo a otra intervención: la del propio BCRA en el mercado cambiario vendiendo US$ 305 M (y luego, otros US$ 1.300 más) enviando un mensaje potente de que no permitirá otra semana con bruscas subas del dólar. Por los menos hasta el 22 de octubre.
Cómo llegó
El crecimiento político de María Eugenia Vidal es consecuencia de cualidades personales y del apoyo sistemático que le brindó Mauricio Macri desde hace mucho tiempo. En 2003 pocos días después de perder el balotaje contra Aníbal Ibarra, Macri le dijo a su círculo íntimo que por quien más lamentaba la derrota era por Vidal y que, si tuviera que rescatar a alguien de su equipo, sería ella. Cuando se decidió que Vidal fuese candidata, no había mucha confianza en sus posibilidades siquiera dentro del PRO. Entre ellos, Emilio Monzó, que quedó totalmente excluido del armado político de 2017 pese a haber tenido un gran protagonismo en el de 2015. Vidal también juega fuerte en los asuntos internos.
Los ciudadanos tienen en claro las responsabilidades de las intendencias y las del Gobierno Nacional, pero las de la gobernación son más difusas
En 2015 se hablaba de un acuerdo para que el candidato a gobernador fuese Sergio Massa que Macri no avaló. Cuando varios quisieron hacer ser candidatos a gobernador Macri les dijo que no tenía inconveniente en que lo intentarán pero debían saber que debían competir en las primarias contra Vidal las que deberían competir con a Vidal que tendría su apoyo. Desistieron todos. Y en esta oportunidad dejó claro que no la quería a Elisa Carrió compitiendo en la provincia de Buenos Aires. Una decisión que compartió todo el PRO bonaerense porque no se veía la ventaja de restarle protagonismo a Vidal y porque la agenda de Carrió pega fuerte en la CABA, pero va perdiendo impacto a medida que en la que la General Paz va quedando lejos.
Definitivamente Vidal dejó atrás a Heidi y pasó a otro nivel político. Pero su desarrollo dependerá siempre de la difícil tarea de administrar el complejo territorio bonaerense.