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Actividad, en modo despegue

Si el PIB crece 3,1% en 2017, como creemos, la economía argentina podría salir del amesetamiento que se avizoró en los últimos cinco años

30 agosto de 2017

Por Guido Lorenzo Economista ACM

La incertidumbre electoral había paralizado muchos análisis que se podían realizar debido a que el resultado era binario: el Gobierno recibía el apoyo en las urnas y el programa seguía adelante o una advertencia del electorado ponía en jaque sus planes en términos de política monetaria, cambiaria, fiscal e ingresos. A pesar del escrutinio definitivo, la elección, en la percepción del mercado, resultó favorable a Cambiemos en PBA y a nivel nacional.

En conjunto con este resultado, los datos de crecimiento conocidos en el último EMAE de junio permiten estimar un crecimiento del 0,8% en el segundo trimestre respecto al primero, dando cuenta que el crecimiento se está consolidando. Nuestras proyecciones fueron ajustadas levemente al alza hacia un crecimiento del 3,1% gracias a los buenos datos de indicadores adelantados como los de construcción e industria.

No obstante, lo que es destacable es que de cumplirse estas proyecciones (que están alineadas a las de mercado), la economía argentina podría salir del amesetamiento que se avizoró en los últimos cinco años en los que, en promedio, no crecía sino que tenía una tendencia a la lateralización. Desde el 2012, el nivel del PIB oscilaba alrededor de un valor estable y la tendencia de crecimiento se había aplanado. Con el crecimiento para el 2017 ya se logra salir de esa meseta y se retoma un perfil de crecimiento con un cambio de tendencia positiva.

Una de las claves es el perfil de crecimiento que muestra el EMAE de junio en el que el crecimiento vuelve a ser regido por 14 de los 15 sectores que conforman la economía ya que la industria manufacturera empieza a mostrar valores positivos en forma consecutiva. Pero algo más destacable es que se puede observar que en términos trimestrales, en los últimos doce años, el desvío estándar del crecimiento en términos de sectores era del 7% mientras que, ahora, ronda el 5%. Lo que da muestra de un crecimiento no sólo sostenido, sino balanceado.

El crecimiento de la industria de los últimos dos meses, luego de quince períodos recesivos, y la construcción creciendo a doble dígito por cuatro meses consecutivos, nos permiten estar seguros de que la actividad no corre riesgo este año. Por ende, los datos revelados durante el día de mañana (EMI e ISAC), seguramente no revertirán su signo.

A pesar del escrutinio definitivo, la elección, en la percepción del mercado, resultó favorable a Cambiemos en PBA y a nivel nacional

Otro dato positivo proviene de la balanza comercial. M. Uribe y S. Schmitt-Grohé, autores expertos en macroeconomía internacional, encontraron como hecho estilizado en su libro publicado este año, que en las economías emergentes la balanza comercial es contracíclica y con mayor correlación que en el resto del mundo. Más allá del hecho, la razón es intuitiva: para invertir y exportar hay que importar primero. Las importaciones de bienes de capital han crecido 13,8% acumulado en el año y se aceleraron al 35,5% en el mes de julio. Similar es la dinámica con piezas y accesorios de capital.

Excepto por la existencia de algún shock externo, al cual una economía pequeña y (financieramente) abierta es vulnerable y podría entorpecer este camino despejado, no vemos riesgos para 2017. En este sentido, es importante que estratégicamente el Gobierno reflexione en los mecanismos de absorción de algún shock financiero o real dado el esquema (aperturista en cierto modo) que adopta. Utilizar el tipo de cambio nominal como estabilizador automático parece ser un instrumento poco eficaz y la reforma tributaria debería considerar un sistema régimen fiscal que contemple la absorción de shocks externos.

El crecimiento de la industria de los últimos dos meses, luego de quince períodos recesivos, y la construcción creciendo a doble dígito por cuatro meses consecutivos, nos permiten estar seguros de que la actividad no corre riesgo este año

Se escuchan voces acerca de una economía que está atravesando un proceso de estanflación, pero no creo que sea el caso. La lectura muchas veces es errónea, si bien en el país el fenómeno inflacionario es complejo y parece no ceder: la inflación interanual se está desacelerando, y son estos cambios los que importan para hacer este tipo de análisis. Asimismo, la actividad está logrando salir de la tendencia plana que estaba atravesando la economía hasta 2016. No hay que poner el carro delante del caballo: que la inflación no se desacelere al ritmo ambicioso que pretende el BCRA y que la velocidad parezca lenta para corregir el desequilibrio fiscal no deben anteponerse a la mejora de la actividad y el empleo debido a que, en este caso, no estamos frente a populismo macroeconómico, sino a un proceso gradual de corrección que tomará años. Intentar acelerar la velocidad con la cual se logra esta corrección, podría arruinar el esquema en pos de simplemente “hacer lo correcto” en materia fiscal y monetaria.

Hacia el 2018?

El 2018 será clave en términos de actividad. Por el lado de la oferta, servicios se moverán al ritmo de una demanda que dependerá de la mejora en la distribución funcional del ingreso a favor de asalariados e ingreso mixto. En términos de bienes, el sector agropecuario parece que va a empujar la actividad. En la semana, el titular de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires indicó que se llegaría a un récord en la cosecha 2018 de 130 millones de toneladas de granos, luego del récord de 123 millones esperado para 2017. Esto no sólo trae crecimiento, sino que otorga divisas genuinas para seguir con el proceso de acumulación que permita consolidar el despegue de la economía y reafirmar ese crecimiento. La construcción se beneficiará del denominado trickle down effect, es decir, del mayor dinamismo en la venta de inmuebles usados gracias al impulso al crédito hipotecario aviva la construcción de viviendas.

Utilizar el tipo de cambio nominal como estabilizador automático parece ser un instrumento poco eficaz y la reforma tributaria debería considerar un sistema régimen fiscal que contemple la absorción de shocks externos

Algunos estudios estiman que por cada 100 viviendas usadas vendidas, se fomenta la construcción de 30. Algunas luces de alerta siempre están encendidas, y la marcha de la industria en el año 2018 es un desafío adicional. La economía argentina no está aún abierta al flujo de bienes y servicios, y aún hay sectores sensibles que reciben protección. Ya se ha escrito mucho sobre la industria textil, pero otras industrias como la del tabaco o juguetes, por nombrar algunas, son sectores sensibles a la apertura comercial. Otro de los frentes a prestar atención es cómo continúa el proceso de desinflación sin perjudicar el balance del BCRA, algo que resulta difícil siempre que se utiliza como herramienta de política monetaria la tasa de interés sobre la cual ya existe un pasivo equivalente a casi US$ 60.000 millones.

Otro de los escollos que pasamos por alto es que debería existir una mejora en la distribución del ingreso a favor del salario para que los servicios no se vean afectados, por lo que debería darse que la mejora en la distribución funcional compense la caída del ingreso disponible que generaría el traslado hacia el sector privado de los actuales subsidios económicos. Aquí, el Gobierno tiene un desafío muy grande, trasladar el gasto en subsidios económicos debería realizarse monitoreando que el salario real y los incentivos a invertir no se deterioren. Y eso se puede lograr sólo si la economía se está expandiendo.

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