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¿Cómo abaratar el costo del fracaso emprendedor en Argentina?

Abaratar el costo del fracaso tiene que ser una prioridad de la política pública

04 agosto de 2017

Por Santiago A. Sena Director general de la Dirección General de

Emprendedores del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

Sabemos que emprender no es fácil. La inversión de capital, la coyuntura social y económica, la pesada carga tributaria, los potenciales riesgos laborales, la insuficiente preparación técnica, las complejidades del trabajo en equipo y las problemáticas que se le presentan al emprendedor desde la concepción de la idea hasta la concreción del proyecto son, definitivamente, muchas.

Estos obstáculos no son hipotéticos, sino que son graves impedimentos para el desarrollo de las empresas: si seleccionáramos aleatoriamente a cien emprendedores que comienzan hoy con una empresa, dentro de cinco años notaremos que la gran mayoría (más del 80%) ha fracasado. Estadísticamente, lo más probable es fracasar. Y lo más acuciante es que quebrar, cerrar una empresa o desarmar una sociedad son trámites largos, caros, intensamente burocráticos y complejos. Sin contar el tiempo perdido, el dinero y el costo social que tiene el no-éxito en nuestra sociedad. Fracasar en Argentina es difícil. A mayor riesgo, mayor costo. Es esperable que los emprendedores tengan miedo a fracasar: el costo del fracaso es muy alto en nuestro país y, por eso, según el GEM (2016) una de cada tres personas que perciben una oportunidad de negocios en Argentina no emprenden porque tienen miedo.

Abaratar el costo del fracaso tiene que ser una prioridad de la política pública. Para eso, hace falta pedirle menos cosas a la gente que se arriesga e inicia una empresa. Facilitar los procesos burocráticos para la constitución de una empresa, bajando la barrera de entrada administrativa, era una deuda pendiente que saldó la recientemente aprobada Ley de Emprendedores. La misma facilita la constitución, promoción y el crecimiento de pequeñas empresas, mediante la creación de una figura jurídica, las Sociedades por Acciones Simplificadas (SAS), que permite la apertura vía internet de una empresa en un plazo no mayor a las 24 horas e incluye la apertura de una cuenta bancaria en el acto y el CUIT. Un emprendedor va a poder iniciar el trámite y, “mañana”, estar operando desde su empresa. Enhorabuena.

Estadísticamente, lo más probable es fracasar. Y lo más acuciante es que quebrar, cerrar una empresa o desarmar una sociedad son trámites largos, caros, intensamente burocráticos y complejos

Otra manera en que la ley impacta en la reducción del costo del fracaso es en facilitar los procesos de financiamiento para empresas. Además de crear un Registro de Instituciones de Capital Emprendedor y un Fondo Fiduciario para el Desarrollo del Capital Emprendedor (FONDCE), con el cual se pueden financiar emprendimientos de forma conjunta con el sector privado, contempla una serie de beneficios impositivos para la inversión de capital, cuyos aportes podrán ser deducidos del impuesto a las ganancias.

Además, para quienes emprenden en la CABA, existe la Ley 4.064 que exime del pago de Ingresos Brutos en 100% para el primer año y en 50% en el segundo a toda nueva empresa que tenga dos trabajadores en relación de dependencia y una facturación anual de hasta $1.650.000.

Las políticas activas también son necesarias ya que reducen el costo de probar. Por eso, desde la Dirección General de Emprendedores de la Ciudad de Buenos Aires, contamos con programas que capacitan, motivan e impulsan los emprendimientos. Atentos a que las políticas públicas deben acompañar emprendedores en diferentes niveles de desarrollo de sus emprendimientos, hay programas a medida de cada necesidad. Para los que quieran emprender, pero no sepan como comenzar, existe el concurso #VosLoHacés. La convocatoria de ideas para emprendimientos vinculados a la educación, el impacto social, el diseño, la sustentabilidad y la gastronomía y el turismo está abierta hasta el 8 de septiembre. Todos aquellos que carguen una idea accederán al beneficio de participar en instancias de cocreación, donde mentores especializados en estas temáticas los ayudarán a convertir esa idea en un plan de negocios validado y real. Las mejores ideas recibirán capital semilla y becas para seguir fortaleciendo sus emprendimientos.

La recientemente aprobada Ley de Emprendedores, facilita la constitución, promoción y el crecimiento de pequeñas empresas, mediante la creación de una figura jurídica, las Sociedades por Acciones Simplificadas

Para quienes ya tienen un plan de negocios y un producto mínimo viable, se encuentra abierta la convocatoria para el programa #IncuBAte, mediante el cual se ofrece espacio físico de oficina por 11 meses, capacitación (en temas legales, financieros, estratégicos o de comunicación), un mentor, y entre US$ 10.000 y US$ 30.000 de capital semilla en las 10 categorías del concurso: audiovisual, diseño, gastronomía, turismo, biotecnología, medios, tecnología, agrotecnología, impacto social y sustentabilidad.

Estos programas no anulan el costo del fracaso, pero lo reducen al bajar el riesgo de probar. Sumado a la desburocratización, los beneficios impositivos y al ambicioso plan de obra pública del Gobierno Nacional, que redundará en mejores logísticas sustanciales, estamos trabajando para que emprender en nuestro país y, en particular en la Ciudad de Buenos Aires, sea cada vez más sencillo y menos riesgoso. Necesitamos de los emprendedores para que puedan seguir generando empleo, desarrollo económico, inclusión e innovación. Nuestro rol, como Estado, es hacer su camino más seguro y directo. Juntos, construimos un país y una ciudad emprendedora e innovadora.

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