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“Una de mis diferencias fue el plan de desarrollo nuclear”

José Luis Sureda, quien se desempeñó como segundo de Juan José Aranguren, dialogó con El Economista sobre su salida y la política enrgética

19 julio de 2017

Entrevista a José Luis Sureda Ex secretario de Recursos Hidrocarburíferos Por Ernesto Nimcowicz

José Luis Sureda, quien se desempeñó como segundo de Juan José Aranguren en el Ministerio de Energía y Minería y presentó su renuncia tiempo atrás con una estruendosa misiva, dialogó con El Economista y marcó sus diferencias con la  actual política  energética.  Sureda, un histórico ejecutivo de Pan American Energy que retornó a la petrolera de la familia Bulgheroni, había formado parte del equipo de energía de la Fundación Pensar, el think thank del macrismo, y desde ahí había nacido su relación con Aranguren, quien luego fue su jefe en la función pública.

¿En qué radicaron las principales diferencias con la gestión de Aranguren?

Una de mis diferencias importantes tuvo que ver con la repentina decisión de reactivar el desarrollo de la energía nuclear en Argentina. Creo que  el país cuenta con fantásticas reservas de hidrocarburos no convencionales, el mejor shale del mundo y grandes condiciones para las energías renovables, como la eólica y la solar. Teniendo una de las mejores condiciones de viento del mundo, no necesita volver a la energía nuclear y en el mundo, de hecho, está en retirada. Francia acaba de anunciar que va a desactivar 20 centrales nucleares. Alemania ya las está bajando. En EE.UU., para el 2050, se espera generar la misma cantidad de energía nuclear que se generaba en 1990, es decir, con un crecimiento 0.  Y Argentina acaba de lanzar dos nuevas centrales, y muy costosas, que implican tomar nueva deuda para el Estado y, operativamente, exigen condiciones técnicas que se enfrentan a la de la energía renovable.

¿Hubo un viraje con respecto a la cuestión nuclear?

Creo que lo que hubo fue un compromiso de acuerdos previamente tomados con China. Pero en mi opinión el tema se debería llevar al Congreso y darlo a conocer a la opinión pública. Pero no embarcarse en dos centrales nucleares tan costosas que el país no necesita y son inflexibles.

¿A qué se refiere con la inflexibilidad?

Con esto quiero decir que el plan de energía del Gobierno incluye, por un lado, un aporte extremadamente rígido como es el de la energía nuclear conviviendo con un aporte de energía intermitente como son la solar y la eólica.  Y  a medida que se incrementa esta energía intermitente  es necesario tener flexibilidad en el resto de la oferta de energía para adaptarse y compensar a los cambios de la oferta.  Y la energía nuclear  es exactamente lo opuesto, con lo que hay una incompatibilidad en desarrollar al mismo tiempo las dos fuentes.  Eso no lo hace ningún país del mundo. Este fue otro de los temas de mis diferencias.

¿Y frente a los resultados de las licitaciones de los programas de las energías renovables?

Con respecto a la energía solar y eólica considero que los costos obtenidos fueron muy bajos, algo cierto si uno toma los resultados de la licitación de los programas Renovar 1.0 y 1.5  que, si bien fueron exitosos, no constituyen el único costo de la energía. A esos precios, hay que sumarle los costos de las líneas de transmisión dedicada eléctrica. Argentina, para su plan de llegar al 20% de las renovables en 2025, debe invertir en líneas de alta tensión por otros U$S 3.000 millones. Y ese aspecto nadie lo toma en cuenta. Pero, además, Argentina esa energía la compró con triple garantía: es decir al oferente se le garantiza el precio, el volumen de toda la energía que se genere y además el pago con un stand-by del FMI. Ahora bien, como la normativa también establece que si las centrales  están finalizadas pero no está lista la línea de transmisión, el Estado deberá asumir el pago a todas las empresas que ganaron la mora por no poder despachar. Es decir, en mi visión hay un esfuerzo de promover la energía renovable desproporcionado con el resultado esperado.

¿Por qué desproporcionado?

Por ejemplo, para el parque solar de La Puna, que está a 4.000 metros de altura, se deben construir las líneas de 500 KV para  poder conectar esa energía. Esa línea, por ejemplo, cuesta solamente más o menos U$S 500 millones y que no estaban sumados a los costos de la compulsa. La energía solar parece muy barata pero hay que sumarle el costo de las líneas de transmisión. Y si el día que las plantas estén listas, la  línea no está terminada se debe pagar una penalidad muy alta. Todo esto sólo para conseguir el aporte de  400 MW de electricidad que equivalen a 2 millones de m2 de gas que los produce un privado con 10 pozos y sin ningún compromiso del Estado de garantía ni de hacer ninguna obra de infraestructura a cargo del Estado.  Es decir, desde mi punto de vista es una desproporción.

¿Cómo opera esta distorsión para los subsidios?

Por otro lado le estamos dando un subsidio a los productores de Vaca Muerta con un precio garantizado de U$S 7,5 el primer año, que luego baja a U$S 7, U$S 6,5 y U$S 6 a cargo del Estado. Y simultáneamente estamos haciendo el desarrollo de las energías solar y eólica también a cargo del Estado. Ese no es sólo un doble esfuerzo que hace el Estado sino que, además,  cada vez que pone un equipo para la energía solar, le está quitando demanda a Vaca Muerta. Y esto no tiene sustento desde lo que ahora le llaman el cambio de clima global. Argentina emite menos del 1% del efecto invernadero. Entonces, no tenemos la obligación de ser los mejores alumnos de la clase a  un costo tan alto para el país. Esta es otra de mis discrepancias con respecto a las energías renovables.

¿Se debió haber priorizado Vaca Muerta antes que las energías renovables?

Creo que las dos cosas juntas en un país como Argentina no tienen sentido. Si nosotros fuéramos EE.UU., que tiene un mercado de energía 40 veces más grande que el nuestro, todo a la vez va bárbaro. Pero Argentina no sólo es un mercado relativamente chico en proporción a la dimensión de las reservas de Vaca Muerta.  Nosotros tenemos reservas similares a las de EE.UU., con una demanda energética 40 veces menor. Es una desproporción muy grande. Y a los países vecinos no la podemos vender fácil. Entonces, si frente a este problema de demanda, encima le ponemos competencia a Vaca Muerta con incentivo del Estado, que son las renovables, es una contradicción muy costosa. A eso yo me opongo. Además, Argentina tiene una gran estacionalidad en la demanda de gas pero no tiene capacidad de almacenamiento subterráneo. Con lo cual, en la actualidad el país debe importar pero a partir de septiembre y diciembre sobra gas y no hay mercado para él.

¿Qué otros aspectos vio complicados?

El otro capítulo al que me opuse es a los subsidios para la tercera regasificadora para importar gas. Otro punto costoso para la Argentina.

¿Usted está en contra de impulsar las energías renovables?

Yo no estoy en contra de las renovables. Hay lugares donde se puede hacer un parque solar como el que se va a hacer para la extracción de litio a su propio riesgo. Me parece perfecto. Si la industria quiere poner la plata me parece bien. Pero que no que sea el Estado el que tenga que sacar la billetera para todo.

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